Capitulo 11

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Las hojas de los árboles tienen ese color amarillo que ya anuncia la llegada del otoño. Es tal vez una de las épocas del año que más me agrada.

   Llegué normal al salón de clases después del receso, tenía clase de literatura con mi profesora preferida.

   Realmente este día iba bien hasta que tuve un pequeño accidente, la verdad es que nunca me había ocurrido, ni cuando apenas comenzaba a mi corta edad de 12 años con la regla.

   Mi pantalón se había manchado, obvio no tanto, pero de que me manche, me manche. Me sentía muy insegura que ya me quería ir a mi casa, pero no lo hice. Solamente amarre el suéter que tenía a la cintura y fui al baño para asegurarme que no me volviera a manchar.

   Cedrik se acercó a mi lugar y me saludo. Toda la mañana lo evite. Pero estaba muy nerviosa y mis emociones estaban alborotadas.

—Te veo un poco pálida, ¿todo bien?

—Solo no me hagas enojar, de favor — le dije un poco seca.

—Perdoname, solo quería ver como te encontrabas — se paró, pero me sorprendió lo que hice, lo detuve agarrando su mano.

—No te necesitas disculpar, no me comprenderías, si te digo lo que me sucede... Es mi culpa.

   Me miraba fijamente y se sentó de nuevo a mi lado.

—Cuentame lo que sucede, te entenderé. Confía en mí, así te puedo ayudar.

   Suspire porque no quería perder la oportunidad de estar con él.

—Pues esto le pasa a todas las mujeres... Estoy en mi periodo y mis emociones están muy raras. Por eso perdón por mi actitud — después de decir todo esto, me puse muy roja...—. No te debí de decir nada de esto, que pena.

   Se empezó a quitar su suéter y me lo extendió, pero se lo regrese ya que yo tenía mi suéter a la cintura.

—No te preocupes, pero igualmente gracias.

—Cuando pase eso, confía en mí. Te comprenderé cuando pases por eso.

   Le sonreí pero despues él tuvo que irse a su lugar, ya que Ahian había llegado

   No quería estar sentada, me sentía tan incomoda. En cuanto acabo la clase tenia miedo ahora de levantarme ya que pienso que me volví a manchar. Así que me quede ahora sentada, sintiendo vergüenza aún, no creo concentrarme en la clase de Ahian por más que quiera.

   Entró con su maletín rojo y lo dejo sobre el escritorio como siempre solía hacer. No he olvidado lo de hace ocho días, con justa razón hoy lo ignoraré. ¡Maldita regla!

   Empezó a dejar el trabajo del día de hoy y en cuanto lo hizo, yo me puse hacerlo. Era hacer un resumen sobre la segunda guerra mundial, mi tema preferido aparte. Ahora no estaba concentrada en él, solo en mi trabajo.

   <<Haz tu trabajo tranquila, así olvidaras esa horrible mancha>>, me dije a mi misma. Tome varios colores y dibuje un mapa y después remarque partes importantes. Solamente regrese a la realidad cuando empiezo a escuchar murmullos cerca del escritorio.

   Ahian hablaba con Lena, y otros muchos de su alrededor, mire de reojo pero después regrese a mi trabajo.

—Mariam— escuche llamarme.

Levante la vista helada y lo voltee a ver.

—Puedes venir por favor.

   Lo que menos quería era levantarme de mi silla, así que me levante con cuidado, me detuve un segundo y fije mi vista en él, sonreia como tonta y eso que no es la primera vez que me manda a llamar. Él igual me miraba, me miro de arriba abajo y subió una ceja, después apartó la vista al igual que yo.

   En cuanto llegue recargue las manos en el escritorio e intente hablarle coqueta, pero no me salio la voz, me oía más nerviosa o insegura.

—¿Si profesor?

   Me miró a los ojos y nos quedamos así unos pocos segundos hasta que él apartó la vista primero. Agarro una hojas que tenía en su maletín y me las extendió.

—Reparte estos papeles a tus compañeros — nuestras manos rozaron un poco que hizo que me sonrojara.

   Comencé por las primeras filas, hasta llegar a la última, se me había olvidado por un momento que estaba en mi regla y no me fijé si me había manchado, aunque lo dudo. Pase sin contratiempos por todas las filas y ninguna chica me dijo nada, así que supongo no me manche el suéter.

   Le devolvi sus hojas, pero él ya no estaba en el escritorio, levante la vista y lo vi sentado cerca de mi pupitre, pues atrás hay algunos pupitres vacíos.

—Profesor, ¿donde le dejo esto?— pregunte.

—En el escritorio. Gracias.

   Deje los papeles sobrantes en el escritorio y me fui a mi lugar. Sentía latir fuertemente mi corazón, sabiendo que está a algunos centímetros de mi lugar.

   La clase fue pasando poco a poco y yo no quería que se acabará. Simplemente me encanta verlo, me encanta escuchar su voz, apreciar sus ojos. Cuando menos me lo espero el timbre a sonado.

   Yo recogí mis cosas, pero quería hablar con él... Pero no pude, los nervios me mataban por dentro, que mejor decidí marcharme. Aparte no sabría que decirle.
  

Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora