Capítulo 3

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Las lágrimas recorren su rostro, se siente herida, como si le hubieran clavado una estaca en el corazón. No sabe como pudo caer en la trampa, como fue tan ingenua y estaba perdidamente enamorada de él.

-No llores- Dice para sí.
Quiere llegar a un lugar donde nadie la encuentre. Pasa por los estrechos pasillos de la escuela e incluso choca con algunos estudiantes. Se encuentra devastada, necesita un lugar de paz y consuelo, "El jardín de las rosas", un sitio que descubrió al perderse en su primer día de instituto.

Llega a un pasillo que a primera vista parece no tener salida pero las apariencias engañan. El acceso al jardín esta bien oculto, en el costado izquierdo de la pared se encuentra un arco adornado con detalles dorados que no es visible de frente, te tienes que internar en las profundidades de aquel callejón.

Entra, la vista es muy hermosa, a lo lejos se veían las enormes montañas, las casas, algunos edificios de la ciudad y (en un sitio apartado de la ciudad) se distinguía la existencia de un lago. Se sentó bajo del viejo roble, situado en el centro del lugar, rodeando sus rodillas con los brazos.

-Ánimate Lay, no llores. No todo es para siempre...

Las palabras rondan su mente, le duele la gran traición que ha sufrido. Analiza cada momento que vivió a su lado preguntándose qué hizo para merecer aquello.
Nuevamente la odiosa campana interrumpe los pensamientos de la chica, así que se levanta y sonríe forzadamente maldiciendo la interrupción de paz.

Regresa a los pasillos del institito, donde los alumnos comienzan a salir precipitados de las aulas. Al pasar, nota que la miran demasiado «Rayos, debo tener los ojos de rana» piensa. Ella los ignora y trata de mantener la mirada fija al suelo para evitar las miradas curiosas. Un grupo de chicas populares hace un comentario ofensivo hacia ella, otros la miran extrañados, y no es buena señal que conforme avance los alumnos abran paso a su llegada, dejándola en línea vacia entre toda la multitud. Inquieta por la presión social corre por el espacio abierto y empuja a aquellos que se meten en su camino. Ese horrible momento termina al cabo de pocos minutos cuando los pasillos vuelven a estar vacíos. Ella camina despacio, pensativa, perdida, no recuerda que clase debe tener en esos momentos; la soledad la tomo desprevenida y de nuevo regresan las lágrimas. Estaba sola vagando en los corredores de Harrinton cove, o eso creía. De pronto colisiona con alguien, un chico que no ve a la había notado; el fuerte cuerpo del muchacho absorbe el impacto y se mantiene de pie, unos cuantos papeles vuelan de su carpeta; en tanto la chica termina besando el suelo, llenando sus mejillas de suciedad.


-¡Auch!-solloza- mira por donde caminas- se queja. Las lágrimas tienen otro motivo para fluir. Se queda tendida en el suelo, lamentando su pobre existencia. El joven no responde ante su dulce reacción (o eso le pareció), por contrario, se inclina, deja los libros que aún tenía entre brazos y la toma del brazo cuidadosamente, ayudándola a incorporarse. Sin querer ella se tropieza y termina reclinada sobre él.

-¿Te encuentras bien?
-Si, gracias....-ella se separa, sin mirarlo directamente.
-¿Segura que estás bien?- él se inclina un poco para ver su rostro, nota que tiene las mejillas grises. Ella inclina el rostro, incomoda; ante esa reacción él levanta la vista de nuevo, busca entre sus bolsillo y le entrega un pañuelo. -Aquí tienes, seca esas lágrimas y limpia tus mejillas.
La chica toma el pañuelo, tenía un aroma peculiar, como chocolate o flores. Agradece.
Él chico va por sus libros que había dejado para ayudarla y recoge algunos papeles que se le habían caído en la colisión, ella al verlo le ayuda. Recolecta unos cuantos papeles sin importancia, papeleo escolar e inclusive un horario de clases pero su vista se centra en algo situado en el encabezado del horario, había una escritura muy fina cuyas letras formaban la palabra "Conor". Le entrega los papeles que había acumulado, él notó que ya eran todos y sonríe satisfactoriamente, esa mágnifica sonrisa cautiva la mirada de Layra, era muy hermosa.

TenshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora