2. Todo lo que tengo

3.7K 418 302
                                    


Kenma se quedó parado con la cabeza gacha tras terminar la llamada. Quieto. Sin éxito alguno intentó secar sus ojos con la manga de su saco escolar. Lágrimas caían mientras hipidos casi inaudibles salían de su boca.

Tenia distintos sentimientos en su interior: enojo, culpa, vergüenza. Ninguno era agradable.

Cerró los ojos con fuerza, harto de tallarlos, tal vez así pudiera encerrar las emociones que le atormentaban en ese momento.

Él amaba a su madre con toda su alma, pero no podía soportar el estrés que esta situación le ponía encima. Extrañaba desayunar con ella, salir de paseo o simplemente platicar de sus entrenamientos. Sentía esos momentos como algo que se iba alejando,  y ese sentimiento lo aterraba. Podía comprender a Aiko, si él se sentía presionado ella debía estar peor, no la culpaba por lo que dijo en la llamada.  Aun podía sentir como esa sensación de culpa apretaba su cuello con insistencia.

Soltó un largo suspiro. Necesitaba calmarse y recomponerse. Poco a poco su llanto cesó. No quería volver con los demás con su rostro en mal estado, definitivamente tenía los ojos hinchados. 

Debido a lo ensimismado que se encontraba en ese momento no notó como Kuroo lo observaba de cerca intentando esconderse tras un árbol delgado, cosa imposible  por su complexión física.

El espectador no sabia que hacer ni que decir, no era la primera vez que veía a Kenma llorar, pero si era la primera vez que veía al menor llorando de una manera tan triste, como si nada en este mundo le pudiera dar consuelo.

No pudo escuchar muy bien su conversación, tan solo pequeños fragmentos de lo que contestaba el menor, sin embargo, no necesitó oír demasiado para saber que la persona al otro lado de la línea no dijo nada bueno.

Decidido, intentó acercarse, en vez de estar solo observando como alguna clase de acosador, mientras preparaba unas palabras de aliento en su mente.

¡Mierda!- Exclamó el de 3er año en su interior. 

Accidentalmente pisó una rama haciendo que Kozume se diera la vuelta de inmediato al ser sacado de sus pensamientos por el suave ruido. Al verlo, el menor sintió como sus mejillas se colorearon con rapidez a la par que su corazón comenzaba a aumentar su ritmo, haciéndolo sentir aturdido.

¿Qué hace él aquí?- Se preguntó el más pequeño a sí mismo. 

Se sentía avergonzado al pensar en lo que el otro pudo haber escuchado de su reciente conversación. Había decidido no abrirse con nadie sobre ese tema pues prefería mantenerlo en privado, en su totalidad. 

Por otro lado, Kuroo se quedó estático unos segundos pensando en que hacer dado que ya la había cagado. Ambos se miraron. Lo primero que hizo el bloqueador tras salir del pequeño corto circuito fue hablar firme.

-Kenmita, amigo, ¿hay algo que esté pasando que me quieras contar?. Has estado un poco raro desde hace algún tiempo. Si necesitas compartir algo sabes que me encantaría escucharlo. Yo... me encantaría escuchar cualquier cosa-

El aludido bajó la mirada, estaba pensando en qué hacer. ¿Debería mentir?, eso sería jodidamente difícil, no por nada eran amigos desde chicos, se conocían de adentro hacia afuera. Finalmente, conectó su mirada con la ajena y habló:

-No es nada, me- Mierda, tartamudeó -me acaban de avisar de un familiar que falleció. No hay nada de qué preocuparte, grandullón- Sonrío tratando de ser sincero. 

Kenma tendrá muchas cosas buenas, pero es muy malo mintiendo, él ni siquiera tiene familiares cercanos en Japón- Pensó el pelinegro. 

Ataraxia [KuroKen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora