Capítulo 3_Primer beso

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La familia de Ed siempre tan cálida y amable con los demás, nos recibieron con mucha amabilidad y cortesía. Tenían una exquisita cena preparada para nuestra llegada, nos sentamos todos en la mesa y compartimos no solo deliciosos platos; sino también, una armoniosa plática hasta que se llegó la hora de dormir.

La madre de Ed nos indicó donde dormiríamos cada uno esa noche. Me acomode en la habitación, solo me quite la ropa hasta quedar en boxers y me tiré en la cama... Para caer en coma por el cansancio y despertar hasta el día siguiente a las 5 de la mañana.

Al levantarme tomé una ducha y me arreglé para el resto del viaje hasta Caen. Salí de la habitación con mis maletas y escuché unas voces que al parecer discutían. Me acerqué a la habitación de Ed que es de donde provenían y noté que él y su madre discutían.

-Pero mamá en verdad quiero ir a Caen, la casa de playa de los Debray es grandiosa-.

-Pues lo siento mucho... Pero no puedes ir con fiebre.

-Ya se me pasará... Deja me acompañar a mis amigos... Sabes que casi no salgo del internado.

-Lo siento hijo... Pero entiende que es un NO!-.

Estaba parado en la puerta de la habitación cuando notaron mi presencia.

Saludé con timidez por la tensión entre ambos.

-B_buenos días...-.

-Lo siento Leo... Pero Ed no irá con ustedes a Caen-. Dicho esto, salió de la habitación sin mediar más palabras.

-Yooo... Quiero ir a Caen... ¡Mi madre es tan injusta!-.

Ed lucía muy molesto.

-Tu madre tiene razón, si tienes fiebre es mejor que te quedes-. Agregué tocando su frente.

-Así que te enfermaste y no irás a Caen-. Agregó Dan entrando a la habitación.

-Supongo...- Dijo Ed bajando la cabeza.

-Tenemos que salir de aquí en 10 minutos Dan.

-Está bien.- Miró con preocupación a Ed.

Ambos salimos de la habitación, desayunamos algo rápido y salimos camino a Caen. Viaje junto a Dan en el asiento de atrás del auto para que no se sintiese solo, pero durante el dialogo que tuvimos por horas en mi mente divagaba el recuerdo de hace dos noches... Masturbándome mientras recordaba esa mirada azul, esa misma mirada que tuve frente a mi durante horas de viaje... Horas que se me hicieron eternas por el deseo de probar sus labios y hundir mi nariz en su cuello.

Cuando al fin llegamos a Caen, sentí alivio... Estaba torturado de que estuviera tan cerca de mí y yo tuviese que contener mis sentimientos.

.......

Al llegar solo estaba mi abuela, quien me recibió con un grato y cálido abrazo.

-Mi niño precioso, cuanto te extrañe.

-Abuela, gusto verte. Luces preciosa como siempre.

-Y tu muy dulce y galante como todo un Debray.

Ambos reímos por unos segundos hasta que notó la tímida presencia de Dan.

-Él es Daniel... Un compañero del lycée.

-Buenos días señora Debray- saludo con timidez alzando la mano derecha hasta su hombro.

Mi abuela sonrió y se acercó hasta el para abrazarlo. -El gusto es mío, es un placer conocer a los amigos de mi nieto, cuando él viajó a Francia pasó tres años sin hacer amigos hasta que conoció a Eduard... Y ahora veo que tiene uno más, eso me alegra-. Miro extrañada a todos lados y luego me miro... -¿Dónde está Eduard?

-Está enfermo en casa, así que no vino.

Respondí.

-Qué pena...

Entramos a la casa de veraneo, nos llevaron hasta una habitación la cual compartiríamos debido a que muchas estaban en remodelación y solo quedaban dos disponibles, una para mis abuelos y la otra que... Bueno compartiría con el sexy pelinegro. Nos acomodamos en la habitación y luego me tendí en una de las camas.

-Oye Dan.... ¿Quieres ir a la playa?

-Pues... Me parece bien... Si tu quieres claro.

-Ok... Entonces voy a cambiarme-. Me puse de pie y comencé a quitarme la camiseta y luego el short. Daniel me observaba sin saber qué hacer.

-No piensas cambiarte Dan...?

Su mirada perpleja se cruzó con la mía mientras me ponía el short bañador -Si te molesta mi presencia te dejaré sólo para que te cambies de ropa y te espero fuera.

Me miró fijamente con esa exquisita u profunda mirada zafiro y salí de la habitación en dirección a la alberca.

...

El sol estaba radiante, me lancé al agua y crucé unas veces la piscina nadando. Dan se acercaba a la alberca hasta que se sentó a la orilla.

-¿Nadas?- pregunte acercándome a él.

-En un momento... Es solo que... B_bueno...-

Le mire fijamente y pregunte -¿Puedes nadar?-.

-Pues no puedo - y agachó la mirada.

-¿Puedo enseñarte si deseas?

-No quiero molestarte con ello.

-No es una molestia, ven, entra al agua - se introdujo en la alberca despacio sin soltarse del borde - toma mis manos - y las extendí para que las cogiese. Estiró las suyas y entrelace sus manos.

-Gracias- artículo sonrojado.

Comencé a tirar de sus manos - intenta nadar- en serio! Fue todo lo que se me ocurrió! Estaba sonrojado a más no poder. Lo ayudé durante unos minutos hasta que logró acostumbrarse un poco y comenzó a nadar.

-Creo que ya puedo un poco- soltó mis manos y se quedó de pie sin moverse, nos encontrábamos en la parte de poca profundidad, el agua rozaba mi pecho al igual que el de Dan.

-Gustas un helado? - me sentía incómodo, esa fue la única pregunta que en mi mente surgió para huir la situación.

-Sí... me parece bien- respondió con voz titubeante.

Salí de inmediato de la alberca, me calce las sandalias y me coloque una camiseta blanca que rezaba "NO AGAIN" en llamativas letras negras. El sol quemaba un poco, por tanto, era reconfortante sentir la sombra de algunos árboles sobre mi piel mientras caminaba por el jardín con dirección a la casa de veraneo de nuevo. Cuando por fin llegue a la cocina encontré un bote repleto de helado de vainilla, lo serví en dos vasitos azules y les coloque unas cucharitas. Me dispuse de nuevo a regresar a la alberca, pace cerca de un espejo y note que mi apariencia no fuese la peor. Seguí el mismo camino que tome hasta llegar a la cocina para regresar a la alberca. La vislumbre desde lo lejos y note que algo andaba mal, Dan se estaba ahogando!... Lancé los helados al suelo y corrí como un poseso hasta lanzarme de forma inmediata al agua. Lo cogí entre mis brazos y lo saqué de inmediato de la alberca. Su respiración era débil y sentía como poco a poco se apagaba.

-Dan!!! Dan!!! vamos despierta...- Lo abracé y con mi rostro a escasos centímetros de la suya estaba aterrado. Se me ocurrió darle respiración boca a boca y acerqué mis labios a los suyos que estaban temblando del terror, tomé aire y lo solté en la suya, mientras oprimía su pecho; repetí la maniobra unas cinco veces hasta que tosió y lo vi escupir un poco de agua. Sus preciosos ojos comenzaron a abrirse y un asombroso color azul se asomó entres sus parpados que se separaban con lentitud.

Me sentí tan feliz de verle despertándose, por instinto acerqué mis labios de nuevo a los suyos y los uní a un beso y unas lágrimas recorrieron mis mejías.

Amor EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora