La primera vez

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El día transcurre con normalidad, llamo a Arisa, que está desaparecida, pero no me contesta, ya me está inquietando, pero ese asunto lo dejaré para mañana. Hoy tengo que disfrutar de mi cita con el hombre de mis sueños.

Antes de salir del bar me lavo un poco, peino mi cabello, que hoy está especialmente rebelde, me visto con un camisa azul de algo ajustada y un pantalón blanco, piercings plata y una joyería de igual color, perfume sexy, y así voy al encuentro de mi hombre.

Camino a paso decidido en el silencio de la noche. Solo se escuchan mis pasos. Busco el banco que está debajo del árbol, allí es donde más oscuro está. Minho viene a mi encuentro, nos besamos en la mejilla y nos sentamos a ver la luna de los enamorados, uno al lado de otro, como dos amigos o hermanos.

-¡Qué hermosa noche! -digo para romper el hielo.

-Sí, es hermosa, porque tengo a un dios con quien compartirla.

-No sé nada de ti. Solo tu nombre, cuéntame algo...

-Me llamo Minho, tengo un taller mecánico en la carretera, a la salida del pueblo.

-¿Vives solo?

-Sí, vivo solo.

Mientras él habla mis ojos destellan chispitas brillantes y lo miro en la penumbra, embobado.

-¿Y tú? Sé cómo te llamas, dónde vives, dónde trabajas...

-Sí, ya sabes bastante.

La oscuridad nos embruja y nos hechiza. La pasión sale por los poros y eclipsa a la razón. Se anula el pensamiento y la charla. Solo afloran los sentimientos. Tengo al hombre que me gusta sentado a mi lado, todo para mí solito. No puedo desperdiciar ni un minuto. Cojo su mano un poco sudorosa. Él coge la otra mía. Nos miramos en la negrura de la sombra, casi sin vernos.

-Me gustas mucho-murmullo delicadamente.

-A mí también me gustas- responde con su voz grave.

Mi piel se eriza y un calor insoportable intenta liberarse. Nos acercamos peligrosamente y nuestros labios se rozan sin mucha inocencia.

Me abraza por la espalda. Suspiro hondo. Su lengua penetra en mi boca profundamente, dejándome casi sin aliento por la emoción. Respondo besándolo con todas mis ganas reprimidas del último tiempo. Nuestras lenguas juegan revoltosas y la tensión va en aumento.

Caricias en el cabello, en la espalda, en las mejillas... Siento llamaradas de fuego que me queman, en mis partes más íntimas, y no puedo seguir sentado.

Corto el momento y me paro. Le cojo la mano invitándolo también a ponerse de pie, y nos volvemos a pegar en un beso eterno. Me arrincona apoyándome contra el árbol. A pesar de mis botines, me siento bajo a su lado. Mientras él juega con mi mechones, yo aprovecho para tocar los músculos de sus brazos, de su pecho por debajo de su camiseta, de su espalda. ¡Qué cuerpazo! Ya estoy derretido. Me lo llevaría ahora mismo a mi cama, pero eso es imposible. Unidos en el beso más largo y deseado de mi vida, seguimos tímidamente jugando con nuestras emociones.

Mientras divago paseando por la luna con Minho en una carroza de cristal, su pelvis se apoya sobre la mía. Con movimientos provocativos, algo duro y grande se esboza debajo de su pantalón. Lo siento aun sin tocarlo con mis manos. Estoy muy feliz. Apoyado en el árbol y pegado a él,cojo fuertemente sus glúteos, si no fuera por su pantalón, los pellizcaría,

¡qué tentación!

No sé cuándo, pero Minho metió su mano por debajo de mi pantalón, e intenta acariciar mi pubis. Suavemente quito su mano del sitio. Demasiados dulces para el primer día, voy a hacérselos desear un poco. Él quiere volver a bajar su mano, pero yo no lo dejo, entre risitas y besos de lengua.

Los pecados de Kim KibumWhere stories live. Discover now