Knocking on Heaven's door. [One-shot]

Knocking on Heaven's door.

2 de noviembre de 1983.

El pequeño Dean Winchester se encontraba en su habitación tumbado en la cama. Era tarde, sabía que debería estar durmiendo, pero por alguna extraña razón no podía pegar ojo. En su mente resonaba el tic-tac del reloj que se encontraba en la mesilla justo al lado de su cabeza. Giró un par de veces y después colocó la almohada sobre su cabeza. En su mente, el Winchester estaba gritando, un grito desgarrador. No conseguía alejar el sonido del reloj. Normalmente no le costaba dormir, aquella noche era distinta.

Tiró la almohada al suelo, y se sentó en el borde de la cama. Secó el sudor de su frente, encendió la lámpara que se encontraba junto a ese molesto trasto que rompía constantemente el silencio de la habitación. En un primer momento pensó en lanzar el reloj al suelo, disfrutaría verlo hecho añicos, pero no lo hizo. Miró la hora y su corazón se aceleró. Una especie de Flash-back vino a su cabeza, aunque no sabía de donde provenía, él nunca había pasado por aquello. Primero vio unos ojos amarillos, después fuego, y por último sangre. Aunque en principio se quedó atónito, no fue por mucho tiempo.

-Sam... - dijo en un susurró. - ¡Mamá! - gritó, saliendo de la habitación y dirigiéndose a la de su hermano de tan solo seis meses. Su madre estaba a punto de entrar en el cuarto de Samuel. - ¡Mamá, no!

-Dean, ¿qué haces despierto a estas horas? - le preguntó Mary en un tono serio, era muy tarde. - Ya sabes que no me gusta que te quedes hasta tarde, ¡mañana no podrás despertarte! - siguió riñiéndole mientras le apuntaba con el dedo índice. Dean hizo caso omiso a todas las palabras de su madre. Sabía exactamente lo que había al otro lado de la puerta, tenía que impedirlo.

-Mamá, por favor, no entres en la habitación de Sammy. - Contestó el pequeño. Tragó saliva al ver a su madre con una ceja levantada. El sudor caía por su nuca y su respiración estaba entrecortada.

-Está llorando Dean, no puedo ignorarlo como si nada. - Mary abrió la puerta del más pequeño de la casa. Observó una silueta, Sam ya no estaba llorando, de hecho, podía oír como este se reía. - Mira, papá está con él. - Dean se horrorizó al escuchar aquello.

-¡No mamá, ese no es papá! - gritó. Adelantó a su madre y entró en la habitación dando grandes zancadas. Aunque tan sólo tenía cinco años, Dean habría arriesgado su vida con tal de salvar a su madre o a cualquier otro miembro de su familia. No tenía un plan en mente, no sabía que iba a hacer para salvarle la vida a Mary, simplemente sintió la necesidad de entrar él primero, quería llevarse él cualquier golpe que viniera.

Al entrar en la habitación se quedó estático ante la figura de John Winchester. Este estaba haciéndole cosquillas a su hijo, mientras que el bebé se reía. Dean no sabía si sonreír o llorar, estaba asustado, nunca antes había estado tan asustado. Cayó de rodillas en medio de la habitación, bajo las miradas de John y de Mary Winchester. Sabía que ambos estaban enfadados ante su numerito, pero no le importaba, le daba igual ser castigado. Su madre estaba bien, su hermanito pequeño estaba bien, eso era lo único que importaba.

Mary se entristeció al ver a su pequeño Dean de rodillas llorando, no comprendía el comportamiento de su hijo. Se sentó junto a él y lo tomó en sus brazos. Dean la rodeó con sus pequeñas extremidades y colocó su cabeza encima del hombro de su madre, sintiéndose el niño más feliz del mundo. Inspiró el aroma de su pelo, tan familiar. Quería quedarse así eternamente, congelar el tiempo. Mary sabía que debería hacer el papel de madre enfadada, pero simplemente no pudo. Sintió el acelerado corazón de su hijo, como las lágrimas del pequeño caían sobre su hombro. Se estremeció y le apretó aún más fuerte.

-Está bien, todo está bien hijo. - Le susurró al oído.

John volvió a dejar a Samuel en su cuna, el pequeño ya se había quedado completamente dormido. Se giró para ver como su hijo se soltaba del agarre de su madre. Dean tenía los ojos rojos de tanto llorar. Ni John ni Mary sabían a qué se debía el comportamiento del pequeño.