Cap 6. Cartas Contra La Humanidad.

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En una grandiosa ocasión, con clima de diciembre, quería salir a algún lado con Gaby y me quiso invitar a un Restaurante-café llamado La Madriguera, allá por Chapalita, es un lugar en el que tienen cientos de juegos de mesa y todos se pueden pedir sin costo alguno. Bastante lejos de donde yo vivía, pero valía la pena sacrificar mi tiempo y mis nalgas sentadas por más de dos horas en camión. Iría ella, su hermana, y el novio de su hermana. Parecía todo perfecto, solo había un minúsculo y un único problema: no sabía cómo llegar, porque era una zona que yo desconocía aún.

Y me adentré al frio concreto de la ciudad, con una borrosa idea de mi orientación. Bajé del autobús cerca de la glorieta principal y caminé un rato por mi cuenta, para de un momento a otro darme cuenta que estaba perdido, no tanto, pero estaba a unas dos cuadras de diferencia.

Ya era tarde. Una hora más de la acordada. La hermana de Gaby me llamó para saber dónde estaba y saber si estaba bien o que había pasado conmigo. Le paso el celular a su novio y el me guío por donde ir hasta que encontré el Restaurante.

Al llegar ellos estaban jugando Uno, y me sentí avergonzado por haber llegado tan tarde, pero también sentí una inmensa felicidad por volver a ver esa obra de arte llamada viviente Gaby. Vestida de negro como siempre. Y por haber logrado llegar claro.

Ellos ya estaban terminando de comer. Yo no quise ordenar nada de comida porque ya había comido en casa, solo pedí un smoothie de fresa, ya que me encantan los smoothies y hay pocos lugares donde los vendan o tal vez haya, pero desconozco donde. Cincuenta pesos costaba, era casi lo único que traía en la cartera, pero sabía que valía la pena, además se vería grosero que no pidiera nada.

También Gaby me dio a probar una bebida hecha a base de Ferreros. Fue una mezcla de emociones agradables: el dulce sabor del chocolate y la deseada saliva de mi crush (que no era mucha, pero se sentía el sabor igualmente) bailaban en mi paladar en un ritmo de éxtasis. Claro que, disimulé mi placer y solo dije que estaba muy buena. Igualmente sentí que sería grosero pedir un popote aparte porque sería como tenerle asco a ella, y es lo último que quisiera que pensara Gaby de mí.

El novio de Ana se veía que era de dinero. Le compraba todos sus caprichos. Compró un par de piezas de pastel de frutos para cada par. Ana con su novio y evidentemente yo con Gaby. Para comerlo usamos una sola cuchara, misma historia que la del popote. También estaba delicioso, algo seco pero sabroso.

El novio de Ana tuvo la idea de jugar un juego llamado Catán, nunca había escuchado de ese. Es un juego que consiste en hacer civilizaciones, ciudades y tratos comerciales, y hay metas que hay que cumplir, y el que complete más logros gana. Y claro, al final Gaby y yo terminamos aliándonos igual que Ana y su novio. Y Ana ganó. Ella tenía más territorio y más logros. Seguido de eso fuimos por otro juego.

En ésta otra ocasión Gaby pensó que sería buena idea jugar un juego llamado Cartas Contra la Humanidad (ahora si viene lo chido xD). La caja tenía impreso en inglés que era un juego para personas horribles y que no era recomendado para menores. Tampoco había oído hablar de ese juego, pero me daba mucha curiosidad y morbo.

El juego trata de formar frases con preguntas y situaciones puestas en cartas de fondo negro que se pueden responder con otras cartas que tienen fondo blanco. Suena simple y sin chiste, ¿no? Pues... lo interesante son el tipo de situaciones y más el tipo de respuesta que se puede dar. Quien tenga la respuesta más original y graciosa se gana la carta de la pregunta.

 Quien tenga la respuesta más original y graciosa se gana la carta de la pregunta

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Había palabras y frases que no podíamos entender y las traducíamos con San Google Translator

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Había palabras y frases que no podíamos entender y las traducíamos con San Google Translator. Gaby de plano no entendía nada o la mayoría de las cosas y yo le ayudaba como buen amigo bilingüe.

Al estar a punto de terminar el juego de cartas llegaron los padres de Gaby, su padre parecía ya algo grande y con apariencia de que iba a decir en cualquier momento "fierro pariente alv compa", muy norteño con su gabardina y su sombrero de vaquero hacendado. Su madre no era tan escandalosa en su forma de vestir; sutil elegante y callada. Muy agradables los señores, futuros suegros quería pensar. Nos regalaron otra porción de pastel de frutos rojos, y Gaby en plan "mira mis papás nos están ligando :v".

Fuimos por otro juego. Esta vez no sabíamos que agarrar y pedimos un juego que se trata de poner una tarjeta con un nombre, animal, lugar o demás y adivinar qué o quién somos. Igualmente, como buen dúo dinámico Gaby elegía una tarjeta para que yo me la pusiera en la frente, y claro, yo una para ella. Lo mismo con Ana y su novio.

Como era una versión para adultos había muchas cartas explicitas o sugestivas y salían muchas situaciones graciosas. En una ronda le elegí a Gaby una carta que ponía "carrot", o sea zanahoria. Y su hermana le echaba mucha carrilla y bromas, porque ella tenía entendido que Gaby era lesbiana. Decía cosas como "es algo que tiene forma de algo que no te gusta xd" (el nepe, claro). Y yo en el fondo de "ojalá no sea cierto porque le estaría apostando al caballo que corre para el otro lado". Tenía la esperanza de que fuera bisexual y no lesbiana a secas.

Al terminar el juego y estar por irnos guardamos todo y lo entregamos. El novio de Ana pidió un Uber y se fue. Hacía mucho frio. Pero no tanto como en Chihuahua, en enero (por cierto, saludos a mis parientes de Chihuahua ;v). El papá de Gaby se ofreció generosamente a llevarme, dado que yo vivía lejos y ya era muy tarde para irme solo. Ellos vivían casi para el mismo rumbo, pero aún más lejos, así que no hubo mucho problema. Pensé que sería una típica troca de buchón, pero no, era un humilde y cómodo VW Vento con bajo kilometraje y conveniente calefacción.

Platicamos sobre mí, tenían curiosidad por lo que iba a estudiar y de donde era. Hablamos de trabajo, de asuntos políticos y de estudios.

Les dije que no había problema si me dejaban en la carretera principal porque de ahí podría tomar un camión directo a mi casa. Y me bajé. Pero no sin antes despedirme de todos. Gaby me abrazó muy fuerte antes de que me fuera, el abrazo más cálido y espontaneo que me hubieran dado.

Al subir a autobús me quedé pensando en el por qué me habrá abrazado tan fuerte y con tantas ganas. ¿Un abrazo así de mi crush?, ¿Será que me quiere también? Esta última pregunta me estuvo rondando la cabeza alrededor de una semana. Si quería que me la pasara pensando en ella y que estuviera aún más enamorado, entonces lo había logrado.

La Luna Que Nadie Vio ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora