Día Cinco: Despedida (+ Epílogo)

361 38 9
                                    

—¡Johan, cariño! ¿estás listo ya?–Gritaba desde abajo la madre de Judai y Haou, realmente preocupada porque el amigo de su hijo no perdiera su vuelo.

A esas alturas, la mujer había visto en ese muchacho a alguien especial que debía de ser tratado como un autentico hijo suyo.

—¡Tranquila, mamá, aún le quedan dos horas!–Respondió desde su habitación Judai, quien ayudaba al extranjero a empaquetar en su equipaje sus muestras físicas de las plantas que había recolectado.

Ambos chicos habían vuelto ya tarde de su cita la noche anterior, por ello es que ahora las prisas por envolver todo casi los comía.

Cuando finalmente hubieron terminado de empacar, ambos sonrieron cómplices.

—Muchas gracias, Judai–Le dijo sincero al castaño.

Judai se llevó una mano directo a su nuca.

—Bah, hombre, ¡para eso están los amigos!–Dijo divertido Yuki mientras golpeaba ligeramente la espalda de su buen amigo.

Al ser éste el quinto día por fin, Johan quería saber una respuesta por parte de su mejor amigo, sin embargo, el japonés, en ninguna parte del trayecto al aeropuerto, fue capaz de armarse de valor para decir que se había enamorado del escandinavo.

Y si, tampoco fue capaz de tener los pantalones bien puestos para enfrentarlo a la cara y decir que en realidad... Jamás sintió algo más allá de la amistad hacia Johan.

Duro pero cierto.

Así, cuando ya estaban a punto de despedirse al sólo faltar 10 minutos para que el avión de Johan partiera, todos los miembros de la familia Yuki se despidieron amorosamente del chico peli azul.

Los padres de Judai fueron muy cálidos con el chico, afirmándole que sería un total gusto volver a verlo e invitándolo previamente a pasar por ahí cuando tuviese tiempo.

Anderson asintió, realmente agradecido.

Por su cuenta, Judai fue un poco más breve y se tomó poco tiempo para abrazar a su amigo oji jade.

—Johan... Con respecto a el trato...–Comenzaba a balbucear.

Pero el aludido asintió sin más drama.

—No importa, Judai. Comprendo la situación y quiero decirte que no voy a forzarte a nada...–Susurró para que los demás no lo escucharan.

Se sentía un tanto abatido, aunque...
Para ser sinceros, no del todo.

Así, Judai retomó la palabra.

—Quiero seguir siendo tu amigo aún pese a que no seamos algo más. ¿Si?–Preguntó casi en suplica aquel que una noche antes lo había besado.

Sin más, el europeo asintió, dándole un último abrazo de despedida.
Y ahora si, el vuelo fue anunciado, quedando por despedirse únicamente Haou Yuki, aquel inexpresivo y ciertamente perturbador chico de caballos tan cafés como el de toda su familia.

Johan lo contempló y en él vio a un buen muchacho al cuál debía de agradecer por haber cuidado de él pese a la extraña forma en que se habían conocido.
Hay qué recordar también que fue Haou quién apoyaba a Johan a estar con su inmaduro hermano menor.

Lentamente fue hasta donde el de pupilas doradas, y aunque el otro no mostraba iniciativa alguna de ponerse melancólico como sus padres, sí que abrazó a Johan de la nada, pero de una manera distinta a la de los anteriores.
De manera tierna lo atrajo hacia su cuerpo y le dio un par de palmaditas tiernas, no sin antes afirmar:

—Te extrañaremos, Anderson.

Y sin más, metió un pequeño papelito en el bolsillo del chico, que estaba a punto de preguntar por ese detalle.
Pero Haou le hizo callar enseguida, sonriente.

Sólo Cinco Días (Spiritshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora