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Siempre quiso a otro hombre-, -¿a ti?-, -sí-.

Me di la vuelta y a paso lento, con los ojos cristalinos, me fuí.

Ya no sabía que hacer, sentía como si una daga estuviese en mi corazón, una daga que tenía grabado en la hoja:"Elizabeth" y en el mango:"August".

Lamentablemente, no podía recurrir al suicidio, solo podía recordarla. Llorar por todos los atardeceres que le entregué mi cariño, los atardeceres que me perdí en sus ojos, que, cuando me abrazaba, viajaba a un mundo paralelo, el mismo mundo en el que ahora me siento y los veo... Juntos, como si se burlarán de mí.

¿Qué hice? No lo sé, quizá así es el amor.

Un viernes, de marzo, una mujer morena, de ojos obscuros, cabello rizado;entre negro y gris, alta, gruesa y de cuerpo cansado, me levantó de la orilla del mar.

Recuerdo su rostro, expedía satisfacción, aunque mi rostro,supongo, le causó preocupación...

-¿Qué cosa tan buena has hecho como para encontrarte aquí?- me dijo, con tono de sarcasmo-¿qué cosa tan mala a hecho como para encontrarse conmigo?- su risa suave y cansada me hizo sentir que era buena persona, ¿quién sabe? Podía confundirme una vez más.

Hablamos durante horas, ella se expresaba libremente.

  Hablamos sobre muchas cosas, me contó sobre su infancia, vivía en un lugar llamado "La Habana" -Durante mi infancia fuí muy feliz, entre semana iba a clases, y los fines de semana a descansar, los problemas empezaron cuando cumplí 20, pues me di cuenta de que un perro limpio, de buena raza y sano, valía mas que un cubano, almenos ese era el caso de la gran mayoría- se reía, y yo me quedaba con cara de asombro. Quizá morir fue su salvación... Pero, no lograba comprender el porqué me decía todo eso, ¿acaso me conocía? O quizá por hacerme simple compañía, mientras mis heridas iban sanando, en fin, parecía ser buena mujer.

Pasaron algunos meses, mi cumpleaños se acercaba, pero a mis dos "invitados" los había alejado, meses atrás.

Un año mas, ahora serían 18... 18 años en este maldito lugar.

Mi cumpleaños llegó, ¿qué haría de interesante? Ese día hubo otra " noche perdida", obvio asistí.

Durante la velada, como en ocasiones pasadas, todos se pusieron en fila, para la selección, nuestro señor bajó, y la noche siguió su camino...

Solo hubo algo inusual, una de las luces se detuvo justo arriba de mí.

El último error de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora