Call Me Maybe.

792 94 53
                                    

(AU) 

Victor jamás se consideró una persona tímida, todo lo contrario, él creía que podía acercarse con cualquier persona y hacer algún tipo de conversación jovial o algo por el estilo pero al parecer había estado equivocado durante los diecinueve años de su vida... O al menos eso sentía.

No podía creer lo que le estaba pasando.

¿Cómo era posible que ese chico extranjero lo dejara sin habla? ¿O que su cuerpo no respondiera? Nunca en su vida había escuchado esa alarma que suena en tu cabeza diciendo "¡Oye, amigo, estamos actuando como idiotas!" no hasta que lo conoció.

Se torturaba mentalmente repitiendo su primer encuentro con el pelinegro.

Todo había salido absolutamente mal.

Se había acercado decidido a obtener una cita (cosa que jamás había sido un reto para él), con cada paso que daba su mente parecía perder la capacidad de pensar y actuar coherentemente.

Sus mejillas se tiñeron de rojo, maldijo tener la piel tan blanca pues su sonrojo era completamente visible, no había forma alguna de ocultarlo. Ahogó un pequeño en su garganta cuando estuvo cerca del chico.

El chico pareció haberlo escuchado eso, pues se giró hacia Victor y lo miró con algo de preocupación y extrañeza, parecía estar esperando que el peliplata dijera algo.

Victor abrió la boca para preguntarle su nombre o simplemente comentar algo para comenzar una conversación pero nada salió de sus labios. Intentó aclararse la garganta suavemente pero no parecía funcionar.

—¿Hola? —murmuró el chico viéndolo a los ojos.

El ojiazul jamás había sentido la necesidad de apartar la mirada de alguien, él era siempre quien buscaba mirar a las personas a los ojos pero ahora sentía que no podía. La mirada de aquel chico era suave y llena de vida, brillaba de una manera diferente, una parte de él quería retirar los lentes que llevaba el chico para poder apreciar sus bonitos ojos castaños aún más.

Pero su parte que le pedía mirar a otro lado ganó.

—¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte en algo?

La voz del chico era suave como su mirada. Si se pudiese acurrucarse en la voz de alguien Viktor lo hubiese hecho en la voz de aquel chico con lentes.

—Tú... ojos bonitos... Acurrucarse.

Un sentimiento que pocas veces había sentido flotó: vergüenza.

¿Qué carajo acababa de decir? ¿Y por qué lo había dicho? No tenía catorce años como para actuar como idiota.

Escuchó al chico soltar una risa, las mejillas se le habían teñido de un rosa pálido.

—Creo que lo tomaré como un cumplido.

Si Victor hubiese estado en su estado normal, hubiese respondido con comentario coqueto o al menos sonreído para estaba en el estado idiota.

—Tú... Yo... Por siempre, por siempre juntos.

¿Por qué nadie lo estaba deteniendo en decir esas cosas?

Pero el pelinegro parecía estarse divirtiendo con los balbuceos de Victor, volvió a reír... Y Victor sólo quería ser un avestruz para meter su cabeza debajo de la tierra para no volver a salir nunca más.

No supo qué hacer, lo único que pasaba por su cabeza era "¡Estamos actuando como idiotas! ¡Sal de ahí!", así que eso hizo. Simplemente se alejó con pasos rápidos, dejando atrás a un confundido pero divertido asiático que volvió a hacer sus cosas.

Playlist |Victuri|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora