Capitulo #2: Pasado

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Yo no tuve infancia. Me pase casi toda mi niñez sufriendo a manos de mis padres, ellos siempre me lastimaban cuando les daba la gana. Empezaron con los insultos y después pasaron a los golpes. Me decían muchas veces que yo era un fracaso, que era un error y nunca debí nacer y lo peor fue que les creía, solo era un niño. Siempre cuando llegaban de trabajar y tenían alguna frustración o enojo lo descargaban todo conmigo. Nunca me dejaban salir de la casa y me restringían todo.

Cuando cumplí 7 años me dejaron ir al Kinder y ahí pararon los abusos un poco. Pero no nos equivoquemos, fue por que yo lo había pedido, lo había suplicado ya que quería ser algo mas que un simple saco de boxeo. Siempre crei que me habían dejado ir porque querían deshacerse de mi.

Yo era diferente a los otros niños pero aun con esas diferencias me aceptaban como yo era, algo que afecto un poco mi conducta. Siempre trataba de aprovechar todo el tiempo posible con mis amigos y que me prestaran un poco de atencion. Mis compañeros ni la maestra nunca se dieron cuenta de que algo iba mal conmigo o con mi familia ya que sabía disimular muy bien, sabía cual era la mascara perfecta que debía usar en cada situación. En ese tiempo aprendí muchas cosas valiosas, una entre ellas era como fingir.

Llegue a la escuela y todo se torno diferente, ya no era lo que solía ser el kinder, ahora todo era mas cruel y con dolor tuve que incorporarme a ese mundo, un mundo que no dudo en destrozarme de todas las maneras posibles. Ya no bastaba que me agredieran mis padres, ahora tenían que juntarse mis nuevos compañeros. Lo peor es que el maestro no se daba cuenta y si yo le decía a el lo que me hacían, no me creía y al día siguiente me hacían más bullying. Todos me tomaban por mentiroso y los que no me agredían ya no se me querían acercar.

En cuarto grado cambiaron las cosas. A mitad de año llego una nueva profesora, todavía me acuerdo muy bien, fue la mejor maestra que tuve en esa escuela. Ella tenía el pelo castaño con ojos color miel, con una mirada agradecida y una personalidad muy amable. Solo paso una semana cuando se dio cuenta del acoso que pasaba. Ese día, puso orden la clase e impidió que me hicieran mas daño. Tambien trato de hablar con mis padres para informarles de la situación que pasaba pero nunca pudo porque ellos nunca dieron "señales de vida".

Ella empezó a sospechar de la situación de mis padres 2 semanas antes de que todo cambiara. Me preguntaba como me había echo algunos golpes y quemaduras que se veían muy feas y si me estaban volviendo a molestar pero yo le respondía con varias excusas como que me había caído o que me había golpeado con una puerta.

Antes de terminar el año mis padres me dieron la peor paliza de mi vida, dejándome ese día inconsciente por largos periodos de tiempo. Una semana después me encontraba en mi cuarto sin poder moverme sin dolor, no quería salir ya que no quería mas golpes de mis padres ni mas insultos. Mi animo y autoestima estaba tan baja que no quería hacer nada, ni comer. El hambre me estaba matando lentamente pero no estaba ni cerca del dolor que ya había sentido. Estaba seguro que no iba a pasar de mañana.

Mis pensamientos se detuvieron al oír el timbre, mis padres no estaban y yo no podía ni quería contestar. Cerré mis ojos lentamente y me desconecte de mi mente.

Estaba feliz

Feliz de que ya ni iba a sufrir mas.

Sentí una especie de niebla alrededor mio, como estuviera cubierto con una manta negra y cálida, pensé que era la muerte y la espere con ansias. De pronto la manta se hizo liquido que entro por mi brazo y recorrió todo mi cuerpo. Me estaba empezando a asustar, alrededor de la gran nada empezaron a aparecer rostros conocidos y terroríficos. Los de mis padres. Me volvían a maltratar pero esta vez no sentí dolor. Fue como si fueran hologramas.

Al ver que no podían descargar su furia conmigo a través de golpes, empezaron a hacerlo con palabras.

Y es que las personas no se dan cuenta que las palabras destruyen mas que las armas. Las lagrimas recorrieron mis mejillas y trate de taparme los oídos para no escuchar pero se hicieron mas fuertes. Cuando estaba por volverme loco, abrí los ojos lentamente para ver un cuarto blanco y oler los típicos químicos de hospital. Me empezaba a sentir mareado y lo peor es que no podía sacar mis negativos pensamientos de mi mente.

El dolor de una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora