I kissed a boy.

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(AU)

—¡Sólo diviértete, Yuri! Es nuestro momento.

Katsuki Yuri se encontraba frente a un bar/discoteca (¿aún existían personas que lo llamaban así?), había sido arrastrado por su mejor amigo con la excusa de que por fin habían acabado la universidad, debían de celebrarlo sí o sí.

—Sabes que no me gustan estos lugares —murmuró con una mueca, sin embargo siguió a su amigo a la larga fila —. Además dudo que nos dejen pasar, tenemos cara de adolescentes.

Y era cierto, sospechaba que era una de las razones por las cuales su novia, Yuuko, salía con él. A ella solía importarle la juventud, Yuri la llamaba en secreto Hebe, justo como la diosa griega de la juventud. Ella salido esa con sus amigas a no sabía donde.

—¿Dónde quedó tu confianza, amigo? Entraremos —aseguró Phichit.

No sabía cuánto tiempo estuvieron en la fila, al nipón le parecieron horas mientras que al tailandés tan sólo media hora, éste último ignoró todas las caras de fastidio de su acompañante, Yuri solía mirar la hora en su celular y soltar suspiros de aburrimiento. Ni siquiera sonrió para la selfie que le pidió.

Se acercaron al guardia de seguridad, sólo era un hombre corpulento con traje negro, Phichit sólo tuvo que ofrecerle un par de dólares para que les permitiera la entrada.

—¿Lo ves? Phichit nunca falla. Hay que divertirnos, amigo, no todos los días te gradúas de la universidad, ¿o si?

Lo guió hasta la barra, las personas se amontonaban ahí pidiendo sus bebidas. Los amigos pudieron ver que algunos coqueteaban con el barman, un chico rubio con un corte a la moda, dejando ver sus raíces castañas, éste sonreía para todos e incluso reía por -de seguro- un mal chiste, servía una bebida tras otra. Cuando estuvieron frente a él pudieron notar sus ojos verde junto con sus largas pestañas, tenía una ligera barba, se dio cuenta que habían llegado.

—¡Hey! ¿Qué les sirvo? —les preguntó con una amplia sonrisa. Yuri detectó un acento sin embargo no supo identificar exactamente de donde, pero obviamente era extranjero.

—Uhm, ¿podrías traernos ocho caballitos de tequila, por favor?—se adelantó el tailandés antes de que el pelinegro pudiera pedir algo, Yuri le lanzó una mirada de reproche y abrió la boca para protestar—. Calla, hoy vamos a embriagarnos, así que sólo disfruta que mañana no te querrás levantar.

—Ya oíste, chico, a embriagarte —siguió el barman mientras servía sus caballitos de tequila—. Disfruten —dijo antes de alejarse al otro extremo de la barra.

Yuri lo siguió con la mirada. Lo vio acercarse a un chico de cabello platinado, el platinado reía por algo que le dijo el barman y lo vio dándole un ligero golpe en el brazo, el nipón supuso que eran amigos o quizá simples conocidos. El rubio le pasó un vaso de whisky en las rocas antes de que el peliplata lo pidiera.

El chico bebió un poco el contenido de su vaso y pasó una mano por sus cabellos despeinándolos en el camino; Yuri esperaba que se viera mal después de eso, pero al contrario, lucía espectacular. El peliplata levantó la mirada justo cuando el japonés se disponía a dejar de mirarlo.

Sus miradas chocaron.

Yuri se dió cuenta que los ojos del chico eran azules, diferentes a los que había visto alguna vez, parecía que el chico no iba a apartar su mirada así que fue Yuri primero en apartar la suya, de pronto el caballito vacío que llevaba aún en sus manos fue más interesante.

—Yuri, Yuri, ¡salud y felicidades! —su amigo le pasó un caballito de tequila, levantó el propio y bebió.

—Sí, sí, salud —iba a volver a dejar su caballito en la barra sin haberle dado un trago pero recibió una mirada de su amigo.

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