Capitulo 1. Entierro.

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Tu estas muerta, vida mía

¿y yo sin embargo respiro?

Tu te has alejado de mi

para nunca más volver,

¿y yo permanezco?

No, porque si los versos

tienen algún poder,

yo iré decidido

al mas profundo abismo

y ablandaré el corazón

del Rey de las sombras,

yo te traeré

para ver las estrellas de nuevo.

Y si esto me fuera negado

por el malvado destino,

yo me quedaré contigo

en compañía de la muerte.

Adiós tierra, adiós cielo

y sol, adiós.

Era al menos la décima vez que escuchaba este fragmento de la ópera "Orfeo, Cláudio Monteverdi" en lo que llevaba de día. Hasta hace dos días no lo había oído en mi vida. Pero desde que se la había oído cantar a mi hermano no he podido quitármela de la cabeza.

Estoy en la iglesia de la ciudad. Hasta hace una semana solo la habia pisado para gastar bromas al pobre cura, al que seguro yo y mis amigos tenemos hasta las narices. Y hasta hace una semana también había pensado que solo entraría para eso, hacer el tonto con mis amigos, y, tal vez un día, casarme. Pero todas las ideas de mi cabeza se esfumaron cuando había tenido que ir al entierro de Clara, la novia de mi hermano. La noche en que ella había muerto habían salido todos los de clase de mi hermano de fiesta, menos el mismo, que estaba estudiando para sacarse el carnet de conducir. Al parecer, el coche en el que volvía Clara había tenido un accidente y ella había muerto.

A mi la muerte de Clara no me había afectado mucho, no había tenido nunca mucho trato con ella y pensaba que mi hermano se merecía algo mejor. Pero, sin embargo, a mi hermano si que le había afectado bastante, y no habia sido hasta este mismo momento que me había dado cuenta.

Desde la muerte de Clara, mi hermano había estado como una alma en pena. No salia de su habitación mas que para comer e ir al baño. Alguna vez le había preguntado si quería ir al cine o al parque a jugar al fútbol, pero el me había respondido diciéndome que estaba cansado. Por las tardes se le oía hablar desde el pasillo, la mayoría de veces recitando poesías lastimeras. Pero de todo esto mis padres decían que era lo normal al haber perdido a su novia. Aun así yo insistía en que eso era exagerado, y vaya si lo era.

Anoche me había acercado a la habitación de mi hermano para ver si por algún casual le apetecía jugar a las cartas. Pero al echar la mano al pomo de la puerta y girarlo me encontré con que esta estaba atrancada, y por lo tanto no podía abrirla. Había llamado a mi hermano a gritos pero este no me respondía, si no que recitaba el fragmento de la obra de Monteverdi. Al final cansada de esperar bajé al salón a pedir ayuda a mis padres. Estos habían accedido a subir a ayudarme a convencer a mi hermano para que jugase conmigo. Pero al subir nos encontramos con el mismo panorama, solo que ahora mi hermano  no emitía ningún sonido. Mi madre preocupada, ya que el nunca cerraba a la puerta, había hecho a mi padre tirar la puerta, pero cuando entramos en la habitación vimos que estaba vacía y que había una nota en la mesa en la que se podía leer "He salido con el coche para ir al supermercado a comprar, no os preocupeis, estaré de vuelta pronto" A lo mejor si hubiese omitido el detalle de que había cogido el coche no nos habríamos preocupado, pero a mi madre el hecho de que hubiese cogido el coche sin tener el carnet la aterrorizaba. Habíamos salido a buscarlo y tras una medía hora de búsqueda mi padre había recibido una llamada. La cara que se le había quedado al descolgar el teléfono no se puede describir: horror, sorpresa, incredulidad... Una hora mas tarde estabamos en el hospital llorando a lágrima viva y maldiciendo por lo bajo: Santi, mi hermano, se había estrellado contra un camión y había muerto en el acto, el conductor del camión había salido ileso.

SARONSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora