Sueños.

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//N.A: Espero empezar a actualizar este más seguido y los otros también. Aunque quizás me ponga a subir one-shots(?) Los amo dejenme vuestro love en los comentarios y los votirijillos x,D besos!//

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Los días para Hannibal y Will transcurrieron con calma. A pesar de no compartir todas las clases, los dos jóvenes se esforzaban por estar la mayor parte del tiempo juntos.
Para Hannibal, Will simplemente era la persona más interesante que había conocido en toda su vida. Lo veía cuidar de los cachorros a medida que estos crecían con el mismo entusiasmo del principio.
Graham no parecía cansarse nunca de estar con esos animalitos y Hannibal se limitaba a acompañarlo. Hacían juntos la tarea mientras estaban en la vieja capilla abandonada con los cachorros y aunque Hannibal parecía lucirse en todas las materias, demostró tener ciertos problemas con matemáticas, una de las clases que no compartía con Will.
Por supuesto, Will se ofreció enseguida a ayudarlo en lo posible, así que casi un mes después de haberse conocido, Lecter entraba en la vieja casona que Will y su padre tenían alquilada, para unas “clases particulares” de matemáticas.
Lo cierto es que Hannibal era brillante en matemáticas, pero… Quería pasar más tiempo con Will.
Y claro, conocer la casa del otro chico.
-Pasa, ten cuidado con los perros…- dijo Will algo nervioso, haciendo pasar al otro chico, su casa alquilada y vieja le daba algo de vergüenza, pero sabía que Hannibal no se fijaría en eso.
Evitó que la pequeña manada que cuidaba entrase en su casa reteniéndolos con una pierna y cuando Lecter estuvo dentro, cerró la puerta rápidamente.
Hannibal contemplaba todo con curiosidad, las largas escaleras de madera desgastada que subía al segundo piso y también la austera falta de muebles mas allá de una mesita con un jarrón vacío en el recibidor. Seguramente propiedad de quien les alquilaba el lugar.
Hannibal era una persona bastante callada, pero eso a Will no le importaba en lo más mínimo. Disfrutaba de los silencios de él, y cuando escuchaba su voz era todo un nuevo descubrimiento.
Llevaba días dándose cuenta de que no podía apartar los ojos de Lecter, pero no era momento para pensar en eso ahora que estaban los dos solos en casa.
-Quieres… Bueno, ¿Quieres tomar algo?- preguntó Will yendo con él hacia la cocina, con preguntas directas siempre lo hacía hablar de inmediato, pero esta vez Lecter tardó un poco en responder. Estaba analizando dentro de su mente todo lo que veía en la casa de Will.
-Un vaso de agua…- dijo Hannibal pensativo, con la cautela que tendría alguien al no saber que había en la nevera del otro.
-Te daré un jugo.- Will soltó una leve risa y lo hizo sentarse en una de las sillas que había en la cocina, rodeando una austera mesa de madera donde Will y su padre cenaban todas las noches.
Hannibal sacó sus libros y su cuaderno y los apoyó en la mesa, aprovechando para mirar a Will cada vez que el otro chico le daba la espalda.
En un momento dado sus miradas se cruzaron y el pulso de Lecter se aceleró un poco, lo cual sorprendió al propio chico. Ni siquiera en sus peores momentos durante la guerra había sentido que su pulso pudiera variar.
Quizás estaba por enfermarse o algo así.
Will le tendió el jugo y sus manos se rozaron un poco, haciendo que ambos se estremecieran. A pesar de haberse hecho amigos en este tiempo solían evitar tocarse demasiado por que el contacto del otro los perturbaba. O al menos así era como se sentía Will.
-Gracias…- Hannibal tomó el jugo para aclararse un poco la garganta, que hacía sonar muchas veces a su voz rasposa y grave por culpa de la falta de uso, y le pidió a Will que le explique temas que él ya sabía de memoria.
Y mientras Will le explicaba y ambos resolvían problemas juntos, Hannibal no dejaba de mirar al otro chico una y otra vez con una intensidad que por suerte pasaba desapercibida para Graham.
Will era tan… Amable. Parecía tan bueno y además era tan… Lindo. Y para Hannibal era toda una sorpresa que alguien pudiera resultarle tan agradable.
A Will le pasaba algo similar, pero luchaba por concentrarse en las matemáticas. Era la primera vez que se sentía tan nervioso, quizás era debido a que era también la primera vez que traía a casa a un amigo y sentía la necesidad de impresionarlo un poco o algo así.
No estaba seguro, pero en su corazón había despertado una pizca de orgullo al saber que él y solo él había logrado cautivar la atención del chico más popular de la escuela.
Porque podía ser que Lecter fuera popular en muchos sentidos, pero también era un ermitaño que no se hablaba con nadie y que no consideraba a nadie como un amigo, ni siquiera un conocido.
Su fama se debía simplemente a que era el guapo chico rico y extranjero. Will se imaginaba que si Hannibal algún día decidía volverse sociable o por ejemplo convertirse en capitán del equipo de futbol sería nada más y nada menos que el Rey absoluto del instituto.
Pero claro, eso sería llevar la vida de Lecter a un extremo de cliché casi insoportable.
“Y yo sería algo así como la nerd invisible que se enamora del capitán del equipo de futbol y… Oh vamos Will… ¿Qué rayos estás pensando?”
La mente de Graham se iba por derroteros muy curiosos mientras trataba de explicarle una fórmula matemática a Hannibal.
A Will nunca le había gustado ninguna chica, tampoco ningún chico, ni siquiera había dado su primer beso así que se puso completamente nervioso cuando su mente le jugó aquella mala pasada.
¿En serio había pensado en eso de “enamorarse”?
Incluso aunque fuera un pensamiento burlón no dejaba de perturbarlo…
Solo se conocían hacia unas cuantas semanas… Pero… Habían criado a un montón de cachorros juntos. Eran algo así como ¿Padres?
-¿Will, estas bien?- preguntó Hannibal en ese momento, evitando que los pensamientos de Will se pusieran aún peores.
Los ojos de Graham revolotearon hacia el otro chico y le sonrío, no sin cierto esfuerzo. De un tiempo a esta parte se daba cuenta de lo mucho que le estaba costando controlar sus pensamientos cuando estaba cerca de Hannibal.
-Yo… Eh… Bueno…- Will balbuceaba un poco atontado, no se había dado cuenta de lo cerca que estaba su rostro del rostro de Hannibal hasta ese momento.
-Dibujaste un corazón en mi libro…- dijo Lecter tranquilamente como si no fuera nada del otro mundo.
Will bajó la mirada y se dio cuenta de que su mano traidora había garabateado un pequeño corazón en uno de los márgenes de la hoja del libro del otro chico.
La cara de Graham se puso de todos los colores posibles al ver eso, pero finalmente se quedó en un rojo profundo y muy avergonzado.
-Lo siento ¿Sí? Creo que se me fue la cabra al monte por un momento…- Will resolló como si se hubiera quedado sin aire, se alejó y se sirvió un vaso de agua en el fregadero.
No se podía creer que estuviera actuando de una manera tan estúpida solo porque ese chico estaba en su casa y estaban los dos solos.
Llevaba días soñando cosas… Extrañas con él, imaginando situaciones que lo asustaban un poco cuando se perdían en el inmenso parque del instituto y se iban juntos a cuidar a los perritos.
Cuando caminaban uno al lado del otro siempre tenía ganas de tomar la mano de Hannibal.
-No se me fue una cabra… Se me fue el rebaño entero…- susurró Will para sí mismo.
Quizás debía admitir que ese chico le… Gustaba. Y no solo como un amigo. Pero no creía que eso pudiera ser algo correspondido…
La época era favorable, ya casi nadie veía muy mal que dos chicos pudieran quererse de esa forma, Will no tenía prejuicios al respecto ni mucho menos, pero… Seguía siendo difícil.
Así que lo mejor que podía hacer era apartar esos pensamientos de su mente, y ver como se iban desarrollando las cosas.
Regresó a la mesa con Hannibal, intentando mostrarse lo más calmado posible a pesar del aluvión de pensamientos y sentimientos que lo sacudía.
Hannibal le dedicó una sonrisa encantadora, estaba seguro del motivo por el que Will estaba tan perturbado. Así como estaba seguro de cuáles eran sus propios motivos para fingir que no sabía matemática y así poder pedirle ayuda a Will.
Las horas se les fueron escurriendo a ambos con gran rapidez, y Will no se dio cuenta de lo tarde que era si no hasta que escuchó la camioneta de su padre estacionando en el exterior de la casa.
Miró la hora en el reloj que había encima de la vieja nevera.
-¿Las once de la noche? Pensé que serían las ocho o algo así…- dijo Graham sorprendido. Incluso Hannibal sentía que había perdido un poco la noción del tiempo.
Miró su libreta y se dio cuenta de que habían resuelto apenas dos problemas… En cinco horas.
-Creo que ya debería irme entonces…- dijo Hannibal empezando a guardar sus cosas, justo cuando Edward Graham cruzaba la puerta de su casa cargado con dos baldes llenos de la pesca del día.
El padre de Will fue hacia la cocina con su carga, sin darse cuenta de que había alguien más allí.
-Will… no huelo la cena ¿Y eso…?¿Llegaste muy cansado hoy?- llegó diciendo Edward.
-Ehm… Papá…-
-¿Qué pas…- el señor Graham se detuvo al darse cuenta de que había otro chico ahí, con su mochila al hombro, al lado de su único hijo.
-Mucho gusto Señor Graham, soy Hannibal Lecter… Amigo de Will…- se presentó Hannibal rápidamente, estaba claro que deseaba generar una buena impresión al padre su amigo, le tendió la mano al pescador con una sonrisa de niño bueno que Will no le había visto jamás.
-¿Amigo?- Edward miró a su hijo, sorprendido -¿En serio hiciste un amigo?-
-Papá… No hace falta que pongas en evidencia lo insociable que soy…- masculló Will, muy avergonzado.
Edward Graham soltó una fuerte risa y miró a Lecter con curiosidad, que seguía con la mano extendida.
-Te daría la mano muchacho, pero vengo lleno de olor a pescado y seguro no quieres que te lo deje…-
Hannibal bajó la mano lentamente, con una sonrisa curiosa y miró la pesca que Graham trajo.
-Magnificas lubinas señor…-
-¿Te gusta la pesca? Tal vez deberías venir con Will y conmigo a pescar un día…-
-Papá… Ya basta…- murmuró Will nervioso, no quería que su padre comenzara a asustar a Hannibal, era muy raro que Edward Graham fuera amistoso con nadie así de la nada pero estaba claro que ver que su hijo tenía un amigo al fin lo había puesto de buen humor.
-Me encantaría…- dijo Hannibal animadamente.
-Te mostraré los cebos que fabricamos Will y yo también, ¿De dónde eres? No consigo ubicar tu acento…- Edward hablaba hasta por los codos en uno de esos extraños arranques carismáticos que casi nunca tenía después de la muerte de la señora Graham.
-De Lituania señor, me trasladé a Estados Unidos hace casi un año…-
-Lituania… ¿Queda por Europa del este, no?- preguntó Edward mientras se lavaba las manos en el fregadero de la cocina.
-Si… Bueno, creo que ya debería irme…- Hannibal miró a Will y este solo giró los ojos con algo de fastidio.
-¿Por qué no te quedas a cenar? Will, ¿Por qué no invitas a tu amigo a cenar? Yo cocinaré y nos tomaremos una cerveza los tres…-
Will miró a Hannibal, casi suplicante, sería algo lindo romper así la rutina y podrían pasar más tiempo juntos. Pero Hannibal negó con la cabeza, tenía otros asuntos en casa que atender. No podía pasar la noche lejos de la cabecera de su hermana.
-Me encantaría, pero realmente mi tío ya debe estar muy preocupado, ni siquiera le dije que salía…-
-Oh… Bueno, será en otra ocasión, que lastima…- Edward terminó de secarse las manos y estrechó la de Lecter por fin. -Vuelve cuando quieras…-
Hannibal le sonrío y le agradeció y Will lo tomó del brazo y se lo llevó hasta la puerta.
-Tu padre es muy amable…- dijo Hannibal una vez que estuvieron afuera.
-Exagera un poco…- Will sonrío levemente y miró a Hannibal, un rayo de luz lunar hizo que el cabello de Lecter pareciera plateado por un breve momento.
-Entonces… Nos vemos mañana… Temprano como siempre…- dijo Hannibal.
-Si…-
-Will…
-¿Qué pasa?-
-¿Me devuelves mi brazo?- preguntó Hannibal con una sonrisita, y solo en ese momento Will se dio cuenta de que seguía colgado del brazo de Hannibal. Lo soltó y bajó la mirada, algo avergonzado.
-Hasta mañana…- murmuró Will, buscando prolongar el momento un poco más.
-Mañana temprano.- repitió Lecter, que obviamente quería lo mismo.
-Temprano… Claro… ¿Y si nos vemos una hora antes?- preguntó Will un poco ansioso.
-¿Otra más? ¿Para qué?- Hannibal tenía curiosidad y no iba a aceptar sin más sin antes saber un motivo. Por mucho que quisiera decir que si y nada más.
-Pues…- Will se sintió tentado de decirle que para verse más tiempo -Para… Para seguir con matemática, claro… Pronto tu clase tendrá examen si no me equivoco.-
Hannibal lució levemente decepcionado por eso, aunque intuyó la mentira.
-Me parece bien, aunque me siento culpable por hacerte levantar tan temprano.-
-Olvídalo, haría todo por ti…- dijo Will sin pensárselo, pero después soltó una risa avergonzada y nerviosa, como si hubiera sido una broma.
Hannibal se lo quedó mirando y después se acercó a él.
-Y yo por ti.- dijo antes de darle un beso en la mejilla y marcharse de la puerta de Graham como si nada.
Will tardó diez minutos más en poder entrar en su casa, llevaba una mano en el rostro, en el sitio donde Hannibal lo había besado.
Decir que se sentía en las nubes era poco, no podía creer como algo tan simple podía provocar algo como esto en él pero estaba claro que era así.
Una vez dentro de su casa se puso a limpiar la pesca que había traído su padre y a filetearla para después guardarla.
Respondió las preguntas de su padre casi sin darse cuenta mientras preparaba la cena.
Edward Graham parecía dichoso al ver contento a su hijo e incluso le prometió que un día se tomaría el día libre y los llevaría a los dos de pesca.
Esa noche, luego de bañarse y poner el despertador una hora más temprano, Will se recostó y cerró los ojos, pensando en que iba a soñar con Hannibal.
Sin embargo, esa noche estuvo ocupada por otra cosa.
Esa noche soñó con su madre.
La veía tan clara y nítida que ella realmente parecía estar allí.
Estaban ambos en una plaza, y ella empujaba la hamaca donde estaba sentado el pequeño Will.
Will estaba seguro de que era una fantasía suya y no un sueño porque él era muy pequeño cuando ella murió.
-¿Estas enamorado mi pequeño Will?- preguntó la mujer, llevándole una paleta a su hijo luego de dejar la hamaca. La imagen de ella estaba bañada por la luz del sol de un día de verano.
Dentro del sueño, Will estuvo seguro de que asintió.
-Pero no sé si él gustara de mi un día…- se escuchó decir con voz tímida de niño pequeño. La mano cálida de su madre rodeaba la suya con fuerza mientras el pequeño comía la paleta. Ambos paseaban bajo los árboles de la plaza.
-Estoy segura de que es así… Nadie podría no querer a un niño tan lindo y adorable como tu.-
Will sonrió ante esas palabras, incluso podía escuchar con claridad el tono de voz de su madre, diferente a como él siempre lo imaginaba. Mas autentico.
-Pero debes tener cuidado…-
Will sintió de pronto un retorcijón de miedo apretando su estómago y también su corazón.
-¿Por qué mamá?-
-El primer amor siempre es engañoso… A veces las peores cosas se esconden bajo el semblante más perfecto…-
Will se dio cuenta en ese momento de que el sol y la plaza en su sueño habían desaparecido, aunque seguía tomado de la mano de su madre.
Miró alrededor y se dio cuenta de que había crecido, porque ella estaba a la misma altura que él. El día se había tornado nublado, gris y helado. Y los pasos de ambos crujían encima de la nieve. Los arboles habían perdido las hojas, y donde antes había columpios y juegos de niños ahora habían lapidas…
Lapidas cubiertas de cenizas.
Will sintió el miedo crecer dentro de él y apretó aún más la mano de su madre, pero la piel de ella, así como el paisaje, se había congelado.
Parecía la mano de una muerta.
Y cuando Will la miró bien se dio cuenta de que ella tenía una enorme y horrible herida en la cabeza, que sangraba profusamente.
Así debía estar cuando la encontraron después del accidente.
-¿A qué te refieres?- susurró Will con voz temblorosa.
-Mantén los ojos abiertos… El don de poseer una empatía tan fuerte que yo te transmití no te fue dado en vano… Tienes que ayudar… Ayudar incluso a los que todos piensan que ya no pueden ser salvados.-
Will intuyó que en esas palabras se le estaba comunicando algo muy importante y entendió que esto ya no era un simple sueño, ni tampoco su imaginación.
-¿Lo dices por Hannibal?- apenas dijo ese nombre, la imagen de su madre desapareció y su mano quedó vacía. Entremedio de las lapidas divisó un destello dorado y comenzó a correr en esa dirección.
El paisaje se abrió y cambió por completo. Vio una forma tendida sobre una camilla de hospital y a Hannibal a su lado, sosteniendo la mano de aquello que yacía en ese lecho y que Will no sabía si era una persona o no. La figura no tenía forma. Solo se veía una mano menuda unida a la de Lecter.
-Hannibal…- Will intentó llamarlo, pero estuvo seguro de que el otro chico no respondería. Ni siquiera podía verle los ojos, pero por el color del cabello sabía que era él.
-Los encontraré… Te lo prometo…- escuchó decir a la voz de Hannibal. Sonaba diferente a la voz que Will estaba acostumbrado. Sonaba vieja, amarga y llena de rencor.
-Los encontraré y los mataré…-
El corazón de Will dio un brinco ante semejantes palabras.
El aura que rodeaba a Hannibal era oscura, negra y extraña. Cargada de odio, desesperación y muerte.
Era más de lo que la mente de Will podía soportar…
Se despertó con un grito justo cuando la alarma sonaba a su lado, anunciándole que era hora de despertar.
Will pasó una mano por su rostro, el corazón le latía velozmente, retumbando en su pecho.
Los detalles del sueño comenzaron a hacerse confusos al llegar los primeros minutos de vigilia, y a pesar de que la sensación de miedo no abandonó a Will del todo en ningún momento, pudo deshacerse de gran parte del sueño dejándolo en algún rincón de su mente.
Se levantó de la cama y ese cosquilleo de miedo fue sustituido por un aleteo extraño en su estómago que lo hizo sonreír.
Pronto vería a Hannibal.

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