VII

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Narra Hatsune Miku.

Me encontraba ansiosa, esperando a que mi pequeña hermana cruzara el umbral de la puerta de mi despacho, y no solo me encontraba ansiosa sino también nerviosa por la noticia que estaba a punto de darle y por como se la tomaría pero también me sentía feliz por que ella podría al fin vivir en un mundo de paz. Segundos después como si la hubiera invocado, unos pasos sonaron por el pasillo, tocaron la puerta con suavidad tal y como ella solo lo haría.

- Pasa, esta abierto.

Mi pequeña hermana abrió la puerta unos centímetros y entró, se inclinó levemente después de cerrar la puerta y con pasos inseguros y voz muy suave, recitó.

- ¿Deseaba verme, Ouhi-Sama?.

Sus ojos mostraban una profunda tristeza y se encontraban mirando el suelo como si evitaran los míos, me preocupe, tal vez ese no fuera el mejor momento pero debía decírselo.

- Si, quería informarte que... - Me lo pensé mejor  - Me preguntaba si ¿Te gustaría tomar el té conmigo?.

Su rostro se iluminó y al fin me miró mostrando sus hermosos ojos azules como el cielo.

-¡¿En serio?! - Su voz aún sonaba débil - Quiero decir... Nada me honraría y gustaría mas.

Al momento de decir esto se inclinó levemente y yo caminé hacía la salida para dirigirme al jardín, me siguió mientras caminaba lentamente por los pasillos del castillo pensando en como y que momento sería el mas apropiado para decirle lo de la boda, aún no entendía porque no se lo había dicho en ese momento, tal vez se debiera a que desde que la vi con esa mirada tan triste un sentimiento de culpa me embargó y quería solucionarlo.

Llegamos a los jardines y me adentré a ellos con mi hermanita siguiéndome hasta que me detuve frente a una mesa donde estaban dispuestas toda clase de exquisiteces provenientes de la cocina del castillo, alrededor de esta se encontraban algunas maids y criados quienes al acercarnos nos ayudaron a sentarnos y comenzaron a servir el té.

- Rin necesito hablar contigo sobre un tema de importancia - Traté de dirigirle la palabra pero mi voz fue acallada por el sonido de las maids sirviendo algunos postres en nuestros platos.

- ¿Le gustaría azúcar o miel a la Ojou-Sama? - Preguntaban los criados a mi hermana.

- Por favor Rin, debemos hablar...

- Si, por favor dos de azúcar - Todos siguieron absortos en sus actividades.

- ¡Rin! - Solo hasta ese momento logré que todos se detuvieran y que la chica sentada frente a mi me mirara.

- ¿Qué pasa Onee-Sama? - Sus ojos volvía a brillar como siempre lo hacían, con un brillos de felicidad.

- Necesito hablar contigo...

Pero de igual manera que antes me vi interrumpida por la de ojos claros.

- Si es por lo que paso ayer... lo lamento - Se inclino hasta quedar a unos cuantos centímetros del mantel bordado - No debí de haber actuado de esa manera y mucho menos en un día tan especial como tu cumpleaños... En serio lo lamento.

Levantó su rostro pero sus ojos seguían mirando la mesa. Había olvidado por completo lo sucedido el día anterior lo único que recordaba era la carta del Rey Shion, por lo que no me imaginaba el porque de su extraño comportamiento.

- No, Rin, no debes de disculparte por eso, fue... , mi culpa... , yo... , en serio no te preocupes.

Antes de que pudiera seguir hablando levantó su dedo indice en señal de silencio, sacó una bolsa de tela color azul con nuestro emblema bordado y de ella extrajo una caja un poco más pequeña que el bolso y sosteniéndola entre sus dos manos me la ofreció.

- Quería entregártela ayer, pero...

- Oh Rin no debías - Tomé el regalo y la miré maternalmente.

Al abrirlo me encontré con una hermosa peineta hecha de oro blanco y por encima de ella se encontraban tres flores labradas del mismo material, las laterales de un tamaño menor que la que se encontraba a la mitad y a modo de pistilo llevaban incrustados zafiros a excepción de la que se encontraba justo en medio, su tamaño doblaba el de las otras y mantenía un brillo que solo podía ser resultado de un encantamiento además de que su forma era completamente lisa; al verla me quede un tanto sorprendida pues la piedra principal solo podía tratarse de un talismán, uno de los pocos talismanes que se encontraban en las tierras del país, estos tienen un gran significado para nosotros, aumentan nuestro poder y lo fortalecen al tiempo que nos otorgan una barrera protectora. El reino solo cuenta con cinco las cuales permanecen resguardadas en las cuatro esquinas del muro protector del pueblo y el que contaba con mayor poder se encontraba justo a la mitad del palacio de este modo todos se encontraban protegidos por los poderes de los talismanes.

- ¿Cómo es que...

- Lo encontré dentro de una cueva, pensé que seria un buen regalo, para que te protegiera siempre.

- Gracias hermanita, te prometo que lo llevare a todas partes conmigo.

Tomé sus dos manos y le sonreí a lo que ella respondió con una tierna risa.

- Aunque... no era de lo que quería hablar.

- ¿A no? - Su mirada se volvió un tanto seria.

- Necesito hablar contigo acerca de nuestro país y de Ghee Vermillion.

Pero ella continuó interrumpiéndome.

- Si, Gumi me lo había comentado con anterioridad.

- Hermana, por favor, ¡Si dejaras de interrumpirme! - Alcé un poco la voz lo que la sorprendió un poco pues nunca lo hacía - Discúlpame, pero todos estos días he estado un tanto estresada sin embargo, tengo que decírtelo; yo...

- ¡Ouhi-Sama! - Y por cuarta vez en el día me vi interrumpida pero ahora por mi consejero real Yuma - La Gran Sacerdotisa llegó y pide su presencia.

- ¿La Gran Sacerdotisa? Pero, no ha dado aviso de su visita; además, estoy hablando con la Ojou-Sama Rin.

- Ella insiste en verla, dice que se deben iniciar los preparativos cuanto antes, y usted bien sabe que a ella no le gusta esperar.

- ¿Preparativos? - Se escuchó en un susurro por parte de mi hermana.

- Por favor Yuma tan solo permiteme darle la noticia.

- Hermanita - Me levanté y tomé sus manos - Me casaré con Shion Kaito, rey de Ghee Vermillion, se que es algo inesperado pero...

- ¿Qué? - Se alejó soltándose de mis manos, su rostro cambió totalmente y sus ojos me miraron de arriba a abajo con miedo como si fuera alguna clase de virus.

- Rin, es por tu bien y el del pueblo - Mi mano trató de tomarla por el hombro pero ella se alejó aun mas.

- ¡¿Mi bien?, y ¿Qué pasa con todos aquellos que han luchado por nosotros?, ¿Qué pasa con mamá y papá?, ¿Los olvidaras así sin mas?!.

- Claro que no, Rin, por favor...

- ¡¿Por favor qué? ¿Acaso has olvidado tus promesas?!.

- ¿Mis promesas? - Murmuré.

Apenas y las recordaba, porque recordarlas significaba pensar en la época agonizante de mis padres; yo apenas tenía 14 años en ese entonces, "- Prométeme a mi y a tu padre que cuidaras del reino y de tu hermana Rin -", aún así, eso es lo que estaba haciendo, cuidar de ellos; al igual que a otras cosas no lograba entender por que Rin se encontraba tan enojada, por lo que decidí actuar dura con ella.

- Rin, será mejor que hablemos de esto mas tarde.

Y con su mirada expectante siguiéndome fui al encuentro con la Gran Sacerdotisa.





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⏰ Última actualización: Apr 17, 2017 ⏰

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Mistletoe - Tensei no Yadorigi - (Rin y Len)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora