Helpless

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[AU]

Cuando Yuri Katsuki vio por primera vez a Victor Nikiforov se sintió completamente indefenso.

Toda su vida había levantando una gran muro alrededor de sí mismo para evitar salir lastimado pero cuando sus ojos castaños se encontraron con la esbelta figura del ruso sintió como aquel muro iba siendo destruido pieza por pieza, dejándolo completamente desprotegido

No sabía muy bien que estaba haciendo en aquella fiesta -a la cual no quería ir, no por vergüenza o pena, si no por pereza-, la música estaba tan fuerte que sentía vibraciones en el suelo, muchos estudiantes bailaban, mejor dicho brincaban, al ritmo de la canción, los observó desde el rincón donde estaba preguntándose cuando sería el momento perfecto para irse pero cuando el chico de hebras plateadas cruzó por la puerta olvidó casi al instante esa idea.

Su corazón latió a mil hora al ver a aquel joven, se preocupó un poco por esto y por más que quiso tranquilizar sus latidos su corazón no dejaba de bombear.

El platinado llevaba sus cabello hasta los hombros pero recogía parte de éste con media cola, dejando sólo un flequillo sobre sus ojos. Yuri lo siguió por el salón con la mirada, lo vio saludar a JJ -anfitrión de la reunión- y pasar por una bebida.

¿Cómo es que antes no lo había notado?

No supo a ciencia cierta cuanto tiempo lo llevaba observando desde su lugar al otro lado de donde se encontraba el peliplata, en más de una ocasión estiró un poco el cuello para poder ver al chico con claridad pues personas se atravesaban obstruyendo su vista.

Yuri podría ser alguien tímido pero eso no significaba que no deseara cosas.

Y él deseaba poder acercarse a entablar una conversación, quizá -y si tenía suerte- conseguir el número de celular del peliplata.

Cuadró sus hombros y bebió un largo trago de su bebida, no sabía que estaba consumiendo pues Chris fue el que le pasó aquel vaso con alcohol cuando llegó pero decidió confiar en su amigo ojiverde, tomó una respiración profunda en un intento de darse valor para por fin acercarse al peliplata cuando el antes mencionado apareció con su típica sonrisa traviesa y ojos brillantes que parecían desnudarte al mirarte.

—Yuri —canturreó levantando una y otra vez sus cejas—, te he descubierto, travieso.

El de lentes tenía dos opciones a) fingir no saber a qué se refería y b) ajustarse muy bien los pantalones y confesar a voluntad propia que había estado comportándose de una manera creepy.

En una situación normal él hubiese escogido la opción a pero, culpando el alcohol antes consumido, eligió la opción b.

Sujetó a su amigo de la chaqueta que llevaba y lo acercó a él para que éste lo escuchara con claridad pese a la fuerte música, alternó su mirada entre Chris y el peliplata que conversaba con otros chicos riendo.

—Él es mío.

Chris sonrió ampliamente, sus ojos parecieron brillar con picardía y algo de emoción. Dándole unas suaves palmaditas a la mano del nipón se arregló la chaqueta.

—Me parece perfecto, Yuri. Él es todo tuyo —guiñó uno de sus ojos y con pasos calmados pero seguros se acercó hasta el peliplata.

¿Qué haces, idiota? ¡¿Qué haces?! Me voy a ir del país, voy a morir—pensaba el japonés con desesperación.

El pánico comenzó a crecer en el pecho de Yuri, con la mirada buscó su más cercana salida, estaba a punto de girarse hacia la pared y fingir hablar con ésta cuando el rubio llegó hasta el chico.

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