No quiero ser como Patroclo.

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Mi frente está en alto, y el dolor yo aplasto,
¿Pero cuál dolor he de aplastar si aún no lo he de disfrutar?
Mi pecho es inexperto.
La luz ciega mi oscuridad.
Todavía soy ignorante, que triste la realidad.
Entonces lo veo, y yo, Matías Moreno de Lora, desfallezco; y un endeble perro parezco, siguiéndolo hasta el final de un mundo que se acabará si él, Erin, sin apellidos ni otros nombres, no lo logra salvar.
No quiero ser como Patroclo, por el bien de mi Aquiles;
no quiero morir en pleno sentimiento, ni deseo faltarle a él en sus miles.
Quiero batallar con él y a su lado;
deseo adorar su rostro y besarle el costado.
Quiero ser su cielo, y mientras él esté callado, pertenecer a su anhelo.
Estoy enamorado.

Cuando Marte iluminó al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora