Arisa y Minho

77 11 1
                                    


Las primeras nevadas llegan a Busan. Al bar acuden los pocos habitantes del pueblo, pero ya no me aburro. Ari-chan aparece de vez en cuando para ver cómo va todo. Hoy es su cumpleaños. Los cuatro amigos vamos a su casa a festejarla. Con botas enormes y sucias de nieve, tratando de no resbalar, llegamos. Lo estamos pasando muy bien, bebemos todos más de la cuenta y nos reímos de cualquier cosa. Después de varias horas, los otros tres vuelven a sus casas porque viven cerca, pero yo me quedo a dormir allí.

La chimenea ardiendo preside el salón, todas las luces apagadas,

solo el fuego ilumina la oscuridad del ambiente. La música de un cd aún suena, y yo estoy recostado en el sofá observando las llamas que me hipnotizan, acordándome de mi Minho, de sus besos, de lo mucho que nos amamos aquella última noche en el bar, antes de su desaparición...

Arisa acompaña a los chicos hasta la puerta, y en un minuto la siento muy cerca de mí. Se inclina y me besa con todas sus ganas. Yo, que estoy un poco atontado por la bebida y las altas horas de la madrugada, no reacciono, y tampoco estoy para pensar mucho, ¿qué pierdo? Nada, a lo mejor disfruto y todo, y le sigo el juego. Dejo que Arisa introduzca su lengua en mi boca, cierro los ojos y no me disgusta. Nuestros alientos y risas se encuentran. Nos miramos pícaramente, consensuando seguir. Mi amiga mete su mano por debajo de mi jersey y toca mi pecho por encima de la básica. La imito, adentrando mis manos a su holgado suéter y tocando por encima de su sujetador sus pequeños pechos y entramos en calor. La ropa nos molesta, y nos desnudamos. Seguimos acariciándonos sobre la alfombra, al lado del fuego. Arisa lame mis pezones, y yo aprieto los de ella hasta hacerlos erizar. Jamás pensé una situación así, bueno, ahora no puedo pensar en nada, imposible... Solo sé que lo estoy pasando muy bien...

Sirvo en dos copas un poco más de cava que queda en la botella, y volvemos a brindar:

-Por nosotros.

-Por nosotros.

Ari busca algo y vuelve a mi lado.

-¿Y ahora qué? -le pregunto.

No terminé de terminar la frase cuando Arisa se abalanza arrojándose encima de mí. Una locura desenfrenada se apodera de ella y me va contagiando poco a poco.

Besos, caricias, toqueteos entre sonrisas y suspiros... Sus pupilentes azules y los míos verdes hacen cortocircuito al encontrarse muy cerca.

Siento que la deseo y que ansío poseerla, ser suyo y que haga lo que quiera conmigo. Hoy no me voy a resistir a sus juegos y encantos. Unos besos profundos y apasionados nos hacen adivinar los pensamientos.

Arisa se aparta, yo abro mis piernas ofreciendo mis mejores secretos guardados a mi amiga, y esta tira un chorro de lubricante en mi sexo, deslizando sus aceitosos dedos para humedecer toda mi entrada. Ella sabe lo que me gusta.

Hoy la veo a Arisa hermosa, provocativa, que me seduce en la soledad de mi vida... Frota con maestría mi miembro, haciéndome vibrar hasta el delirio. Varias veces disfruto infinitamente. Quiero incorporarme y hacerla gozar a ella, que sienta este fuego que yo siento, pero cuando mis dedos avanzan hacia su ojal divino, aparta mi mano. Estoy un poco confundido, parece que los honores son todos para mí hoy. Y en este descuido averiguando por qué no querrá que la toque, algo duro está penetrando en mi casi entrada abierta. Abro los ojos mirándola extrañado.

-¡Chis, disfruta! -me dice.

Con una mano refriega mi miembro y con la otra coge un juguete transparente, que parece de cristal, y lo lame con su lengua sensual, coqueteando y mirándome con mucha astucia, incitándome al pecado.

Introduce aquel provocativo falo poco a poco y lo saca, mientras gimo de placer. Ahora lo mete muy lentamente hasta lo más profundo, siento que ya no hay más sitio, estoy pleno, lleno, y disfruto como un loco. Cambiamos de posición, y sigue la acción entre besos llenos de saliva, olor a sexo y locura sin límites. Soy todo suyo, aún no sé cómo llegué hasta aquí, pero estoy feliz, muy feliz.

Los pecados de Kim KibumWhere stories live. Discover now