Ansioso

231 14 1
                                    


Me acuesto a dormir y juego con mis fantasías amatorias. Mientras imagino que un hombre me besa, mi lengua jugosa relame mis labios carmesí carnosos y mis dedos revoltosos buscan un rincón donde divertirse. Casi puedo sentir el aliento de mi amante volátil...

Mis dedos índice y corazón suavemente me acarician por encima del boxer, luego necesitan más emoción y se escabullen por debajo.

Apresan mi zona más fogosa, y me gusta. Abro mis piernas masajeándome todo delicadamente y disfruto sintiendo el roce de mis dedos en cada centímetro de mi piel. Uno más atrevido se escapa y se introduce en mi interior, sonrío en silencio con esta nueva travesura.

Lo mojo con mi saliva y despacio entra, mojándose con mi esencia en ebullición. Con mi otra mano toqueteo mi miembro, deseoso de sentir emociones. Mi respiración se agita, y siento cómo el delirio se apodera de mí. Mi hombre imaginario me penetra y yo me estoy volviendo loco, ¡loco de placer! Mis dedos intentan alcanzar lo inalcanzable mientras me revuelco solo en mis sábanas sedosas.

Entro en éxtasis y sigo frotando mi miembro, para alargar este momento increíble. Orgasmos invaden mi cuerpo al compás de sacudidas que me hacen gozar hasta el infinito.

Secretos entre mi cuerpo, mi almohada y yo. Y luego, la calma. Me despierto con la mano recostada sobre mi y con una sonrisa. ¡Bello amanecer!, y vuelta a la realidad.

Suena intrépido el teléfono quebrando la monotonía del silencio:

-¡Hola! ¿Quién es? - pregunto aturdido.

-Con Kibum, por favor.

-Sí, soy yo.

-Te llamo del bar, soy Jinki...

-¡Qué alegría oírlo! ¿Qué tal? - contesto saltando de la cama.

-Muy bien. Quiero abrir el próximo fin de semana, pásate y hablamos.

-Mañana mismo voy. ¡Adiós!

-¡Hasta mañana!

No lo puedo creer, ¡por fin un trabajo! Desde setiembre pasado que no consigo nada, bueno, en este pueblo, nunca pasa nada. O sea, que esto es un milagro...

A pesar de estar casi en julio, un cierto aplomo corre aún por mi sangre, vestigios del largo y glacial invierno. Mi ánimo está a ras del suelo, me moriría de pena si no fuera por mis momentos de gloria conmigo mismo.

Cuando camino por las calles de Busan pisando sus piedras, que esperan el paso interminable de los años, siento que soy un gusano inútil e inservible chupando la sangre de mis padres. ¡Con la edad que tengo (treinta), y aún viviendo con ellos! Hasta me da vergüenza decirlo...

No aspiro a mucho, solo a tener un trabajito estable, encontrar el amor de mi vida y ser feliz con él. ¿Es mucho? Creo que no. Solo me queda esperar.

La llamada de Jinki fue la mejor noticia del año, ya no tendré que escuchar más el «¿No tienes algo más útil que hacer?» que repite mi padre cuando me ve tirado en el sofá mirando la tele para combatir el aburrimiento. Él no entiende que al menos veo gente, música, movimiento, colores.

Aquí en Busan respiramos inertes, contando los días eternos que nos faltan para recobrar la vitalidad contagiosa del inmenso calor del interior.

En julio, esto se convierte en un hormiguero con miles de hormigas que van de un lado para el otro, y luego las hormigas se van, y esto es desesperante...

-¡Buenos días, Jinki! Aquí estoy... - lo saludo con un abrazo grande como esos que uno da a su abuelo.

-¡Hola! ¡Ven! ¡Siéntate! - exclama el dueño del bar, un hombre de unos cuarenta y pico, que luce sabias canas.

- ¿Cuándo quiere abrir?

-El viernes por la mañana, vamos a poner diez mesas afuera con las sombrillas, como siempre.

-Me alegro de trabajar otra vez, lo necesitaba urgente...

-Ya sabes, en verano el puesto es tuyo. Luego no viene ni Dios por aquí.

-Sí, ya lo sé, ¿me lo dice a mí, que no consigo novio? En este pueblo no hay vida, ni discoteca, ni hombres, ni nada... Parece que vivimos aislados del resto del mundo, nos estamos volviendo todos melancólicos, tristes y huraños...

-¡Ja, ja, ja! - agrega él divirtiéndose con mis palabras - Te sientes así porque te falta un hombre que te mueva un poco, pero ya lo encontrarás. Seguro que estará juntando dinero para cuando os caséis, ya aparecerá... - bromea incansable y atrevido.

Él es así, a veces me hace sonrojar un poco, no tiene ningún reparo en hablar de sexo, de mujeres, de bolas chinas o de cualquier tema. A su edad, no le da vergüenza nada y se ríe de todo. Lo paso muy bien con él compartiendo tantas horas.

-Voy a empezar a limpiar, pero usted no haga esfuerzo, déjemelo a mí.

Y con mucho ímpetu saco brillo a las mesas y sillas que están tapizadas de polvo y mugre. Con música fuerte muevo la bayeta y voy cantando. Jinki mirándome por encima de sus gafas dice:

-Estoy seguro de que de este verano no pasas sin novio, estás muy guapo, de verdad te lo digo...

-¡Gracias, gracias, ojalá!... -le contesto pensando en la última vez que me tocó un hombre, una eternidad, al menos para no olvidarme de lo que era disfrutar y volar en colores...

Llego a casa cansado, me ducho y a la cama. Mañana otra vez al bar, estoy muy ansioso y con ganas de algo nuevo, no sé realmente de qué...

Los pecados de Kim KibumWhere stories live. Discover now