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Ella estaba feliz. Habían suspendido a Midori, había hecho nuevas amigas y esa tarde su madre le había dicho que al día siguiente compraría el aparato auditivo. Ella quería volver a escuchar, estaba impaciente, pero sabía que tenía que esperar.

•••

Al día siguiente ella no quería ir a la escuela, sólo quería estar en casa y esperar a que su madre llegara con el aparato auditivo. En las clases estaba nerviosa, obviamente sus amigos le preguntaron porqué estaba así, y a través de la libreta escribió todo. Sus amigos estaban felices por ella, ya querían que ella hablara con ellos, que les contara algunas anécdotas, etc.

Al final del día le dijo a Fuyuhiko que no podría ir con él a recoger a su hermana, que se iría a casa para poder probar el aparato con su madre, su amigo no se negó, le encantaba ver a Peko feliz.

Iba corriendo por las calles hasta que por fin vio su casa a lo lejos, esperaba que al entrar estuviera su madre con el aparato auditivo en sus manos y una gran sonrisa. Cuando entró vio a su madre en la mesa leyendo, parecía que era el instructivo pero eso no le quitaba la gran sonrisa que tenía, después sacó el aparato auditivo y parecía que le estaba ajustando algo.

Cuando se dio cuenta de la presencia de su hija, volteó a verla y la saludó, le explicó por medio de las señas como funcionaría el aparato. Peko sintió como algo era colocado en su oído y su mamá se le quedaba viendo.

— ¿Me escuchas? — Peko estaba sorprendida, podía volver a escuchar, sentía que se le salían las lagrimas de alegría. Quería hablarle a su madre y decirle lo feliz que estaba pero las palabras no salían y su madre notó esto. — Tranquila, sé que quieres hablar pero como pasaste casi un mes sin hacerlo lo más probable es que te cueste hacerlo ahora pero cada día intentarás decir algo para que vuelvas a hablar normalmente. — Ella sólo asintió. — Para que los demás no pregunten acerca de esto, tienes que cubrir tus orejas con tu cabello. — Lo acomodó de tal forma que los mechones que caían sobre sus orejas cubriendo todo.

En el resto del día Peko le contó sobre la suspensión de Midori y su madre también se alegró y esperaba que las cosas con esa niña ya no siguieran así y que después de la suspensión Midori ya no se metiera con su hija.

Al día siguiente Fuyuhiko junto con Natsumi fueron a recoger a Peko y les explicó que todavía no podría hablar porque le costaba hacerlo, pero que cada día practicaría para que así pudiera hablar. Al llegar a la escuela se sintió feliz de por fin escuchar las voces de Akane, Sonia, la de los demás. Fuyuhiko les explicó a sus amigas de que Peko no podría hablar pero con el tiempo lo lograría.

Fuyuhiko notó que su amiga dejaba caer su cabello sobre sus orejas y cuando lo movió un poco, se dio cuenta que lo hacía para tapar el aparato auditivo, lo que le gustó más es que en todo el día ella tuvo una sonrisa que nadie se la podía quitar.

  •••  

Los demás días se pasaron normales, Peko se sentía demasiado feliz, sus amigos también estaban felices por ella, todo parecía ir bien. Pero esa aura de felicidad desapareció cuando Midori regresó de su suspensión.

Desde el asiento de Midori—que estaba unos lugares más atrás de Peko—podía notar que dejaba caer mechones de su cabello sobre sus orejas y también veía que algo resaltaba de esta, quería ver que era lo que tenía ahí pero con Fuyuhiko a su lado, no dejaría que ella se acercara a Peko. 

Para su suerte en una clase la maestra le pidió al rubio que dejara unos papeles en otro salón, aprovechó esa oportunidad y se levantó de su asiento, no le importaba que los demás se le quedaran viendo, hasta que llegó al lugar de Peko y de manera brusca apartó los mechones de cabello, vio el aparato auditivo y lo jaló con fuerza haciendo que la contraria soltada un quejido de dolor. Para Peko fue tan rápido lo que pasó que le fue imposible detenerla.

— ¿Qué es esto? ¿Es algo para que se te quite la sordera? — Si antes el salón no sabía que Peko era sorda, ahora todos estaban enterados. Midori seguía viendo el pequeño aparato en su mano, hasta que vio algo en esta. — ¿Sangre? — Cuando dirigió su vista hacia Peko se dio cuenta de que se estaba tapando su oído pero lo que más llamó su atención es que una gota de sangre se deslizaba por su brazo. 

Fue ahí donde lo comprendió.

De tanta fuerza que aplicó para sacar el aparato, le había hecho sangrar el oído a Peko y no se arrepentía de hacerlo.

Señas «KuzuPeko»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora