Ya me dolía el costado de mi pecho, por tanto correr. Puedo sentir el latir de mi corazón, aturdir mis oídos.
Estoy a salvo, me repetía una y otra vez, él ya no podrá hacerme daño.
La luna, apenas alumbra la calle. Mis lágrimas hicieron borrosa mi vista, y el humo que largaba por mi boca, hacía que me estremeciera cada vez más por el frío.
No hay nadie, por lo que tampoco puedo pedir ayuda. Ni se en donde estoy.
Mis muñecas dolían, y la sangre seca en mis dedos, dificultaba el movimiento de mis manos.
Cerré mis ojos, y me oculté detrás de un arbusto.
Traté de buscar alguna forma, de calentar mi cuerpo. Pero el vestido que tengo puesto (todo rajado) no ayuda a calentarme.
Vi de reojo mis muñecas, todas lastimadas, un corte tan profundo, que producía nauseas y dolor de estómago.
Unos pasos, comenzaron a sentirse...sus pasos.
Tapé mi boca, y cerré mis ojos tratando de no alterarme, más de lo que estoy.
Comenzó a silbar, y raspar sus suelas en el asfalto.
Mi cuerpo comenzó a temblar, y por un momento, recordé la última vez que vi a mi familia. Recuerdo la mirada de decepción en mi madre y padre, y las palabras hirientes de mis hermanos hacia mí. Yo nunca quise hacerles mal, pero de una u otra forma, me hartaron y tuve que decírselos.
Me gustaría tener la oportunidad de pedirles perdón, por lo que dije, y decirles que tienen razón en todo.
Pero ya es demasiado tarde.
De un momento a otro, el silbido cesó, y lo pasos no se oyeron más.
No quería moverme de mi lugar, tengo miedo. Poco a poco, fui asomando mi cabeza, y poder tener una vista mejor a la carretera.
Suspire profundo, y me sobresalte cuando escuche un teléfono sonar, desde una cabina.
A paso rápido, tomé la llamada, y pude sentir la voz de mi padre.
-¿¡Lisa?! ¡gracias Dios! ¡vuelve a casa! ¡estamos muy preocupados por ti!
Solloce y con un hilo de voz hablé - no sé como volver papi. Ayudame.
-¿Por qué nos dejaste? ¿por qué? - lloró al final.
Arrugué mi frente - ¿papá?
La llamada se cortó, y un aire caliente se apodero de mi nuca.
-Ya es hora, Lisa - dijo la voz de un hombre a mis espaldas.
Solté el teléfono, y vi los cortes en mis muñecas, y el vestido...Luego recordé.
-No puede ser...
-¿Que cosa? - rió a mis espaldas.
-Yo...
El hombre presiono mis heridas, pero lo extraño es que no me dolió en absoluto. Todos mis sentimientos de miedo, y cansancio desaparecieron.
Me siento vacía.
-Y fría - dijo el hombre, como si hubiera leído mis pensamientos.
Desde ese momento, supe que no podría arreglar las cosas con mi familia.
Desde ese momento, supe...
Que estoy muerta.
Mine🖤
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ENCUENTRA EL TUYO ©
RandomSi tienes alguna idea, dímela por privado. Algún cuento que te hayan contado y te fascinó, o alguna frase, también cuentan reflexiones. Yo las publicaré por éste libro. Obviamente que aclararé la dueña o dueño de cada escrito. Hay cosas mías tambié...