Nota 22

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Querido Emilio.

Te quedaste dormido en clase.
Yo me dediqué a contemplarte.
Fue maravilloso verte dormir.
Tan tranquilo, lleno de paz, con la boca ligeramente abierta, respirando lentamente y usando un brazo como almohada sobre la dura mesa de madera.
Pude observar cada parte de tu rostro.
Cejas bien definidas, carnosos labios, nariz recta, piel ligeramente morena y el lunar que tienes en la mejilla izquierda.
Todo me parecía perfecto de tu cara.
Las clases acabaron y tú seguías sin despertar.
Acaricié tu oscuro cabello y te sacudí ligeramente el brazo.
Pero no funcionó.
Te di un beso en la mejilla y despertaste.
Me miraste con una sonrisa y salimos del salón.
Te quiero Emilio.

Atte: Fernanda

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