27

1.9K 103 26
                                    

Pasamos el sábado entre mimos y Vane se ocupó de llamar a los invitados de la fiesta de Antonio para confirmar quien vendría. Por la tarde, mi chica tenía turno en el bar así que la acompañé vestida de incógnito con una gorra y sin maquillar: infalible. Para ser fin de semana el bar estaba bastante tranquilo y Vanesa decidió dar uno de sus pequeños conciertos, como en el día en que nos conocimos. Hubo muchas canciones nuevas, casi todas inspiradas en mí, no podía pedir más.

- ¿Estás cansadita? – le pregunté a Vane viendo que se estaba medio quedando dormida mientras veíamos la tele en el sofá-.

- Un poquito.

- ¡Pero si has descansado toda la mañana!

- Pero he trabajado, tú claro cómo estás de vacaciones...

- Merecidas vacaciones – la interrumpí-.

- ¿Sabes lo que me merezco yo? – preguntó girándose hacia mí- Un buen masaje.

- ¿Estás segura que te lo mereces? –cuestioné-.

- Mucho, mucho. ¿Quién te escribe las canciones más bonitas? – preguntó con voz de niña pequeña-.

- Anda, ven, túmbate.

A los cinco minutos de lo que pretendía ser un masaje sexy, Vane se quedó profundamente dormida y me limité a llevarla a la cama con cuidado. Antes de caer yo en brazos de Morfeo, admiré lo preciosa que era mientras dormía. Qué suerte tenerla conmigo.

La fiesta de cumple de Antonio iba a ser una barbacoa con familia y amigos. A media mañana nos plantamos en casa de mis suegros para ayudar a prepararlo todo.

- Todavía hay que comprar muchas más cosas. ¿Vais vosotras, niñas? – dijo Toñi, tendiéndole a Vane la lista de la compra-.

- Qué exagerada, mamá, que tampoco somos tantos.

- Ni exagerada, ni nada. Venga, daos prisa que va a llegar la gente y no tendremos nada preparado.

- ¿Hay que ir al supermercado? – pregunté mientras Vane se dirigía hacia su coche, en el que habíamos venido, y yo la seguía-.

- Claro, gorda. ¿A dónde quieres ir a comprar si no?

- ¿Y no es mejor que vayas con Francis? Habrá mucha gente y nos van a parar todo el rato...

- ¿Y tú en tu casa, qué haces, la compra online? ¿No vas al súper?

- Sí, pero...

- No conmigo –me interrumpió-.

- Vane... – empecé a explicarme-.

- No, no pasa nada – giró la cara y buscó a su hermano-. Francis, vente a comprar conmigo y deja a la gente con buen gusto decorar todo esto, anda.

Durante la barbacoa, lo pasamos genial. El asunto de la compra parecía estar totalmente olvidado y yo me sentía más cómoda que nunca rodeada de su gente. Adoraba la sencillez y el calor que desprendían. Vane y yo actuábamos como la pareja que éramos y estuvimos de risas con los amigos de Antonio y algunas amigas de mi chica, que también habían venido. Después de las velas y la tarta, no tardaron en sacar guitarras y cajones. Aunque me tenía que cuidar la voz, canté un tema y otro a medias con Vane, para después dejarla a ella de protagonista.

En un momento de la tarde, saqué el tabaco de mi bolso para salir a fumar y Carmen se acercó a mí, mientras me mostraba un cigarrillo en su mano.

- Vamos fuera, esta gente son todos unos maniáticos del humo – se quejó riéndose tras guiarme hasta la terraza, donde refrescaba un poco-. Qué bien se os ve, ¿eh?

- La verdad es que sí, tenemos poco tiempo para pasar juntas pero cuando lo conseguimos hacer... es maravilloso.

- Me alegro tanto de que esté todo solucionado. Yo se lo dije a Vane: háblalo con ella, no te calles nada. Y menos mal que lo hizo, no sabes lo nerviosa que me ponía verla tan insegura, llena de dudas. Si es que Vane no es para nada así, pero le dio por cuestionarlo todo. Que si la distancia, que si no le contestabas, que si no pensabas en ella como ella pensaba en ti... Si hasta se moría de celos por Manuel Carrasco ¡Ella, que nunca ha sido celosa! Al principio no quería decirte nada, pero ya le advertí yo que iba a ser peor si hacía como si nada. Mira lo bien que estáis ahora, era cuestión de comunicación.

Escuché atentamente todo lo que salió de la boca de Carmen sin decir ni una palabra. Cuando terminó de hablar y se fijó en mi cara, se quería morir.

- ¿Le puedes decir a Antonio que me ha surgido un compromiso de última hora, que lo siento mucho? – le pedí mientras apagaba mi cigarro y me dirigía al interior de la casa para buscar mis cosas-.

Sin decir nada a nadie, salí por la puerta y a los pocos segundos salió Vane gritando mi nombre. Yo seguí andando haciendo caso omiso de los gritos pidiéndome que me parara, hasta que ella me alcanzó agarrándome del brazo.

- Gorda, hablemos – me pidió casi sin aire por el esfuerzo-.

- No quiero hablar contigo – respondí seca-.

- ¿Dónde vas?

- A Madrid, a mi casa.

- ¿Para qué? ¿Para que vaya detrás de ti a arreglarlo? Sabes que no puedo, mañana trabajo. Hablemos ahora.

- Nadie te está pidiendo que vengas detrás. Suéltame, vuelve a la fiesta. Yo no tengo nada más que hacer aquí – dije lo más tranquila que pude-.

- Has bebido, no cojas el coche ahora. Si quieres vete en taxi hasta mi casa, te quedas allí y después, cuando estés más tranquila, hablamos. Entiendo que ahora estés enfadada, es en caliente...

- Me he bebido dos cervezas y hace rato, por eso no te preocupes – dije cortándola-.

- Me preocupo, piénsatelo – me miró y vio en mi expresión que no tenía intención de hacerle caso-. Por Dios, Malú, eres una infantil. ¿Vas a huir en vez de arreglarlo?

- ¿Tan raro te parece? ¿No es lo que llevas haciendo tú todo este tiempo, huir de los problemas? – justo pasó un taxi, lo paré y le di la dirección de casa de Vane mientras ella se situaba delante del vehículo-.

- No te vayas, joder. No compliques todo esto. Nos debemos una conversación, no quiero estancarme en esta mierda – dijo gritando, muy nerviosa-.

- Vanesa, aparta y no hagas más el ridículo, ¿no ves qué estás dando un espectáculo? –solté y dejé de mirarla a los ojos a través del cristal para dirigirme al taxista-. Disculpe a mi amiga, está un poco alterada porque acaba de cortar con su novia.

Mujer OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora