Capítulo 2_ Azul.

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Desperté, era con las seis y media de la mañana cuando escuche esa nefasta canción de alarma en mi celular que pasado un mes comienzo a odiar porque es la interrumpe mi dulce sueño todos los días... la apague, me puse de pie, tome la toalla y me dirigí a la ducha para tomar un baño. Estaba muy apresurado mi primer clase era a las seis en punto de la mañana y con lo difícil que me es levantarme temprano suelo ser muy lento.

Luego de tomar ese vespertino y re animante duchazo, me coloque el uniforme, limpie un poco mis zapatos con papel higiénico antes de ponérmelos, tome mis cuadernos y mi ordenador portátil introduciéndolos en mi mochila y salí de mi dormitorio asegurándome de dejar la puerta con llave.
...
Era tarde, solo contaba con dos minutos para llegar a mi salón de clases. Corrí como un loco por todos lados, hasta que conseguí llegar al aula; Eduard me vio entrar muy cansado, riéndose de mi expresión y postura al entrar...

-¿Qué hay Leo?... ¿Por qué tan abatido?- saludó riendo de una forma muy burlesca.

-Pues... acaso no se nota, ya es tarde. Por un momento pensé que casi no lograba venir antes que el profesor.- Agregue con constantes jadeos debido a lo agotado que estaba.

Tome asiento en mi pupitre que era el tercero de la segunda fila a mano izquierda, Eduard estaba en el pupitre delantero al mío. El salón tenía tres grandes ventanas a mano izquierda, dos puertas a la derecha, estaba conformada por cinco filas cada una con seis pupitres y finalmente frente a todo el alumnado un gran pizarrón blanco sobre una pared. Este día la primera materia que me era impartida (mí preferida), Ciencias Naturales; así que saque mi cuaderno colocándolo en la mesa de mi pupitre, y mi maletín lo acomode en el suelo, tal como lo hacían todos los demás.

-¡Hey!... Gracias por las correcciones de la tarea de ayer, en verdad que estabas en lo cierto...-
No había terminado Eduard de hablar cuando fue interrumpido por el profesor, que ingreso al salón saludando de forma muy entusiasta como lo hacía todos los días. Eduard volteo su mirada hacia el frente y junto a ella, su cuerpo; él no era muy atractivo a diferencia de la mayoría de los chicos del "College Henrri VII", pues él era un poco alto, regordete y trigueño... solía usar el cabello corto, a la francesa obscura por cierto, con ojos color café (que más bien parecían negros) y un poco de mal sentido de la moda y el cuidado personal. A simple vista parecía alguien muy tosco, pero era un excelente amigo y persona.

El profesor sonrió más de lo normal y nos dijo:
-Chicos, les tengo buenísimas noticias. El día de mañana y el día viernes no habrá clases así que particularmente este fin de semana será más largo para ustedes, habrá mucha tarea por parte de los profesores y yo les tengo una pequeña. Estos cuatro días son muy buenos, para aquellos que tienen permiso de sus padres para salir los fines de semana de "College Henrri VII", así que disfrútenlo mucho.

Eduard me miro muy emocionado y comento:
-¿Qué vamos a hacer?... ¿Salimos?-.

Sonreí y en voz baja le conteste:
-Claro, luego hablamos para planearlo.
Entre balbuceos y risas llenas de emoción por el largo fin de semana, en mi mente comenzaba a concebirse la idea que tal vez Daniel podría acompañarnos. El profesor exigió orden y silencio al alumnado, fue su voz la que me saco de mi embobamiento; causado por ese pelinegro tan agradable.

La clase tomo su curso, se discutían las distintas teorías del origen de la vida y el universo. Al paso de una hora termino la clase, e inicio de forma inmediata la siguiente que era historia, eran dos largas horas pero cuando estas pasaron, venia lo más apremiante de la mañana... ¡El Desayuno!

Al salir del salón Eduard y yo comenzamos a parlar sobre a donde iríamos mañana... cuando de repente, frente a mí el tierno pelinegro que tanto me gustaba a unos cuantos metros, nos saludaba alzando su mano derecha. Caminó hacia nosotros, y al estar de frente Eduard le golpeo con su puño derecho, el delicado hombro izquierdo de Daniel.

Amor EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora