Capítulo 1

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ADONAI




¡Mamá! ¡Ayúdame! —me abraza, mientras me retuerzo con lágrimas en los ojos. Las  manos me tiemblan, la cabeza me da vueltas y siento como si el aire en mis pulmones no fuera suficiente —. Por favor...

Hay una extraña figura negra, parada frente a nosotros, mis ojos me duele porque no puedo dejar de verlo, no se mueve, simplemente está ahí —. Asustas a tu madre, pequeña.

¡Mamá dile que se calle! —la aferro más a mí, ella sólo se queda quieta mientras acaricia mi cabeza —. ¿Por qué no haces nada?

Shhhh, mi amor. Es sólo tu imaginación —niego, la forma se encoge a un lado de mi madre, sus ojos me espantan de cierto modo y se hiela mi sangre cuando sus ojos se dirigen a mamá —. Nada de lo que crees es real, haremos una oración, ¿te parece?

No mamá, me llama... ¡Me llama! ¡Dile que pare! —cierro los ojos con fuerza, sintiendo milones de susurros acariciar mis oídos —. No puedo oírte, ¡hace demasiado ruido!

Me abraza mientras susurra los rezos a Dios.

Aprieto los brazos de mamá, pero entonces siento algo aferrarse a mi mano, no me atrevo a abrir los ojos, no tengo la fuerza necesaria . Mamá... Tengo miedo.

Tranquila mi amor, el señor te cuidará.

Si sigues hablando de mí preocuparás a tu mamá, ¿no quieres eso verdad?  —de pronto esa voz toma forma en mi cabeza, mientras los susurros inaudibles hacen que mis oídos cosquilleen —. O tal vez no temes que ella no pueda protegerse a sí misma...

Niego, tengo miedo, tengo miedo a aquella voz que me llama. Pero mamá está temblando y apenas un segundo de silencio luego de los torturadores momentos previos, me permite apreciar sus sollozos, ¿por qué llora? No quiero que mamá llore. Aprieto los  dientes mientras contengo el aliento, los susurros volviendo a mis oídos.

¿Ya se ha callado, cielo? —pregunta mamá alejándose lo suficiente para acariciar mi rostro, una lágrima se escapa de mi ojo izquierdo. Asiento —. ¿Si?

Si...

—Buena niña.

Abro mis ojos, la pequeña cama se siente caliente y notando el resplandor que se filtra por la ventana a medio abrir me siento, miro mi mano, mis dedos tiemblan y suspiro. Los cierro en puños y tomo algo de aire mientras bajo mis pies de la cama, el suelo está frío y hace que parte de mi temperatura se equilibre, me pongo de pie una vez que mi respiración es regular y camino hasta el baño, me echo agua en la cara y froto mis ojos, tomo el cepillo de dientes y me lo llevo a la boca luego de ponerle dentrífico y mientras me cepillo los dientes con una mano, con la otra peino mi cabello. Tengo que ir al Instituto pronto, así que trato de hacerlo lo más rápido, oigo dos toques en la puerta.

—Luana. ¿Te has levantado ya? —la suave voz de mi hermana se oye clara, atribuyo eso a que la puerta de mi baño, que está abierta, es ccercana a la puerta de mi habitación —. ¿Luana?

Me enjuego la boca y escupo el líquido —Sí.

—Baja pronto.

—Bien.

No se oyeron más palabras, no eran necesarias, nuestras conversaciones eran las mismas siempre. Soy parte de los Evans, una familia tranquila que vive en lo que se suponía antes era Canadá, si no recuerdo mal, a veces me gusta leer sobre historia, el mundo de antes era diferente, había una forma diferente de dividir los terrenos, habían países, regiones, pueblos... La abuela solía contarme todo tipo de historias, y me preguntaba siempre si mis emociones al respecto debían ser tan contradictorias, a veces deseaba haber nacido en la época en que Adonai aún no era creada, pero al mismo tiempo me aterraba como era el ser humano antes, controlado pero al mismo tiempo libre, eso provocaba que actuaran como animales. La vida ahora no tiene nada de malo. No existen los pecados que existían antes, sin embargo, a la abuela le brillaban los ojos cuando hablaba del pasado y no creo que yo pueda hacer eso si llego a hablarle a alguien de Adonai en un futuro. Porque siento que Adonai es perfecta, la vida en AdonaiI es perfecta, pero tanta perfección requiere sacrificio, y a veces es un tanto... asfixiante.

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