Acoso

222 14 7
                                    


Los rayos del sol atravesaban la ventana de la habitación de la chica pelirroja que se encontraba dormida. Escuchó un ruido que procedía de su teléfono, eso le estaba provocando dolor de cabeza. Con la almohada se cubrió la cara pero el teléfono seguía sonando. Poco a poco abrió los ojos, su visión estaba borrosa; estiró la mano para tomar aquel objeto ruidoso con cierta pereza, quito la alarma y se volvió a dormir, enrollándose más en las sabanas y acomodando su cabeza en la almohada.

Abrió los ojos, volvió a tomar su teléfono y miro la hora.

— ¡No puede ser! ¡Me quede dormida! —se levantó y tropezó con la almohada, que se había caído cuando aventó las sabanas al momento de destaparse—. ¡Auch! —se quejó, tallándose la rodilla derecha en donde recibió el golpe. Sintió un fuerte dolor en su cabeza, al parecer tenia resaca, lo cual hacia que se quejara doblemente. Definitivamente había empezado su día con el pie izquierdo.

Tan rápido como pudo, se alistó; bajó a la cocina con los zapatos en la mano y tomo una rebanada de pan tostado frío que encontró en la nevera. Desde que había llegado no había podido hacer su despensa y se lamentaba el hecho no poder preparar el desayuno. Mientras se colocaba los zapatos reaccionó, dándose cuenta que su compañero de cuarto parecía seguir dormido, no veía algún rastro de él. Si esperaba el autobús era como media hora más que perdería y seria descontado de su salario, si tuviera un auto no habría problema; ella no tenía uno, pero Flippy sí. Pensándolo bien, era muy tímida y no quería molestarlo. Su teléfono vibró.

—Un mensaje —se dijo a si misma, su rostro se volvió blanco y una gota resbaló por su frente. Sin pensarlo dos veces subió las escaleras dirigiéndose al cuarto del chico y toco la puerta desesperadamente—. Flippy ¿estás despierto? Ne... necesito un gran favor.

Estuvo parada como 5 segundos y no escuchaba nada, puso su frente en la puerta.

—Me resignare al regaño —suspiro y giro la manilla de la puerta, cuando se abrió—. ¿Eh? —Asomo su cabeza y con mucha precaución dio un vistazo sin hacer ruido—. ¿Flippy? — susurró.

Con los ojos recorrió el cuarto de color blanco, solo tenía una mesa con fotos, un armario, una ventana grande y una cama, en la cual cierta persona estaba cubierta con la sabana hasta el pecho y dormía como un bebé. Poco a poco la chica entro con cautela, se dirigió hacia él y se quedó parada, analizando la situación.

— ¿Qué hago? —Murmuró—. Entre a su cuarto sin permiso... se molestará, me correrá, ¡y yo no quiero eso! ¿qué hago? —Puso las manos en su cabeza y caminó de derecha a izquierda. El chico se movió y giró al otro lado, dándole la espalda. Ella se quedó quieta—. Será mejor que me vaya.

Vio que la almohada caía al suelo y la recogió. La iba a poner en la cama cuando sintió que alguien tomó su mano, y jalo su cuerpo hacia la cama.

XxX

Giggles se encontraba en su hora de descanso y desayunaba con Cuddles.

—Así que por eso tú amiga vive con tu primo.

Ella le miró como una niña que hacia una travesura sin ser regañada, amaba su personalidad pero a veces se comportaba muy infantil.

—Si —Respondió Giggles, mientras bebía su taza de chocolate caliente.

—Y por lo otro que me contaste... ¿no es muy peligroso que ella viva sola con él? —Añadió, con cierto tono preocupado.

—Sí, lo sé —suspiro—. Pero desde que Flippy llegó de la guerra ha estado solo, volvió solo para internarse y bueno... una vez que se dio de alta, se encerró varios días en la casa que tío pop le consiguió. Poco a poco ha estado tratando de llevar su vida lo más normal posible pero quisiera que él tuviera a alguien con quien estar.

Mi nueva compañeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora