Prólogo: Impulso

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El suave sonido de la brisa meciendo las recién nacidas hojas de los árboles, esparciendo las semillas y los olores de la primavera, consigue saciar todos mis sentidos a la vez que un Sol enojado con el mundo brilla más que nunca

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El suave sonido de la brisa meciendo las recién nacidas hojas de los árboles, esparciendo las semillas y los olores de la primavera, consigue saciar todos mis sentidos a la vez que un Sol enojado con el mundo brilla más que nunca. No puedo evitar que mis labios, afectados por esta sensación se junten y elaboren una delicada sonrisa.

Un banco. Un lugar perfecto para dejar pasar un tiempo de tu vida observando lo que hay a tu alrededor, y suponiendo que el mundo gira sin afectarte. Una ilusión estúpida que consigue relajarme y respirar profundamente. 

Frases que te aparecen por la cabeza cuando ves a la gente pasar por delante de ti: "Cada persona es un mundo", "Las historias desconocidas que se esconden en cada uno de nosotros", "Qué bien se está aquí sentado" o "¿Cuánto rato llevo aquí sentado?" Sonrío ante lo absurdo de la situación. Pero no me levanto y me acomodo más. Mi cabeza sugiere irse, pero mi cuerpo se resiste a moverse, por lo que finalmente la primera decide dejarse llevar y acompañar al cuerpo rebelde.

Mucho tiempo hacía ya que no encontraba esos momentos en los que dejar volar la mente libremente, y que luego, por afición propia, plasmaba en unas terribles líneas mal escritas, seguramente sin sentido, pero que me ayudaban a liberar aquello que mi mente me quería decir. Partes de mi vida que me construyeron como persona, donde recuerdos dolorosos y felices se mezclaban para intentar darle un sentido a todo. Donde algunos, más que recuerdos, parecían sueños o partes de una vida pasada que me hubiera gustado vivir. ¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar a lugares exóticos, a civilizaciones antiguas, a un futuro incierto o a un presente diferente? Los sueños siempre formarán parte de nosotros. Los sueños cuando estamos dormidos o aquellos sueños que nos aparecen por la cabeza mientras estamos despiertos y que, como verdaderos imbéciles, sonreímos ajenos a todo lo que hay a nuestro alrededor. 

¿Por qué no? Un impulso en mi interior me hace tomar una decisión, y por extraño que parezca, mi cabeza le da la razón. ¿Volver a escribir? No puedo evitar que aparezca una sonrisa mientras una pareja joven pasa por delante de mí y me mira con cara extrañada, sobretodo el chico que agarra con más fuerza a la joven. ¡Decidido! Volveré a escribir aquellas frases sin sentido y que probablemente nadie lea, pero que para uno mismo permiten liberar su mente. Y no sólo me quedaré ahí, sino que daré a conocer aquellas vidas pasadas, aquellos sueños sin sentido y aquél futuro soñado. 

Me levanto con decisión del banco. Al parecer debo de llevar bastante rato sentado. Las piernas se me habían dormido y el Sol, cansado ya de intimidarnos, se escondía avergonzado entre las montañas. 

"Caminar sin camino. Rumbo a lo desconocido. Sin destino"

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