2 R

88 1 0
                                    

El aeropuerto estaba abarrotado de gente. F empujaba el carrito con las maletas de Carmen y de su hija. Pesaba como si estuviese transportando toda la plata del nuevo mundo .

R era la hija de la Carmen, la amiga de su madre, que había venido con ella desde américa para visitar europa. Todavía seguía perdida en algún lado del aeropuerto y Carmen, muy pragmática, había decidido que mejor sería que él fuese al coche a meter todas las maletas mientras que ella intentaba dar con su hija. F les esperaría en el Chrysler, no quería arriesgarse a tener una multa por aparcar mal.

Una vez las maletas en el coche F se sentó al volante e intentó buscar algo de música que le gustase. En el coche solo estaba el ipod de su hermana, con todos esos grupos de pop nasal y de artistas adolescentes de dudosa reputación. − qué horror,  cómo puede gustarle eso ! 

De repente alguien abrió la puerta del coche − Ya estamos aquí − dijo Carmen − Mira, esta es R, seguro que te acuerdas de ella, ¿no es verdad? − peguntó mientras se hacia sitio entre las maletas en el asiento de atrás

− Hola R , ¿ qué tal ? − dijo F sin apenas prestar atención mientras alargaba la mano hacia atrás para saludar. R acababa de entrar decidida en el coche y correspondía al gesto de F con su propia mano extendida que ni siquiera llegó a rozar. 
− Bueno , no sé si me acuerdo mucho, creo que la última vez que nos vimos fué en nuestro viaje a disneylandia y ella debía tener entonces 6 o siete años − dijo mientras se volvía hacia atrás para verla.
− Hola F −  dijo R − ¡Me encanta esa canción! déjala por favor − dijo una preciosa sonrisa con brackets. F se había quedado boquiabierto mirando a su pasajera.

Sí que había cambiado, sin duda que lo había hecho. R llevaba una gorra de beisbol y unas gafas de sol que apenas le dejaban ver algo más de su cara que no fuese la nariz y su boca. Aún así los vaqueros y la camiseta ceñida permitieron comprobar a F que a sus 18 años R ya no era una niña. 

Durante los 40 minutos que duró el viaje de vuelta F tuvo que explicar a Carmen todos los detalles sobre cada edificio y monumento que cruzaban. La música de algún adolescente con dudosa reputación inundaba el ambiente y él observaba curioso por el retrovisor intentando ver algo más de la inesperada pasajera. Ella, sentada junto a la ventanilla y ladeada mirando por ella no contribuia a ello.

R no abrio la boca el resto del viaje, de hecho probablemente se había dormido. La diferencia horaria y los nervios del viaje le habian impedido dormir en el avión, y ahora el movimiento del coche y la conversación de su madre la habian sumido en un profundo sueño que duró hasta que llegaron al destino.

− Ya hemos llegado − Dijo F saliendo del coche. No podía resistir la curiosidad de ver a R de frente y abrio la puerta de atŕas para ayudarla a salir. Ella todavía adormecida le respondió con otra de sus sonrisas y salio del coche. 

R era mucho más alta que su hermana, delgada y con un cuerpo deliciosamente moldeado. El pelo moreno recogido en una coleta le caia sobre su espalda y cuando se dio la vuelta en dirección a la casa F no pudo evitar bajar su mirada para mirarle el pompis, redondeado y con una forma perfecta que se ajustaba a unos vaqueros que parecía hubieran sido hechos especialmente para él.

Desde luego que eso sí que no se lo había imaginado ni en sus mejores siestas. Algo dentro suyo pareció resolverse encogiéndole el corazón y tambien la boca del estómago. 

Una visita inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora