Latidos

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  Casi no me creo que ahora llame suerte
a lo que pensé que jamás podría dejar de llamar dolor.

Casi no me creo que ahí tirada
en el fondo de mí misma
-muerta de frío-
quisieras sacarme a bailar y no me dejaras irme
cuando siéndote sincera tampoco hubiese podido irme yo.

Anoche el chico de detrás de la barra me dijo que me sienta bien esta sonrisa
y que a mi perfume le sienta bien el tuyo
y entendí que a veces es necesario dolerse una y otra vez
relamerse las heridas con y sin cuidado
y hasta morir en el intento para poder bailar sin miedo
sin temor caer, a volver a caer, sin prisas..
y contigo... resucitar en un orgasmo.

Necesito contaros algo.

Tiene una peca que dice que pocos ven
y que yo no puedo dejar de mirar
tiene una armadura de hielo en donde se abraza a sí misma
para entrar en calor y os juro que he visto cómo le crecen flores cada vez se deja llevar.

El día en que la veáis dormir
entenderéis de qué van los tratados de paz
y el día en que la veáis cabreada,
comprenderéis por qué Ulises se perdió en el mar.

Habla de Florencia como si hubiese vivido allí
y yo la escucho como si quisiera hacerle el amor
en cada una de esas calles

Se le llena la boca cuando habla de Da Vinci
y de cómo alguien pudo imaginar lo imposible
y volar sobre un papel

Habla de la muerte porque le besó un once
y desde entonces es un poco más dura,
más frágil y más humana.

No la he visto crecer
pero sé que le hubiese contado un millón de cuentos
o leído poemas de Tennyson para que cerrara los ojos.

De sus marcas no os voy a hablar
porque entonces me pasaría horas hablando de su boca
pero os diré que encantada alquilaría una habitación
entre su cuello y su nuca..
y me quedaría ahí,
tan quieta
que nunca sabría que no me he ido.

Tiene tantas manías como yo ganas de conocerlas todas
"no te asustes" me dice mientras me las muestra
"cómo alguien podría asustarse", pienso yo.

He visto barcos naufragar por distracciones menores
que la de su nariz cuando se ríe
he visto a sordos maldecir su suerte
por no poder escucharla hablar casi en susurros.

Tiene dos hoyuelos
uno tímido
y otro que me encanta.

Tiene una marca de nacimiento
justo donde acaba el precipicio de su espalda.

Y no hablemos de su pelo,
ni de su olor,
ni de la manera en que hace el amor,
ni sobre todo..
de su forma de follar.

No hablemos de calma
ni de mar,
ni de banderas,

porque para entender el oleaje...
antes... tendríais que conocerla a ella.  

Cartas de Monica GaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora