Capítulo 3

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"Decían que lo hacía para librar al mundo de pérfidos. Y no lo hacía por eso. Nada de psicologías profundas, ¿eh? No siempre funcionan."

El refrigerador estaba funcionando desde que la oficina había sido reformada hace un par de años. Lo había pedido y así se lo había dado. El perímetro estaba completamente asegurado con el personal de Justin. Justamente como él ordenaba y quería. Podría decirse que todo lo que él decía, lo tenía. Para ser un ex preso, era lo bastante autoritario para seguir adelante el hotel y sus negocios. 

Teclea en su computadora y sonríe al ver el vídeo de seguridad en el que estaba Nyla parando oreja entre las paredes del pasillo de su propia oficina. Era una completa curiosa, y chismosa. Sospechó esa actitud desde que la vio entrar. De igual manera, no le sorprendía. Le había dado muchas indirectas en el recorrido del Hotel y por cuenta propia, ella se encargó de observar cada rincón como sabiendo qué rayos había detrás de cada puerta. Apaga el computador con satisfacción y se dispone a caminar hasta la biblioteca. Toma el mismo libro de hace horas y en el lugar de dicho objeto, aprieta un botón rojizo que abre una puerta corrediza detrás del estante de libros. Vuelve a colocar el libro y se adentra. 

El lugar era pequeño, pero aún así parecía ser más grande que la oficina en general. La pared y el piso era de cerámica blanca de porcelanato. Había una canilla y una bañera hecha trizas y sucia. Abre la pequeña nevera y de allí saca bolsas de suero porta sangre, frescos y con apariencia de buena calidad. Abre una sin importar que poco manche el suelo y bebe con desesperación, saboreando el fluido frío entre sus labios, refrescándose con la misma. En su mente estaba la morena de ojos claros, su piel blanca entre sus dientes y su cabellera cayendo en su nariz; oliendo cual perfume a fresas que podría tener. Era un delirio aquella fémina que recorrió su hotel planta por planta. Inclusive su presencia le causaba placer.

Se desliza contra la pared hasta caer sentado al suelo, aún tomando de la sangre hasta terminarla por completo. El traje de lujo estaba repleto de plasma roja, casi negra. Y sus dientes de la misma manera. La nevera estaba lleno de porta sangres y restos de partes humanas mutiladas, en buen estado. Solía darse manjares los fines de semana cuando el hotel estaba lleno, era una discordia pensar en comer su menú o el que había afuera. Al pasar los años, su deseo iba disminuyendo pero él sabía que no era cierto. Iba aumentado, como también de huéspedes. 

La gente murmuraba cosas, la mayoría cierta, la minoría errónea. Estaban consientes algunos de quién era el propietario de la mansión, pero se callaban la boca por su propia seguridad.

Él era así; manipulable, posesivo y caníbal.

— ¿Justin? — Raquel pregunta con la voz suave. La puerta se encontraba abierta y él, completamente manchado de sangre. Detestaba que interrumpan y que se metan sin que nadie les haya llamado. Como la muchacha había hecho. Desde que comenzó a trabajar, sabía todo. Como lo que había detrás de cada puerta, como también las mujeres que habían pasado en su cama. No le conocía en su totalidad, ni tampoco había cruzado más de seis palabras con él, pero sí sabía lo suficiente para no involucrarse totalmente en su vida privada. 

Justin gruñe y tira la bolsa plástica vacía, manchando también el suelo con restos de linfa fresca. Se para y camina hasta la entrada, cerrando la pequeña puerta tras su espalda. Raquel le observa con terror en los ojos, puesto que nunca había presenciado una imagen como tal. De él en su estado menos favorable. O al menos por esa ocasión. 

—Sólo quería saber si estabas bien...  —Comienza a decir, mientras le temblaba la voz. Le recordó a Nyla, tan débil e inocente. No le causaba nada aquella peliroja, ni un poco de lo que Nyla había causado en él. Fascinación. Su puño se marca y tensa la mandíbula mientras la ve parada con el uniforme de sirvienta.

— ¿Qué he dicho sobre tener la falda más arriba de las rodillas?  — Casi grita, enojado. Odiaba que sus empleadas llevaran una apariencia de ese tipo con su presencia. No porque le parecía vulgar o desagradable, le encantaba, pero era detestable ver y no tocar. Y no justamente tocar en ese sentido. Sube la mirada de sus piernas hasta sus ojos marrones. La mujer junta sus muslos y es la gota que rebalsa el vaso. Se acerca como una bestia hasta su anatomía y la toma de las muñecas, apoyándola contra la pared más próxima. Raquel siente temor, y él se alimenta de aquello. Se queda quieta y entre cierra los ojos, sin querer ver más su rostro y boca repleta de sangre. —¿Me bajas la mirada mientras en los pasillos te la das de zorra con los empleados? —Ruge con ferocidad, sintiendo su piel caliente de euforia. La vena en su cuello se nota prepotente, a punto de explotar. Estaba molesto. La joven abre los ojos de apoco y no sabe qué hacer ni qué decir, estaba por completo a su merced y sin escapatoria. 

Justin acerca su boca sucia hasta su mejilla, manchándole con la frescura de su anterior acto. Su olor a mujer le enloquece, pero su esencia en sí no le mueve un pelo. Y no era una excusa para devorarla y matarla, no le importaba quién era y qué hacía. De él no se salvaba nadie, ni su padre. Mueve su rostro hasta el centro del suyo y muerde su labio inferior con fuerza, causándole dolor a la muchacha. Lo nota cuando comienza a chillar y a zafarse de su agarre. Le resta importancia y aumenta el apretón hasta sentir el sabor metálico de su sangre rozar su lengua. Tira y le corta un pedazo de labio, mientras que ella lloriquea del dolor y trata de meter el labio hacia adentro para calmar la tortura. Justin, por otra parte, sonríe con los dientes llenos de sangre y la suelta; viendo como sale corriendo de la oficina con las manos en la boca.

Su cuerpo estaba tenso, tenía mal estar. Hambre. Vuelve al escritorio y reproduce por segunda vez el vídeo en el que estaba Nyla torpemente caminando por los pasillos hasta detenerse en seco para escuchar lo que él y su padre hablaban. Se veía borroso y entre cortado, puesto a que era sólo una grabación de emergencia. Pero claramente se observaba a la morena apoyándose en la pared para escuchar con más detenimiento. Sonríe, volviendo a reproducir el vídeo y deleitándose con las vistas.





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Próximamente trailer. 

Caníbal © (+18) EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora