Pequeñas alegrías para Will.

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//N.A: Amé escribir esto <3 espero que lo disfruten, ayer actualicé Hannibal también y pronto se vendrán mas capítulos de esa historia y de esta también, nos leemos!

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Después de ese encuentro en las puertas del instituto, Hannibal Lecter se dirigió hacia su casillero para recoger sus libros.

No pensaba en nada en particular, y al mismo tiempo seguía diversos pensamientos imposibles de cuantificar.

Sintió una presencia a su lado, sintió también que le hablaban, pero no escuchó las palabras, definitivamente aquel día estaba más distraído que de costumbre. Y él jamás estaba distraído.

Iba a responder cualquier cosa que se le viniera a la mente, pero cuando giró la cabeza, notó que no le estaban hablando a él, si no que a su lado estaba el mismo chico de la entrada y hablaba con... ¿Su casillero?

-Vamos, ábrete... Por favor no me hagas pasar vergüenza...- susurraba Will, intentando dar con la combinación del casillero que le habían asignado cuando se había anotado en el instituto.

Hannibal volvió la cabeza otra vez y miró el interior tan ordenado de su propio casillero, dejó a Will hablando solo por un momento más, hasta escuchar las notas de desesperación que comenzaban a hacerse presentes en su voz.

-La contraseña de todos los casilleros nuevos es "1-2-3-4"- dijo Hannibal sin mirarlo mientras juntaba sus propios libros.

-Oh Dios, gracias...- suspiró Will aliviado, logrando por fin abrir la puertecilla, le había aterrado la sola posibilidad de tener que presentarse el primer día en el despacho del director para preguntarle algo como eso. Sobre todo, porque le habían dado la contraseña en un papel hacía tiempo y él la había perdido a los dos minutos como mucho.

-De nada.- fue todo lo que respondió Hannibal antes de irse a su aula con los libros bajo el brazo.

Will se lo quedó mirando por un momento.

Vaya chico más extraño, no parecía interesado en darle charla ni nada por el estilo.

La gente que recién conocía a Will usualmente se esforzaba por mantener una conversación antes de ver que era inútil y marcharse.

Pero ese muchacho no...

Seguro era otro que no le gustaba hacer amistades...

El joven comenzó a sacar de su mochila los libros que traía y los guardó en el casillero, no eran muchos, no eran ni de lejos todo el material de estudio que iba a necesitar, pero sus gastos estaban más concentrados en ayudar a sus amigos peludos que en ninguna otra cosa.

Los revisó uno por uno y descubrió que no traía los de aquel día....

Genial... Que buena manera de empezar en ese sitio.

Tomó un libro cualquiera y se encaminó rumbo al aula dos, donde tenía las primeras clases, si no recordaba mal en esa hora tenía clase de historia.

Cuando llegó al aula descubrió que estaba llena y no había ni un solo sitio libre.

Los murmullos de sus compañeros cesaron cuando él apareció y no tuvo más opción que quedarse allí de pie, como un maniquí que recordaba muy bien de sus clases de biología en el anterior instituto al que había asistido.

Suponía que debía tener la cara tan lisa como ese muñeco, vacía de expresión, aunque por dentro se estaba muriendo de la vergüenza.

Algunas chicas lo miraban con bastante interés y susurraban cosas entre ellas, pero Will prefería hacer como que no se daba cuenta de nada.

Todo por ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora