Capitulo 7

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​El regreso al hotel había sido un poco más movido de lo que deseaba el italiano, pero la verdad es que por ahora adoraba escuchar la risa del otro y su voz, le parecía increíble como en un simple pasar de horas había olvidado lo brillantes que eran los ojos del otro.

—¿Ya te sientes mejor? —Seung Gil estaba a su lado, extendiéndole un café que parecía tener leche. —lo mejor es que tomes algo un poco más dulce  aun te vez un poco pálido.

—La verdad es que siento que en cualquier instante me caeré, me tiemblan las piernas y las manos, como si tuviese mucho frío.

—JJ está igual.

—¿Ellos son amigos?

—Sí, en algún minuto creo que ellos tuvieron relaciones, pero es algo que Jean no me ha querido confirmar, pero en ese minuto me di cuenta de ellos son muy importantes entre ellos, Emil es de las pocas personas con las que se mensajea casi a diario.

—Pensé que había perdido a Emil.

—Bueno, no es así, ve con él, llévalo a descansar, sabes que los periodistas son demasiados exagerados y dirán cualquier cosa.

Seung Gil se alejó del moreno, tomando del brazo al canadiense, quien reía, fue un segundo, pero Micky notó el pequeño tambaleo que el más alto tenía, al parecer ambos se conocían muy bien. Por su parte el Italiano, simplemente se acercó a su compañero, tomando el borde de su abrigó.

—¿Micky? —Emil lo miró preocupado, notando como sus ojos estaban oscuros, casi opacos.

—Vamos a descansar...—fue un susurro muy bajo,  demasiado bajo para cualquiera, menos para el checo.

Ambos subieron a la habitación, pero solo bastó que estuviera solos, para que el rostro del más alto se volviera un poco suave, sus ojos se habían cristalizado y su barbilla temblaba levemente, como cuando un niño no quiere llorar, era un puchero, tremendamente infantil y tremendamente tierno al menos a la vista de Michelle,

—¿Emil?

—No fue un sueño...—las lágrimas bajaron rápidamente por sus mejillas, llegando hasta su barba. —Estuve en la morgue, sentí como mi corazón dejaba de latir, aquí...— Micky se acercó tratando de limpiar las lágrimas del más alto.

—Vamos deja de llorar, no pasa nada...—la voz se le quebró. —...no estás muerto, estás aquí, a mi lado...—el ascensor llegó a su piso y Micky simplemente tomó la mano del otro, uniendo sus dedos, uniendo sus manos, entrelazándolas y comenzando a caminar suavemente.

Avanzaron a paso lento, a pesar de que ambos lloraban, Michelle era capaz de llevar a su compañero y acercarlo al lugar donde se supone solo sería ellos dos, a ese lugar donde todo lo que había pasado por fin podrían conversar y por una vez el moreno simplemente sería honesto con todo lo que sentía.

Cuando estuvieron en el cuarto Micky ayudó al mayor, con su chaqueta, abrió su propia cama y trató de ayudarlo a entrar.

—No quiero dormir...— Emil había tomado la mañeca del mayor. — no quiero... no quiero dormir y no despertar, tengo mucho miedo Micky, yo no quiero, estaba frío, estaba solo y yo...

—No me iré a ningún lado...—Michelle se sentó a su lado y deposito un suave beso en las manos del otro. — sé que no fue un sueño y no tengo idea que fue lo que pasó, pero te perdí, cuando vi tu cuerpo, cuando toqué lo frío que estaba tú cuerpo, realmente sentí que algo dentro de mi alma había muerto.

—Yo solo quería despedirme, solo quería decirte lo que siento, decirte como fui feliz de ser parte de tú vida, en como adoré verte en la pista, realmente Micky, fuiste todo lo que pude desear...

Micky comenzó a llorar, un sollozo fuerte salió fuerte desde el pecho del italiano, cuando el sonido de la puerta llamó la atención de ambos.

—Ve...

—No quiero, quiero que estemos solos por ahora, Emil...

—¿Micky? —Sara estaba en la puerta. —Hermano, abre.

Emil bajó la mirada, alejando sus manos de las del moreno, simplemente recostándose, abrazándose a sí mismo, Micky recordó el cuerpo del otro sobre la camilla de la morgue, en cómo se veía, sentía el nudo en su garganta, sentía como su garganta se apretaba, la distancia entre él y Emil le dolía, le molestaba.

Llegó a la puerta, encontrándose no solo con su hermana, si no con la que bien sabía era el interés amoroso de su hermana, Mila se veía preocupada, tensa.

—Micky, supe lo de Emil, quería verlo...

—No...—Micky no miró a su hermana, simplemente se centró en mirar el suelo. —Sara...—Habló con la voz quebrada. —quiero quedarme con él, solo con él, yo tengo miedo Sara, pude perderlo Sara y ahora está, prometo que te llamará, pero por ahora solo quiero estar con él.

La morena sonrió y se giró llevándose a la pelirroja con ella.

—Micky...

—También tenía mucho que decirte, también quería tenerte Emil, te quiero, te quiero como nunca he querido nada en mi vida, ni siquiera a Sara. —Micky no dijo nada, simplemente llegó junto al otro, se recostó a su lado, ocultando su cabeza en el cuello del más alto, dejando sus lágrimas fluir con libertad.

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