Capítulo 1 _ ¿Qué fue lo que me pasó?

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Mi nombre es Leonathan Antonio Galdámez Debray, soy hijo de padre salvadoreño cuyo nombre es Eliseo Antonio Galdámez Hurtado y mi maravillosa madre Émile Marie Debray de nacionalidad francesa. Soy hijo único, mis padres no pudieron tener más hijos, sin embargo tuve una infancia con las cosas que todo niño pudiese desear (los mejores juguetes), menos la atención constante de mis padres y su excusa hacia mí era la más típica de todas... "no tengo tiempo" una frase muy común en los padres de este siglo.

Mi padre; con una estatura de un metro ochenta, de complexión física robusta muy varonil, pero no musculosa. Cabello a la francesa obscura y castaño obscuro (ese color siempre me recordó a ese chocolate de 99% cacao), trigueño y ojos de similar color a su vello capilar... es un gran empresario, dueño de grandes franquicias, empresas... para describirlo de una forma más sencilla... todo un "MAGNATE" de los negocios. Mi madre; una mujer esbelta, con una estatura de un metro setenta, blanca y tersa piel en toda su extensión, con un rostro perfecto donde la punta de su bella nariz respingada forma un perfecto triángulo equilátero con las esquinas de sus cejas minuciosamente depiladas, ojos profundos de color miel, sus labios delgados pero perfectamente delineados y estilizados por la misma naturaleza... y esa sonrisa perfecta siempre a disposición de los demás, cabello largo, ondulado y color caramelo que acaricia maliciosamente sus vértebras lumbares. Esa mujer tan idílica es la mano derecha en las inversiones y negocios de mi padre (en ocasiones mucho más audaz que él), una mujer muy atractiva y sin lugar a dudas muy inteligente.
Se conocieron en un viaje de negocios que mi padre hizo con mi abuelo cuando era muy joven; hasta donde sé, ellos viajaban por que estaban interesados en celebrar un contrato de suministro con una empresa francesa, en la cual trabajaba mi madre y fue allí en donde mis padres se conocieron y luego se enamoraron.

En mis primeros años de infancia vivíamos en una enorme y bonita hacienda en el departamento de Chalatenango (El Salvador) llamada "Le criox" que quiere decir la cruz; mi familia era muy católica en principal mi madre, fue ella quien eligió el nombre para la hacienda; ya que fue el regalo de primer aniversario de boda que le hizo mi padre. A muy poca distancia de nuestra hacienda vivía otra familia, que tenía un hijo mayor que yo, por tres meses ocho días para ser muy exacto; y ese niño se convirtió en mi mejor amigo y sus padres en socios de mis padres en algunos negocios de la familia. El nombre de mi mejor amigo Enrique Alejandro Campos Morales, nos conocimos a la edad de diez años, pero mis padres me separaron de él a los trece años recién cumplidos; porque mi madre consiguió convencer a mi padre de enviarme a Francia para que tuviese una educación de mayor calidad en el colegio que su amado hermano menor ya fallecido estudio de niño, "College Henri IV". Y así fue como viví seis años de mi vida en Francia junto a mis abuelos maternos.

Cuando me mude a Francia me resulto muy fácil acoplar me al ambiente, ya que tengo muy buenas relaciones con mis abuelos y mi madre se encargó de enseñarme perfectamente el idioma francés desde muy pequeño, durante los primeros dos años solía mandar cada semana un correo a mi gran y mejor amigo Alejandro contándole mis experiencias más relevantes en Francia y él contestaba los contestaba de igual forma, pero con el tiempo perdimos esa costumbre; no recuerdo precisamente como, pero sucedió. En esos seis años en Francia me enamore por primera vez, de un chico; tengo que admitir que al principio se me dificulto mucho asimilarlo, pero me era totalmente imposible ocultar lo que sentía por él. Como yo un chico de segundaria (segundo año u octavo grado como le dicen en mi país natal para ser exacto) se enamoró perdidamente de otro chico un año menor, en el mismo colegio... ¡Yo! midiendo un metro cincuenta para ese entonces y él un metro sesenta y cinco... ¡yo! de cabello liso color castaño obscuro que a simple vista que hasta parece negro, piel color trigueño claro y ojos café obscuro como chocolate y almendrados, de complexión física un poco delgada... pues no perezco muy atractivo... Enamorándome de un caucásico y adulante francés... Y fue así como sucedió:
...
Tenía catorce años cuando le vi por primera vez, tenía una piel tan clara y tersa a primera vista, una intensa, brillante y abundante cabellera negra un tanto desordenada y asimétrica, que no sobrepasaba sus primeras tres vértebras cervicales con un flequillo frontal que cubría su frente de una forma muy inocente y seductora, acariciando unos milímetros debajo de sus cejas. Era martes de la tercer semana que contenía el primer trimestre del año académico en "College Henri VII". Un chico llamó mi atención, lo divise a lo lejos, note que formaba parte del grupo de acólitos del colegio; que puedo decir de él, fue amor a primera vista. Estaba sentado en el ala sur del jardín más grande del colegio (el cual por cierto era un medio internado y solo los fines de semana y en vacaciones se me permitía salir, siempre me dirigía a casa de mis abuelos en donde muy pocas ocasiones fui visitado por mis padres ya que siempre estaban muy ocupados); estábamos reunidos el grupo de jóvenes que ese año haríamos nuestro sacramento de confirmación, lo cual resultaba un poco extraño ya que normalmente recibíamos la catequesis en un aula del inmenso internado. Pero esa tarde habíamos salido para hacer unas dinámicas que "supuestamente" unificarían y fortalecerían al grupo en la fe.

Amor EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora