Memories [ShowHyuk / ShowMin]

2

El teléfono suena sin detenerse sobre la mesita de noche. Esta es la llamada número cinco y sigo sin contestar. No quiero escuchar su voz, no quiero caer nuevamente en sus peticiones. No quiero escuchar las mentiras saliendo tan fácil de su boca.

Cierro los ojos con fuerza decidiendo tomar una ducha en vez de caer en la tentación de solo escuchar su voz.

Son las cinco de la mañana.

Ni siquiera puedo imaginar qué hace despierto a esta hora, ni con quién.

Una de las cosas que Minhyuk me pidió cuando comenzamos a salir a escondidas, fue que le diera su espacio y jamás tratara de controlarlo.

He sido paciente. Le he dado su espacio, su tiempo... pero ¿Qué hay de nuestro tiempo y nuestro espacio? ¿Qué hay de nosotros?

Niego con la cabeza tomando una toalla limpia del armario. Me meto a la ducha cerrando la puerta para no tener que escuchar el sonido del teléfono.

Una vez salgo, el silencio es ensordecedor pero me tranquiliza de cierto modo. Mi teléfono ha dejado de sonar, son las cinco y media de la mañana y necesito salir a las seis y media. Tardo cerca de una hora en llegar a la estación cerca de mi trabajo, luego tardo quince minutos en caminar hasta allí.

Busco unos jeans negros y una camiseta gris, un sweater oscuro y salgo a preparar algo para desayunar.

No alcanzo a dar ni un sorbo a mi café cuando la puerta es fuertemente aporreada.

– ¡Abre la puerta, Shownu! –exclama una voz demasiado conocida para mi propio bien– ¡Vamos, abre la puerta! –.

Ebrio... por supuesto, porqué otra razón va a llamar como un desesperado.

Suelto un suspiro y me levanto en camino a la puerta. Me tomo un par de segundos en abrir y cuando lo hago recibo un cuerpo entre mis brazos que cae sin equilibrio.

– ¿Por qué no abrías? Sabes que te estuve llamando, tampoco respondiste mis llamadas ¿estás evitándome? –huele a alcohol por todos lados, aunque debo de alabar su manera de hablar, ni siquiera arrastra las palabras.

– Estaba tomando una ducha –respondo poniéndolo de pie. Lo apoyo contra la pared para que no caiga mientras cierro la puerta nuevamente.

Le doy la espalda, sin esperar a ver si puede caminar por su cuenta o no. No quiero ver su rostro. Estoy cansado.

– ¿Ahora me ignoras? –pregunta con un tono de voz dolido– ¿Acaso ya empezaste a revolcarte con otro? ¿Dónde está? –.

Comienza a caminar rápidamente a mi habitación, gritando como un loco en busca de una persona que ni siquiera existe. Suelto un suspiro nuevamente dirigiéndome al lugar donde mi café está enfriándose al igual que las tostadas.

Preparo un café cargado sin azúcar y saco una botella de agua que dejo sobre la barra. Busco unas pastillas y las dejo junto a la botella.

Le doy un par de sorbos rápidos a mi café y un par de mordidas al pan antes de tirar todo a la basura.

– ¡Dónde está, Hyunwoo! ¡Sé que está aquí! –sigue gritando.

Espero hasta que ha revisado todo el departamento y llega de nuevo a mí, viéndose realmente agitado.

Lo sujeto de los brazos para que deje de moverse y respire profundamente. Despejo el cabello de su rostro y le doy un beso en la frente tratando de eliminar los pensamientos que me invaden.

¿Con quién habrá estado bebiendo? ¿Qué habrá hecho con esa persona? ¿Me engaña? ¿Me quiere? ¿Cuánto tiempo podremos seguir juntos sin rompernos más? ¿Cuánto soportaré a su lado? ¿Podré pedirle que esté conmigo más tiempo sin que me mande al carajo? ¿Por qué me invade el dolor y la tristeza al verlo? ¿Por qué aun cuando estoy tocándolo siento que no es mío ni real?...

– Debo ir a trabajar –murmuro mirándolo a los ojos. Aparto el cabello rebelde que me impide ver bien sus ojos– Te quiero mucho –susurro dándole una sonrisa pequeña.

Él solo me observa sin decir nada, podría decir que parece adolorido, pero eso no es así. Simplemente es el efecto del alcohol, sus movimientos y acciones no son las correctas.

– Por favor, siéntete como en tu casa. Sabes dónde está todo –le digo antes de dejarlo solo para ir en busca de mi abrigo– Y por favor toma las pastillas que dejé sobre la barra, aliméntate y si quieres dormir aquí, eres libre de hacerlo –.

Tomo las llaves, mi cartera y abandono el apartamento cerrando la puerta tras de mí con un dolor agudo en el pecho.

No veo cómo vamos a seguir juntos de esta forma.

Y duele.

Mucho.