cinq

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  Al principio, el felino trató de liberarse de los brazos de hierro que lo envolvían. Lástima que la boca que lamia y mordisqueaba sus labios terminó por seducirlo.

Era su primer beso y lo estaba disfrutando a lo grande.

Abriendo para dejar salir un gemido, le dio entrada a la lengua que tentaba con cada pasada llamando a todos los instintos que los dioses habían guardado dentro de él.

Jackson tomó el peso de Mark, ya que las piernas se negaban a sostenerlo en pie. Todo su ser temblaba al sentir las ansias del lobo que invadían su boca, las manos grandes que recorrían su espalda hasta situarse en los globos de su trasero, apretándolo.

—Mío —gruñó el lobo desde lo profundo del su ser, exigiendo lo que estaba seguro le pertenecía.

—No sabes... lo que estás... haciendo — Logró hablar entre gemidos cuando la boca del lobo comenzó a mordisquear su cuello.

—Te deseo, ahora —ladró Jackson, recostando el cuerpo tembloroso de Mark sobre un lecho de hojas secas.

En respuesta, el chico más pequeño abrió las piernas para que Jackson se acomodara entre ellas. Las bocas ansiosas se buscaron una a la otra, y el felino dentro de Mark se entregó a la supremacía del macho que lo dominaba con caricias duras. No lo hubiera deseado de otra manera.

La piel desnuda contra piel desnuda era algo delicioso de sentir.

—¡Ah! —gritó el felino cuando el lobo le dio un ligero mordisquito en el hombro, como comprobando si sabía tan bueno como se veía. Una risita nerviosa escapo de los labios del rubio. Ese pulgoso era realmente travieso aún en esas calientes circunstancias.

—Eres tan malditamente hermoso — susurró Jackson mientras mordisqueaba un pezón sonrosado que se le ofrecía en sacrificio – Te deseo tanto...

Mark sabía que debía detener aquello, que el lobo se lo iba a devorar sin contemplaciones. Se había enamorado, de eso estaba seguro, tan seguro como que la lengua de Jackson era tibia y muy erótica, como nada podía serlo en el mundo. El Pulgoso había cazado para que él se alimentara, le proveyó ropa cuando pasaba frío; para su gato, eso lo clasificaba como un buen proveedor. Solo le faltaba comprobar que tan bueno era en lo del apareamiento y ya estaba. La parte humana de Mark trataba de controlar los instintos, pero ¿Quién podía cuando la luna estaba solo a horas de distancia?

Un ronroneo juguetón salió del pecho de Mark por mucho que intentó acallarlo. La lengua de Jackson había dejado de torturar sus pezones y ahora bajaba despacio, muy despacio por su vientre plano. El lobo libidinoso lo sostenía por las caderas dejando claro quién estaba al mando de ese encuentro íntimo.

Si alguien le hubiera dicho a Mark que iba a disfrutar tanto de que un lobo mandón lo dominara, se reiría en su cara justo después de arrancarle la piel con sus garras.

Se entregó cuando sintió su miembro en la boca de Jackson, el cual lamía y chupaba con desesperación. Las manos del lobo apretaban sus caderas con tanta fuerza que sentía que podía quebrarlo si realmente lo deseara, la boca del hombre era deliciosa. Exigente en cada lamida, en cada rose de los colmillos, pedía la rendición de su presa. Una suerte que Mark ya no pudiera recordar porque aquello no debía continuar.

Un chillido de gato se escuchó por el bosque, los pájaros nocturnos levantaron vuelo mientras el cambia-formas lobo consumía el resultado de sus esfuerzos. La corrida había llenado su boca y él había tragado cada maldita gota de esta. Era simplemente delicioso. Sin dejar de lamer, se aseguró de no desperdiciar nada.

—¿Qué hemos hecho? —suspiró Mark tragándose un sollozo— ahora tendrás que aparearte conmigo durante esta luna o nuestros animales se volverán locos.

Cuando el lobo atrapó a su gato [Markson / Jark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora