Día tres (1/2): Hermano Mayor

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Johan tartamudeó un poco antes de contestar, e incluso se rascó la nuca como sí éste acto le ayudase gran cosa.

Lanzó un par de miradas estratégicas al castaño, y al verse sin salida, finalmente admitió:

—Es que... Me gusta mucho tu carita...

Judai apenas escuchó eso, rodó los ojos.
¡No otra vez!
Aquello había sido la misma basura que Asuka le había venido diciendo cuando ellos estaban en una relación.

—Suficiente–Ordenó Judai para que el escandinavo se detuviese.

Estaba a nada de largarse del parque, pero en lugar de eso, se vio acorralado por un par de brazos bien formados que le impedían siquiera pensar alejarse.

Fue entonces que Johan posó su cabeza en el hombro derecho del menor, haciendo que una sensación juguetona recorriera el sistema nervioso del castaño.

—Mi error; comencé erróneamente –Se dispensó Johan.

Recién caía en cuenta de que su dulce Judai era mucho más bajito que él.

—Me enamoré de ti...–Soltó ahora con más confianza y fluidez –Porque desde los primeros días del chat, eras alguien que parecía nunca dejar de ser optimista. Es como si nada del exterior te afectara, ya que con total gusto siempre estabas dispuesto a escuchar mis problemas, y ante todo, me tuviste la confianza de decirme cuales fueron los momentos más difíciles en tu vida.
Te agradezco por eso, Judai; pues al ver que eres alguien carismático, un poco distraído y, ante todo: propenso a ser lastimado, me ha nacido el deseo de ser quién te proteja de todos. Y ya para colmar lo idiota que estaba en esa época por ti, al grado de imaginar tu rostro para sentir la necesidad de verte, fue cuando tú mismo me hiciste esa vídeo llamada: Vestido formal al haber llegado de una fiesta, he de admitir que me dejaste embelesado por completo por tu belleza, pero no podía evitar las ganas de llorar junto a ti, o por lo menos abrazarte, al saber que te habían hecho una broma pesada unos chicos de tu escuela.

Y al decir eso, Judai se sorprendió muchísimo.
¿Como era posible que Johan se acordara de cada seña y detalle de esa noche?

Impactado, se dio la vuelta y miró nuevamente a su amigo.
Es verdad que él era idéntico a las videollamadas: alguien tranquilo y sereno, un poco apuesto, y sus ojos no estaban nada mal.

Pero negó nuevamente para sí.
Ni con todas esas virtudes le era atractivo como para ser su pareja.

Judai se despegó del agarre del mayor y comenzó a caminar.

—Gracias–Fue la única respuesta que Judai le profirió, al momento de perderse con un Johan un poco decepcionado.

* * *

Y la mañana siguiente llegó.

En esta ocasión también, por mero gesto de educación, Judai llevó el desayuno hasta la cama en donde el extranjero había descansado estos dos días.

—Buenos días, bello durmiente–Dijo el travieso castaño, olvidando la charla de anoche.

Aquel comentario, si bien no había logrado sonrojar al peli azul, le había provocado una sensación única para su hipotálamo*.

—Muchas gracias, Judai.

El castaño le dirigió su típica señal de "Gotcha!", y se dirigió a la puerta de la habitación.

—Si me disculpas, esta vez me toca ir por las compras. ¿No hay problema de que me esperes? No hay nadie en casa, pero todos te tenemos mucha confianza. Es más: Sabes que nuestro hogar es el tuyo también –Exclamó sonriente el menor.

Sólo Cinco Días (Spiritshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora