Ya pasaba más tiempo donde mi mamá bebía más el jarabe y mi padre salía de casa y volvía muy tarde, Violeta insistía de que mi padre se iba con otra mujer, la misma del carrusel.
-Todos son iguales –dijo ella enojada
-¿Quiénes? –pregunte inocente
-Los hombres de jengibre ¿Quién más?
Agache mi cabeza en signo de que me dolió su respuesta, ella solo me miro sin su mirada de odio, sino que pude incluso jurar de que estaba sonriendo, una sonrisa chueca característica de ella cuando se a compadecido de mí y mi alma.
-Lo lamento, pero sabes que me desespero fácilmente
-Ya no importa, lo entiendo –conteste con una sonrisa de oreja a oreja
-Eres mi mejor amiga –dijo abrazándome
Yo solo correspondí el abrazo, de un momento a otro las dos comenzamos a jugar en mi habitación. Eran momentos como estos los que disfrutaba estar con ella, donde éramos realmente niñas pasando un lindo momento donde nuestra imaginación no tiene límites.
Todo iba de maravilla hasta que al parecer mi papá llego temprano y comenzó a discutir con mi mamá.
-Otra vez van a gritar y arruinar la hora del té –le dije triste a Violeta
-Sígueme, vamos al bosque
-Pero, nos van a regañar
-Nadie se dará cuenta
Y así fue tal y como dijo ella, abrí la puerta y la seguía llevándome directo a un bosque, tan frio que esta agradecida de traer pantalón, pero al mismo tiempo maldecía por no llevar un suéter.
-Estoy aburrida y tengo frio –dije quejándome
-¿Quieres entrar en calor?
Solo asentí con la baza mientras frotaba mis brazos
-¡Las tares!
Dijo y se echó a correr, yo solo la iba siguiendo hasta que la atrape
-Te toque las traes
Corrí dirección opuesta, no me di cuenta y poco a poco nos alejamos de la ciudad, adentrándonos más al bosque donde nosotras seguíamos jugando tranquilamente, ella me alcanzo y yo la volvía atrapar, así sucesivamente hasta que en un momento donde me tocaba alcanzarla, cuando la encontré la vi mirando hacia una casa que se veía muy lujosa, yo lo miraba sorprendida ya que se veía que era de una familia de mucho dinero, en cambio Violeta solo la miraba con furia, tenía sus puños cerrados, yo solo para animarla le dije que entráramos
-Está abandonada –dijo ella sin un tono de voz, solo uno serio
-Entonces no pasara nada
-Ese era mi hogar, y estoy mejor sin volver a el, tu no debes entrar y yo no debo volver a entrar.
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Diario de una niña...¿Normal?
HorrorVen a conocer una historia de una niña, sin sentimientos, sin culpas. La inocencia de cualquier infante a esta edad, jugar, correr, robar las galletas del frasco de la cocina, hacer nuevos amigos... ¿Hacer amigos? ¿Por qué no dije que conocer nuevos...