Mark se le quedó mirando sin saber si el cambia-formas lobo hablaba en serio o estaba bromeando. La sonrisa ladeada le dio la respuesta.
—No me gusta tu idea, ni un poquito —Se cruzó de brazos el felino—, no vamos a robarle a esos aldeanos, no lo haré —recalcando lo último golpeó con su pie desnudo el suelo.
El chico frente a Mark era la decisión encarnada. Sentado sobre el suelo era una oda a lo salvaje. La piel era dorada, el cabello negro caía en mechones hasta tapar parte de su frente, los ojos dorados atraparon los grises del felino. De pronto el gatito tuvo miedo, se sintió demasiado pequeño, demasiado solo. Lo peor de todo era que no podía pensar en un lugar donde le gustara estar que no fuera allí, con su lobo.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro cincelado del chico, levantando una ceja, comentó.
—Eres lindo, pero eso no quiere decir que no vaya a hacerlo. Conseguiré ropa y luego algo de comida, ya verás.
Antes de que Mark pudiera decir algo, Jackson invocó su forma de lobo y salió de allí sin darle mayores explicaciones al ofuscado chico de ojos azules que lo miraba boquiabierto.
—¡De verdad lo va a hacer! — chilló cambiando y corriendo tras el lobo idiota.
Los humanos lo iban a acribillar, de eso no le cabía duda. Más preocupado de lo que le gustaría reconocer, siguió al perro pulgoso con la idea de evitar a toda costa que el plan descabellado se llevara a cabo.
El sol ya estaba en el ocaso, el lobo había encontrado la aldea de pescadores. Dado que eran gente de costumbres madrugadoras, ya para esa hora todos estaban recogidos en sus casas. Con la pansa pegada al suelo, Jackson arrastro su peluda existencia hasta llegar a la parte de atrás de una choza, la que debía de ser la del jefe de la aldea ya que era la más grande de todas.
Mark, que se consideraba a sí mismo un niño bueno, no podía creer que estaba a punto de ser cómplice de un robo. El lobo sinvergüenza estaba acechando la ropa que había tendida en el patio, la mirada decidida le dejó claro al felino que no lo iba a hacer cambiar de opinión sin importar cuánto chillara y suplicara. Ese maldito cabezota sería la muerte de los dos, o al menos eso pensaba.
El lobo se dio la vuelta y le mostro los colmillos al pequeño gato montés que acechaba a su espalda, dejándole saber que tenía que quedarse allí. Mark realmente odiaba como su gato obedecía por inercia al perro mandón, realmente quería brincar en puntitas de lo frustrado que eso lo hacía sentir. El resultado final, era siempre el mismo, bajaba sus puntiagudas orejitas y se sentaba obediente. ¡Maldito pulgoso!
Una vez Jackson quedó satisfecho con la obediencia del felino, salió a buscar la ropa para su pequeño mimado. La idea de que pasara frio cuando estaba en su forma humana no le gustaba. Suerte que no era de los de detenerse a hacerle muchos números a la situación, de lo contrario, hubiera comenzado a entrar en pánico con esa faceta de lobo sobre protector con un chico que ni siquiera pertenecía a su manada.
Mark suspiró. Observando preocupado desde detrás del tronco de un árbol caído, comenzó a maldecir el momento en que se dejó arrastrar hasta allí. Muerto del susto vio al lobo cruzar el patio aprovechando la oscuridad, desde su posición tenía una buena vista del lugar y podía vigilar la puerta de atrás de la choza.
El lobo llegó hasta donde estaba la cuerda en la que la ropa colgaba. Con el hocico tomo un pantalón y lo tiró al suelo, después siguió con una camisa. Luego de obtener algo para él también, arrastró su presa hasta la orilla del patio.
Estaba por entrar a la arboleda, cuando la puerta de la cabaña se abrió. El grito de una mujer alertó a los ocupantes de la presencia de un animal salvaje.
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Cuando el lobo atrapó a su gato [Markson / Jark]
FantasyUn lobo y un gato montés, ambos muy jóvenes, por accidente acaban siendo arrastrados lejos del territorio de sus manadas. Ahora juntos comienzan un viaje para regresar a sus hogares antes de la luna nueva, donde se da inicio la época de apareamiento...