37

1.8K 104 13
                                    

Después de un buen rato, llegamos a nuestro destino. Era una casa en la sierra que conocía bastante bien.

- Es toda nuestra este fin de semana – informó Vane mostrándome las llaves-.

- ¿Cómo sabías que adoro esta casa?

- Digamos que el dueño se ha chivado.

- ¿Y por qué este finde? ¿Qué celebramos? – me quedé pensando por si se me había pasado alguna fecha importante-.

- Que yo te quiero y que, casualmente, tú también me quieres a mí. ¿Te parece poco? – respondió para después besarme-.

- Habrá que llamar a Alejandro para darle las gracias.

- Ya lo he hecho yo. ¿Qué te parece si tú primero me las das a mí y luego ya vemos? – propuso una vez abrió la puerta y los bichos salieron corriendo por el césped-.

- No sabes nada, malagueña – respondí arrancándole la camiseta-.

Fue un fin de semana de paz absoluta, apagamos nuestros móviles y nos dedicamos solo a disfrutar de nosotras, de nuestro zoo, de la naturaleza y del aire puro. Recargamos pilas y recuperamos la cordura, o la perdimos, de eso no estaba segura.

Durante las semanas siguientes, todo había vuelto a la normalidad entre nosotras, habíamos superado los problemas, nos manteníamos fuertes y con ganas de seguir juntas. Un fin de semana con concierto en Barcelona fue la excusa perfecta para un reencuentro más.

Vane era mi cómplice como siempre justo detrás del escenario y me transmitía una energía increíble, estaba segura de que se me notaba la felicidad por todos los poros. Durante la fiesta post-concierto, la vi un poco apagada y no dudé en preguntar en cuanto llegamos al hotel.

- Amor, ¿estás bien?

- Si te digo la verdad... no, pero no quería chafarte la fiesta.

- ¿Qué pasa? – pregunté mientras me sentaba junto a ella al borde de la cama y ponía mi mano en su pierna mostrándole mi apoyo-.

- He hablado con Rosa – puse cara de confusión y ella siguió hablando-. Me ha dicho, literalmente, que le estoy costando dinero.

- ¿Qué? – alcé mis cejas-.

- Según ella soy poco menos que una lavadora de cerebros y te obligo a mostrarte cariñosa conmigo en espacios públicos. Me ha explicado el enorme tiempo y esfuerzo que le supone ir detrás de la prensa para que no se filtre ninguna noticia o foto nuestra. Hasta me ha dado la cifra exacta de lo que ha tenido que pagar por mi culpa, para parar las fotos de la playa.

- ¿Es una broma? Hablaré con ella, siento mucho que hayas tenido que escuchar todo eso.

- Quizás no fue la manera más suave de decirlo pero igualmente casi que agradezco saber que están tapando nuestras fotos. ¿No pensabas decirme nada?

- ¿Para qué? Ya sabes que yo no dejo que mi vida privada salga a la luz.

- Sí, eso lo sé demasiado bien. Pero es que me sigue pareciendo flipante. Comprar fotos como si estuviéramos haciendo algo malo...

- No lo pienses así – interrumpí-. Es lo mejor para evitar polémicas, estamos más tranquilas de esta manera.

- Me sigue dando mucho asco esta manera de manejar las cosas. He estado a punto de irme en medio del concierto, no sabes la rabia que me ha entrado.

- Gracias por quedarte y, de verdad, sé que me repito pero... siento que tenga que ser así.

- No quiero que compres nuestras fotos – sentenció Vanesa-. Que te amenacen con publicarlas si no pagas, como si se tratara de un crimen... No quiero ser partícipe de este juego sucio.

- No puedo dejar que se publiquen, no puedo exponerme, Vanesa – contesté apartándole la mirada-. Si hay algo en lo que no puedo ceder es en eso. Si se publican se dejará de hablar de mi música, eso está claro.

- Entonces, no me beses más si no es entre cuatro paredes. Yo tampoco lo haré.

- Lo siento, de verdad – fue lo único que alcancé a decir mientras contenía mis lágrimas-.

Ella se quedó callada, en su cara podía notar hasta qué punto esto le afectaba. Me sentía impotente, cada vez que intentaba cambiar cosas para que ella se sintiera más cómoda en nuestra relación terminaban saliendo otras que tenían el mismo efecto que la anterior o incluso peor. Todos mis esfuerzos se volvían inútiles y tenía la sensación de que Vane en vez de valorarlos se quedaba solo con lo malo, con los daños colaterales.

Sabía que no le apetecía hablar del tema y que tampoco era capaz de seguir como si nada, así que esa noche simplemente nos metimos en la cama casi sin mediar palabra, estábamos físicamente la una al lado de la otra pero yo la sentía de nuevo a kilómetros de mí.

La despedida al día siguiente fue fría y más tratándose de nosotras. Volvimos cada una a su casa con la sensación de que nuestra relación pendía de un hilo que se iba estrechando cada vez más.

No conseguía dejar de pensar en la situación tensa que vivía con Vane y en cuanto Alejandro empezó su gira por España, me pedí ser la primera parada y que hiciera de psicólogo conmigo. Él, como siempre, tenía ánimos, respuestas y canciones para todo. Me daba la sensación de que podía arreglar el mundo con solo a abrir la boca. Y estaba dispuesto por lo menos a ayudarme a arreglar el mío.

No me creo que me hayáis leído 10k veces. Solo gracias

Mujer OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora