Capítulo 4

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Así que bien, las cosas quizás no están tan mal como parecía, digo sí, Shawn la había dejado completamente sola en la azotea, había llorado por un rato aunque nunca lo admitiría a voz alta, no sabía por qué estaba tan empeñada con el chico, quizás porque la había rechazado aunque estaba segura que no era por eso. No es como si fuera la primera vez que alguien la rechazaba. 

Tampoco sabía si era por el simple hecho de saber que formaban parte de una sola alma, almas gemelas; destinadas, como bien había dicho, desde antes de nacer. Nadie más merecía al Dios como ella, aunque no hubiese hecho nada para merecerlo, era como si los Dioses le dieran el regalo más importante, como había dicho Nash, algo tan importante, tan especial tanto como para humanos que como para los Dioses, lo que no entendía era por qué Shawn tenía que ser tan testarudo. Si, quizás su definición del amor no estaba del todo equivocada pero ¿Tanto le costaba darle una oportunidad la morena? 

Nunca había deseado tanto demostrarle a alguien que ella valía la pena, que valía la pena el dolor, los retos, todo. Y nunca lo había deseado por que nunca tuvo la necesidad de demostrar nada pero con Shawn todo era tan nuevo, un tumulto de emociones que subían y bajaban conforme pensaba en él. Si tan solo supiera que hacer...

Y como si los Dioses lo hubiesen escuchado, y estaba segura que era así, Nash apareció delante de él con el ceño fruncido y una mirada compasiva, no habían rastros de burla como cuando apareció en su habitación, quizás fue porque Camila parecía a punto de soltarse a llorar a la mínima, aun tenia los puños cerrados y la respiración como si hubiese corrido kilómetros y así se sentía; cansada causa del sueño perdido de ayer, estresada por no saber qué hacer, y para qué negarlo con el orgullo por los suelos. 

Aquellas palabras del rizado aun continuaban repitiéndose en su cabeza al mejor estilo de un disco rayado. Ni siquiera se movió de su sitio cuando Nash se dejo caer a su lado, como si no notara su presencia pero era obvio que si lo hacía. Nash se aclaro la garganta buscando que decir, o mejor dicho, como decirlo ya que él estaba acostumbrado a decir las cosas sin importarle lastimar a nadie, las soltaba como vinieran pero aquella chica se veía tan frágil que sintió pena por ella. Shawn sí que podía ser cabezota cuando quería, Zeus estuvo a punto de clavarle un rayo en plena cabeza cuando escucho lo que le decía la morena pero desde luego nadie podía interferir, al final la decisión era solo de Shawn, ni siquiera de la chica delante de sus ojos, no, todo el peso lo llevaba Shawn en sus hombros. Aquel que tenía un concepto tan rayado y mal logrado del amor que se fue acentuando a lo largo de las constantes llamadas por chicas y chicos desesperados por una ilusión, ver aquellas personas a las que había flechado sufrir las pérdidas de sus "seres amados" cuando estos se cansaban de ellos. Shawn era como un niño, principalmente porque aun continuaba siéndolo. Sin importar los años que tuviera su inocencia aun estaba presente, aun temía a lo desconocido, a los sentimientos pero principalmente temía a no saber controlarlos, a entregarlo todo y que le lastimaran como había visto tantas veces.

— Camila, he venido a hablarte de Shawn —bien, eso no había sido sutil, pero de nuevo él no sabía cómo decir las cosas, así que debía conformarse con lo que saliera.

— Él no quiere saber nada de mí —dijo Camila lo más tranquila que pudo fingir, se felicito mentalmente porque su voz no sonó débil, no se quebró, era fría como si realmente no le importara.

— Ya, nos dimos cuentas —Camila frunció el ceño, que todos los Dioses vieran el rechazo tan inminente no le hacía nada de gracia ¿Qué no podían darle privacidad?

— ¿Qué haces aquí entonces? —contesto más ruda de lo que pretendía.

— Conozco a Shawn mejor que cualquiera, he sido su amigo durante tanto tiempo que parecemos un matrimonio, si realmente quieres ir en serio con él, si quieres tener tan siquiera una pequeña oportunidad tienes mucho que aprender acerca de él y su forma de ser. —Camila no dijo nada por lo que siguió hablando— Lo primero que debes entender es lo difícil que ha sido para Shawn ser forzado a actuar bajo los antojos de jóvenes mujeres y hombres tontos y obligar a hombres y mujeres inocentes a enamorarse de ellos. Durante casi medio siglo vio a centenares de personas obligados de mala gana a amar a otras cuando ellos no tenían opción de escoger. Y entonces, cuando esas mujeres u hombres estaban cansados de ellos, los dejaban de lado frívolamente, dejándolos rotos y amandolos todavía. Shawn creció amargado, mirando como el amor que se supone él representa era tratado como un juego enfermo y torcido. Shawn creció odiando la forma en que los mortales se habían convertido, sobre todo cuando se alejaron de la religión y se enfocaron más en los adelantos en la ciencia y tecnología. Shawn no cree que los humanos sepan lo que es en verdad es el amor y nadie puede culparlo realmente por ello. ¿Cierto? —Camila hizo una mueca mirando al cielo, se imaginaba a Shawn siendo llamado una y otra vez a un lugar donde obviamente no quería estar y hacer un trabajo que no escogió, forzado a estar incluso lejos de lo que él podría considerar su hogar ya que había vivido tanto tiempo en el Olimpo. Miro de nuevo a donde se encontraba el mensajero y suspiró frustrada. ¿Qué se suponía que debía hacer?

La Dirección de Cupido /ADAPTACIÓN/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora