Capítulo 12

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Me fui de vacaciones una semana a Torremolinos y desconecté de todo. Cuando volví, quedé con todo el mundo, menos con Aida y Lolo...

Estaba a punto de empezar el curso de 2° de Bachillerato, por otro lado ya no podía aguantar más con mi pareja, habíamos tenido muchas peleas y la cara que vi de ella en el tiempo que estuvimos era tan diferente a la de Aida que no me gustaba para nada, así que el primer día de instituto hablamos y rompimos.

Conforme transcurría el curso, mi vida se basaba en estudiar, y jugar al baloncesto. Aida se fue a pasar un tiempo indefinido con su familia en Elche, Lolo y yo nos quedamos bastante apenados. No suelo mostrar mis sentimientos de pena o tristeza, no me gusta que la gente se preocupe por mí, así que el último día que la vimos en Sevilla nos despedimos de ella y le di un abrazo, pero no le dije que la quería... No se lo he solido decir a mis amigos nunca, aunque no me daba cuenta que mis sentimientos por Aida no eran de amistad. Pasaba el tiempo y Lolo y yo la echábamos de menos. Nosotros quedábamos de vez en cuando, pero yo seguía yendome a jugar al baloncesto.

Estaba a la espera de una operación de menisco por una lesión que tuve, y por fin me llamaron para operarme. Avise a todo el mundo de que me operaban, sinceramente estaba cagado de miedo aunque no fuera nada. Me operaron, y me dijeron que no hiciera deporte hasta Navidad, decidí hacerle caso al médico por una vez pero no aguantaba más. El equipo que teníamos, que el año pasado fue bastante bien, poco a poco se fue disolviendo, y yo no podía hacer nada porque estaba con la rehabilitación, así que me quedé sin equipo.

Aida vino de Elche y sinceramente ni siquiera recuerdo si quedé con ella cuando llegó. Un día, que estaba jugando al baloncesto probando que tal iba mi rodilla, Lolo y Aida vinieron a saludarme y preguntarme que tal estaba, le di a Aida un abrazo bastante fuerte, esperando que entendiese que la había echado mucho de menos. Estuvimos un rato hablando hasta que decidieron irse.

Seguían pasando los días y yo seguía igual, del Instituto a casa y en casa estudiando, y los fines de semana quedaba con otros amigos, como siempre...

Lolo, Aida y yo quedamos un día para ver la película de "La Purga", y ofrecí que vinieran a mi casa a verla. Pasamos una buena tarde en mi cuarto los tres viendo la película, y en ese momento justo, empecé a darme cuenta de que seguía sintiendo cosas por Aida.

Pasé días pensando en que hacer, si decirle algo o no hacerlo y de hecho no tuve el valor para hablarle. Era diferente, la vez anterior me dio el empujón Chris, pero esta vez estaba solo. No le dije nada a nadie ya que era un pensamiento nefasto. Por mi cabeza rondaban cosas como: "Olvídalo, ni siquiera se habrá fijado en tí", "no volverás a salir con ella", "si la primera vez no funcionó, Aida no querrá volver a intentarlo", "aunque se lo digas, te dirá que no, pensará que volverá a ocurrir lo mismo que la otra vez".

Llegó Navidad, y el día de Nochevieja...

Aida y yo, como de costumbre empezamos a planear el cumpleaños de Lolo junto con él, pero se me ocurrió la idea de ese año mentir diciendo no íbamos.

Yo fui a comprar la botella de alcohol que Lolo y yo siempre bebíamos, y se la dejé a su madre, quien estaba al corriente de todo. También fui a comprar una cachimba portátil que le regalaría a Lolo, ya que él no tenía y le gustaban esas cosas.

Aida y yo hablamos y el día de Nochevieja le dijimos a Lolo cada uno por nuestro lado que no podríamos ir a la fiesta en su casa, ya que teníamos que estar ese año con nuestras familias... en fin, una excusa para que él creyese que no íbamos. Lo cierto es que se enfadó con nosotros, pero no le dimos importancia puesto que finalmente iríamos.

Cuando dieron las uvas, poco después de felicitar el año a la familia y tirar petardos con mi hermano, le dije a mi madre que me llevase a Sevilla, ya que estábamos en montequinto como el año anterior. Avisé a Aida de que ya iba en camino, y cuando llegué le dije que bajara y fuimos juntos a casa de Lolo. Como el año anterior, bajó preciosa, con su sonrisa perfecta de siempre, dedicádomela. Avisamos a la madre y entramos en su casa, Lolo estaba en su cuarto con el ordenador, la madre preparó las velas y le dijo que saliese.

Cuando Lolo abrió la puerta y empezamos todos a cantarle el cumpleaños feliz, la expresión de su cara se llenó de felicidad. Pasamos una buena noche, bebiendo, hablando, fumando cachimba y cantando en el juego de singstar para la play 3 que tenía su tío. De vez en cuando miraba a Aida sin que se diera cuenta, estaba tan guapa como siempre...

A Veces Los Comienzos Nunca Tienen FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora