Cap1

290 9 2
                                    

Capítulo 1
XX: Veamos... ¿Qué tenemos acá?
YY: ¡Es Camila Cabello! ¡Nuestra lesbiana favorita!
Dinah: ¡Luis! ¡Austin! ¡Déjenla en paz! -Amenazó- Se los advierto.
Camila: Déjalos, Dinah. No me importa.
Normani: Pero a nosotros si nos importa, Mila, y hasta que estos idiotas no te dejen en paz...
Luis:  ¡Cállate de una vez! ¡Nosotros haremos con ella lo que queramos!


Camila dejo escapar un leve gemido. Sabía lo que aquellas palabras significaban: La golpearían... De nuevo.


Normani: ¡No van a tocarla!
Austin: ¿Y qué pasará si lo hago? ¿Qué me harán? -Preguntó con una sonrisa típica de villano de película.
Dinah: No querrás saberlo, Austin Mahone.


Luis miró a Austin mientras ambos reían con locura y asintió aun con una sonrisa perversa en el rostro.
Fue entonces cuando Austin sujetó el cabello de Camila con una mano, la hizo retroceder hasta los casilleros y luego enterró su rodilla en su estomago. Un grito de dolor escapó de sus labios. Cuando el chico la soltó cayó al suelo jadeando, intentado recuperarse del golpe.
Lágrimas ya resbalaban por sus mejillas.


Austin: Maldita les...


Pero Austin no pudo culminar su frase, pues Dinah ya se había lanzado sobre él y estaba golpeándolo con todas las fuerzas que tenía mientras Normani intentaba detener a Luis.


Dinah: ¡Corre Mila! -Gritó.


Camila no dudó ni un segundo en hacerlo.
Con el estómago aun doliéndole corrió hasta llegar al estacionamiento. Una vez allí busco las llaves de su auto desenfrenadamente hasta dar con ellas. Un minuto después Camila surcaba las calles en dirección a casa a máxima velocidad con lágrimas en los ojos y un terrible dolor en el vientre.
Al llegar, como siempre, la casa estaba vacía. Su madre y su padrastro solían trabajar hasta muy tarde, y Sofi, su pequeña hermana, era cuidada por su tía durante las tardes. Camila suspiró. A veces deseaba poder llegar, abrazar a su madre y contarle lo que había sucedido... Pero no podía.
Y cuándo tenía la oportunidad no lo hacía, pues tenía miedo de que la llamaran cobarde.
Ya tenía bastante con que todos en la escuela (Exceptuando Dinah, Normani y un par de gays) la llamaran estúpida lesbiana. No quería ser la estúpida lesbiana cobarde.
Triste y adolorida Camila subió a su habitación y comenzó a llorar.


Camila: ¡ERES TAN ESTUPIDA! ¡¿POR QUE NO DEJASTE QUE TE BESARA ESA VEZ?! ¡¿POR QUÉ, IDIOTA?! -Se gritaba a sí misma mientras lloraba sobre su cama.
***


Austin: Vamos, Camila, sé que quieres hacerlo -Había dicho Austin mientras la mantenía presa entre los casilleros y sus brazos.

Camila se sentía asqueada por su olor a sudor, por sus labios demasiado cerca de los suyos, por sus brazos demasiado grandes para su gusto...

Camila: Austin, yo... no... no quiero -Dijo con nerviosismo en su voz.
Austin: Vamos, Camila, solo un beso.
Camila: No... ya... ya te lo dije -Se negaba mientras intentaba empujarlo, pero su fuerza era increíblemente superior a la de ella.
Austin: ¿Por qué no?

Camila se quedo callada. Sabía lo que sucedería que si lo decía. En México había cambiado de escuela tres veces por esa razón.

Austin: El que calla otorga, preciosa.

Y, lentamente, Austin acercó sus labios a los de Camila.
Ella cerró los ojos fuertemente, esperando que al abrirlos todo fuese una muy mala pesadilla. Pero no era así. Sus bocas casi se tocaban y Camila estaba aterrada. Cuando Austin rozó sus labios ligeramente con los suyos Camila ya no pudo contenerse.

Camila: Me gustan las chicas...

Él se alejó un poco y la miró con confusión

Austin: ¿Qué acabas de decir?
Camila: Soy... soy lesbiana.

Austin sonrió. Sonrió de esa manera en la que sonríen los villanos de toda película. Con malicia, odio y unos grandes deseos de golpearle el trasero a alguien.

Camila: Austin, por favor, no... no le digas a nadie... yo...yo solo...

Austin sonrió aun más, y Camila pensó que no iba a hacerle nada. Entonces la mano del chico aterrizó en su mejilla, haciéndole voltear la cara y ver estrellitas por unos instantes. Cuando Camila volvió a mirarlo Austin ya no estaba sonriendo.

Austin: Maldita lesbiana -Dijo, y se fue.

Así comenzó el infierno.
***


Camila: ¡ME ODIO! ¡¿POR QUE NO PUEDO SER COMO LAS DEMÁS?! ¡¿POR QUE NO SALGO CON SIOPE O EL PRIMO DE DINAH?! ¡¿POR QUE TENGO QUE SER ASI?! ¡¿POR QUE ESTÚPIDA?! ¡¿POR QUE?!


De repente, la canción de One Direction que usaba como tono de llamada interrumpió su llanto. Atendió su teléfono sin siquiera ver el nombre.


Camila: ¿Hola?
XX: ¿Mila? ¿Estás bien?
Camila: Sí, Dinah... Al menos físicamente. Ya sabes, pudo ser peor...
Dinah: Yo creo haberle roto la nariz, pero no estoy segura. Ojala los otros hayan tomado fotos y las suban a Facebook. En serio quiero ver cómo le deje la nariz a ese payaso.


Camila rió entre lágrimas. Dinah era la única que podía hacerla sentir mejor en aquellos momentos en los que solo sabía odiarse a sí misma.


Camila: Créeme, yo también quiero ver eso.
Dinah:... Mila, quisiera ir a tu casa ahora -Dijo tiernamente-, pero tengo que cuidar a mis hermanos y... Mani aun no ha terminado su servicio comunitario, así que ella tampoco irá.
Camila: Le dije que escribir "Fuck You" y "Normani Was Here" en el auto de Luis no iba a ser bueno.
Dinah: Vamos, Camila, valió la pena. Si miras de cerca aun lees Normani en la puerta del copiloto.
Camila: Si lo ves de esa forma es como si Normani viajara a todas partes con Luis.


La risa de Dinah se escuchó al otro lado del altavoz. Camila rio también, contenta de que alguno de sus chistes hubiese sido lo suficientemente bueno como para hacer a Dinah reír.


Dinah: Oh, Dios, Mila, tengo que contarle esto a Mani.


Sin decir más Dinah colgó su celular
Y allí estaba Camila, de nuevo sola en su habitación, con el vientre adolorido y unas inmensas ganas de llorar.
Fue entonces cuando Camila miró hacia la ventana. No solía asomarse por allí, pues solo se podía ver la ventana de la casa vecina y un montón de arbustos sin podar. Pero ese día esa ventana tenía algo que le llamó la atención. Tal vez eran los rayos de sol que atravesaban el vidrio o la transparencia del cristal. Nadie jamás lo sabría.
Miró a través de ella con los ojos aun llenos de lágrimas y sonrió. El cielo estaba azul, las nubes parecían algodones y el sol brillaba como nunca. Aquel era un día realmente hermoso.
Entonces, cuando sus ojos decidieron bajar un poco, Camila la vio. En la casa vecina con una mano sobre la ventana, una chica de ojos claros -O al menos esto pudo notar a la distancia-, cabello oscuro y tez pálida, la estaba mirando. No estaba sonriendo, llorando o enojada. Solo la estaba mirando.
En cuanto la chica se dio cuenta de que Camila había notado su presencia abrió los ojos como platos, bajó la mirada y luego solo se dio media vuelta y se recostó sobre su cama, donde comenzó a escribir en... ¿Era eso un periódico? ¿Acaso estaba ella rellenando un crucigrama? Los pocos segundos que Camila la había visto, había notado que tal vez tendría su edad, así que no podía imaginar que alguien tan joven estuviese haciendo algo tan aburrido como un crucigrama del periódico.
Intrigada, Camila buscó un cuaderno de dibujo, un rotulador y escribió algunas palabras allí. Luego colocó el papel sobre la ventana y comenzó a golpear el vidrio intentando llamar la atención de la chica. Durante unos minutos la chica no reaccionó, tal y como si estuviese atrapada en su propio mundo. Entonces, lentamente, pareció darse cuenta del sonido y levantó la cabeza. Cuando sus miradas se encontraron ella la apartó rápidamente. Fue ese momento en el que sus ojos claros cayeron en el papel y comenzó a leerlo.


"¿Que estás haciendo?"


Sus ojos, a los dos metros que separaban ambas ventanas, parecieron llenarse de alegría, pero su rostro no lo demostró.
Se acercó lentamente a la ventana, como si estuviese dudando entre hacerlo o no, y luego colocó el periódico sobre la ventana. Como Camila lo había pensado, era un crucigrama. Sonrió. Por primera vez había adivinado algo en su vida sin tener que pedir una segunda oportunidad.
Entonces Camila bajó su mirada. Algo no estaba bien en uno de los brazos de la chica. Se veía un poco más grande que el otro, y una vena parecía sobresalirle. Lo miró con curiosidad, intentando descifrar que era lo que hacía que éste se viera así. Cuando finalmente se dio por vencida notó que la chica la estaba mirando con el ceño fruncido, como si estuviese intentando descifrar lo que Camila estaba haciendo. De nuevo, cuando sus ojos se encontraron, la chica de la ventana dejó de mirarla.
La chica se dio la vuelta y pareció estar buscando algo por la habitación. Luego volteó a ver a Camila y colocó una mano sobre su cabeza, aparentemente confundida. Finalmente abrió un cajón de su escritorio y sacó una hoja junto a un rotulador. Camila la miró fijamente mientras comenzaba a escribir.
Finalmente la chica terminó y colocó su papel sobre la ventana. Camila sonrió.


"¿Que estas mirando?"


Su letra era hermosa, pulcra, casi de computadora. Parecía irreal, así como la chica.
Camila pasó la página y comenzó a escribir. No escribió lo que antes había querido preguntar sobre su brazo. En realidad, solo escribió lo que estaba pensando mientras veía a la misteriosa chica de ojos claros.


"Eres hermosa"


Y por primera vez, Camila vio a la chica sonreír tímidamente.
Esa sonrisa borró todo lo malo que a Camila le había sucedido durante el día. Borró el dolor de su vientre, el odio hacia sí misma y las lágrimas de su cara. Todo con una tímida sonrisa que desapareció en segundos.
Cuando Camila volvió a fijarse en la ventana, había un nuevo papel allí.


"Tú también lo eres"


Camila se sonrojó y miró fijamente a la chica de ojos escurridizos, regalándole su mejor sonrisa. La chica de la ventana sonrió también, pero no como antes. Esta vez solo elevó una de las comisuras de sus labios, pero fue suficiente para Camila.
De repente, una mujer entro a la habitación de la chica sin llamar. Seguramente era su madre. Camila y la chica de la ventana soltaron sus hojas y miraron a la mujer atentamente. Pero, obviamente, la madre de la chica solo noto a su hija, porque a veces las personas están demasiado encerradas en su mundo como para mirar por la ventana.
La madre le dijo algo y la chica asintió, pero luego señaló unos tenis colocados en el rincón mientras chasqueaba los dedos. La madre suspiró y la chica se sentó en la cama. Unos minutos después la madre comenzó a colocarle y atarle sus zapatos. Camila alzó una ceja.


"Así que no sabes atarte los zapatos, chica de la ventana" pensó.


Cuando los zapatos estuvieron perfectamente puestos, la madre tomó a la chica del brazo y se la llevó.
La chica de la ventana ni siquiera miro hacia atrás.
... Camila esperó a la chica durante un par de horas mientras hacia los deberes de la escuela, y al terminarlos ella seguía sin aparecer. Se rindió cuando sus padres llegaron y su hermana menor la llamó para que fuera a cenar.


Alejandro: ¿Cómo te fue hoy, Kaki? -Preguntó su padrastro, quien era casi como su padre, pues vivía con ella desde que tenía cinco años.
Camila: Como siempre...
Sinuhe: ¡Vamos, Camila, danos más detalles!... ¿Hiciste algo nuevo hoy?


Camila sonrió al recordar su pequeña conversación con la chica de la ventana.
"Eres hermosa"
"Tú también lo eres"
Se sonrojó al recordar esto.


Camila: Sí... en realidad si -Dijo inconscientemente sin poder borrar la sonrisa de su cara.
Sinuhe: He visto esa cara, Kaki... ¿Conociste alguna chica hoy?


Camila sonrió. Sus padres aceptaban tan bien su sexualidad que a veces Camila pensaba que eran los padres de su mejor amiga.
Solo el padre de tu mejor amiga acepta tu sexualidad tan fácilmente, pues no son sus hijos quienes sufrirán el maltrato y discriminación de la sociedad.


Camila: Sí... -Aceptó tímidamente.

Sofi: ¿Y cómo se llama ella? -Preguntó emocionada.


La sonrisa de Camila se borró de su cara.
Aun no conocía el nombre de la chica de la ventana.


La Chica De La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora