18

2.2K 103 8
                                    

           

Narra Vanesa

Mi hermano volvió con las cervezas en la mano y se sentó en el sofá entre las dos después de mirarme como diciendo 'aparta'.

-          ¿Sabes que mi hermana es muy fan tuya? – preguntó Francis después de un rato hablando-.

-          Algo me ha contado... – respondió Malú mirándome divertida-.

-          Yo aprendí a tocar la percusión de muchas de tus canciones por su culpa y la verdad que a mí también me encanta lo que haces.

-          ¿Tocas? – preguntó interesada-.

-          Sí.  Si algún día te falla el percusionista y estás por el sur, llámame y te echo un cable – empezó a anotar su móvil en una servilleta-. O si quieres tomar un café...

-          Bueno – le interrumpí mientras me levantaba-. Malú se tiene que ir, que tiene muchos compromisos.

-          ¿Tan rápido? Bueno, otro día seguimos hablando – se levantó y se quedó pensando-. Pero vosotras, ¿de qué os conocéis?

-          Otro día te lo cuento – respondí guiñándole un ojo después de mirar a Malú, que se estaba riendo-. Gracias por cuidar a Ponguito.

Llegamos a mi casa y nos pusimos cómodas en el sofá.

-          Has sido muy mala hermana, que lo sepas.

-          Ha sido divertido, ni se le pasó por la cabeza que hubiera algo entre nosotras.

-          Hombre, si no le dices nada, tampoco es adivino...

-          Se lo voy a decir. De hecho, quizás si mañana hacemos comida familiar podrías venirte.

-          Podría. Eso suena serio ¿sabes?

-          Lo que suena es descompensado. Si vienes mañana no es justo, porque tú sabrás todo de mí y yo no he visto ni tu casa.

-          Porque no hemos encontrado el momento. Mira, yo voy mañana a casa de tus padres y tú te vienes todo el puente a Madrid. ¿Qué dices? – preguntó mientras yo me había quedado pensando- ¿No quieres?

-          No es eso, me da un poco de miedo. Tu vida real. Estoy tan a gusto contigo, aquí, en Granada, en Algeciras... pero sé que no he visto tu día a día. Que debe ser frenético, completamente diferente al mío, no sé si encajo ahí. Nunca pensé que esto fuera a pasar...

-          Yo tampoco. Pero me encanta que pase. Si tú estás bien conmigo, estarás bien con lo que me rodea. Y si, es diferente, pero compatible. O eso espero – se rio-.

-          Desde que te conocí he intentado no plantearme demasiado las cosas y simplemente disfrutar del momento. Y ahora siento que estoy a punto de entrar en arenas movedizas, pero ¿sabes qué? Quiero hacerlo – sonreí mientras la miraba a los ojos y le acariciaba el dorso de la mano-.

-          Yo también – me besó con dulzura-.

-          ¿Te acuerdas del papel que escribí ayer? – dije mientras lo sacaba de mi bolso-.

-          ¿El que no me dejaste leer? - asentí y se lo mostré-.

"Y aquí ando explicándole a la locura quién eres

y por qué la superaste..."

-          Superas a la locura. Cuando cantaste mi canción me quedé sin palabras, cuando me miras, me sonríes o me besas también lo hago. Todo esto era una locura incluso antes de empezar y ahora simplemente la supera. Te dije que estaba a medias, pero no acabé este escrito porque ni quiero ni puedo ponerle límites a lo que provocas en mí. No creo ser capaz de ponerlo en palabras – la miré a los ojos y después admiré su preciosa sonrisa mientras ella me acariciaba la cara-.

-          Ayer me puse celosa y me dio mucho miedo pensar que en cualquier momento podría llegar otra persona que disfrutara de tu sonrisa, de tus maneras como lo hago yo ahora. Luego se te escapó el "mi chica" y respiré un poco más tranquila – rio y se puso recta, justo en frente de mí-. Entonces esto es en serio ¿no?

-          Eso parece, sí.

-          Entonces... - me miró alzando las cejas como esperando algo-.

-          ¿Qué?

-          ¿Somos novias o no somos novias?

-          No me lo puedo creer. ¿Tú quieres que te pida que seas mi novia como si tuviéramos doce años?

-          Un poco sí – dijo riendo-. Me hace ilusión, ¿qué te cuesta?

-          Serás caprichosa... ¿Quieres ser mi novia en periodo de prueba? – pregunté resignada-.

-          ¿En periodo de prueba por qué? – dijo confundida-.

-          Porque primero tengo que ver como es tu vida real. En Madrid. Entiéndeme, tú estás decidiendo sabiendo lo que hay, yo sobre lo que me imagino que es. ¿Qué pasa si tu zoo me odia o si no encajo o yo qué sé?

-          Está bien. Y como no es lo mismo contarlo que vivirlo, ¡nos vamos de puente a Madrid! – contestó con voz de programa de televisión-.

-          Qué tonta, gorda – dije dándole un pico-.

-          Y, sí, quiero ser tu novia. Va a ser el mejor periodo de prueba del mundo.

Y me besó como si yo fuera lo más bonito que hubiera visto en la tierra. Llamé a mi madre para avisar que mañana pusiera un plato más y nos quedamos disfrutándonos un ratito hasta que me llamó Carmen para ver si me apetecía cenar con las chicas en su casa.

-          Sí, pero solo si puede venir también mi novia – respondí mientras miraba a Malú y Carmen se ponía como una loca al otro lado del teléfono-.

-          ¡No me lo puedo creer! Te juro que hoy saco el vino bueno.

-          Más te vale. Hay mucho que celebrar – dije antes de colgar-.

-          ¿Nos vamos de cena? – me preguntó Malú sonriendo-.

-          Sí, no te preocupes, todas saben que eres tú. Están un poco locas, pero son las mejores.

-          Las quiero conocer ya.

Las caras de mis amigas al verme entrar con Malú de la mano fueron simplemente indescriptibles. La primera media hora en casa de Carmen parecía más una especie de  firma de discos sin discos que una cena de amigas. Las presentaciones y los selfies estaban a la par y mi chica me miraba divertida mientras le ponía humor a la situación.

Un poco más calmadas, nos pusimos a cenar y las preguntas no paraban, querían saberlo todo. Entre confesiones, cotilleos y anécdotas pasamos el rato. Malú acabó haciendo de consejera sentimental de mi amiga María, que estaba en un momento no muy bueno con su novio. Conforme las botellas de vino se fueron acabando, nosotras cada vez estábamos más cómodas y Malú era una más.

Francis me mandó unos Whatsapps pidiéndome que le diera su número a Malú, que al final no lo había cogido, y preguntándome que si veía posibilidades. Les explicamos a las chicas la situación y pasamos un buen rato imaginándonos su reacción cuando mañana se la presentara como mi novia.

_

Y, ¿si fuera ella?

Mujer OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora