Horóscopo

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Despertó sedienta y con dolor de espalda, pasó la noche en completa tranquilidad, ni alcohol, ni desvelos, ni sexo, simplemente cayó vencida por el cansancio de un día muy largo, por ello durmió en mala posición y su espalda sufría las consecuencias.

Para su infortunio vivía frente a una de las avenidas principales de Brooklyn, el ruido de los autos y camiones pesados esa mañana eran incesantes, aturdidores y desesperantes. Tomó un vaso de jugo de naranja y en la soledad de su pequeño departamento de una sola recamara, un baño muy pequeño y donde la sala, el comedor y la cocina ocupaban el mismo espacio, se dispuso a planear sus deberes.

"Hoy tendrás un reencuentro con alguien de tu pasado, pero no te dejes guiar por tus emociones puede que no sea del todo positivo. Económicamente, viene una buena racha para ti." Vaticinaba su horóscopo en el periódico, no lo hubiera creído de no ser porque ella misma lo escribió.

A pesar de los años y de su amnesia respecto a quien era realmente, seguía conservando ciertos dones y habilidades, tales como la clarividencia y el manejo de las artes ocultas. Debido a ello, su apartamento se trasformó en su área de negocio, la gente de todos lados de Nueva York, y a veces de otros sitios llegaban ante ella para conocer su futuro, ser curados de maldiciones o que le realizaran distintos tipos de labores.

Tan sólo para ese día agendaba cinco reuniones, dos lecturas de tarot, dos trabajos de magia roja, y una invocación al mundo de los muertos. Apenas le quedaría tiempo para darle una lectura a su carta astral y salir de paseo, además debía apurarse a redactar los horóscopos de la siguiente edición del periódico.

--- A este paso me volveré vieja antes de los veinticuatro. --- Rezongó

Se metió a bañar con la esperanza de que el agua revitalizara su cuerpo, pronto sintió el favorable cambio. Así con nuevos bríos y habiendo terminado sus obligaciones matutinas se alistó para dar un paseo en el parque aledaño. No le gustaba estar tanto tiempo entre cuatro paredes pues su alma comenzaba a sentirse aprisionada, necesitaba el viento contra su cara para estar tranquila; los rayos de sol era cálidos y tiernos esa mañana, así que sentirlos sobre sus brazos, su cara y su cabello corto color negro era un deleite, todo su cuerpo comulgó libremente con la naturaleza, mientras caminaba lentamente por el pasto verde.

--- Mariah. --- Gritó una chica precipitándose hacia ella.

La pelinegra ni siquiera la escuchó, su estado de conciencia estaba entregada al cosmos y no al plano en el que se movía.

--- ¡Mariah! --- Insistió la chica de aspecto hippie.

Al no tener respuesta la jaló del brazo haciéndola girar bruscamente. Al dar la vuelta se sobresaltó con alegría al reconocer ese rostro tan familiar y que había dejado de ver por un largo tiempo. Su vaticinio se había cumplido.

--- ¡Jani, que gusto! --- Profirió casi a gritos.

La abrazó efusivamente como era su costumbre, con cierta brusquedad y riendo alegremente. Para cuando la algarabía de ambas cesó ya se encontraban en una banca platicando amenamente y hablando las dos casi al mismo tiempo.

--- ¿Dónde has estado? Te creí muerta. --- Bromeó con una amplia sonrisa.

La chica hippie de unos 26 años se echó a reír con ligeras sacudidas que alborotaban sus rastas divididas en un tono rubio y café.

--- Quise cortar raíces, recorrer el mundo y conocer nuevos horizontes.

--- Cool. --- Suspiró relajándose.

La chica sacó un cigarrillo y comenzó a disfrutarlo.

--- Pero el destino no nos ha reunido para hablar solo de mí. --- explicó al tiempo que el humo escapaba de su boca.

--- ¿Ah no?

La chica sonrío dejandosé hundir en la banca a la par que Mariah se levantaba intrigada por la sonrisa misteriosa de su amiga de antaño.

--- Verás, el viento me llevó a Irlanda, allá me encontré con la comunidad...

--- ¡No es cierto! --- Gritó dando un salto.

No habían sabido nada en concreto de la comunidad desde el Litha de dos años atrás, a partir de ahí, por diversas razones no habían asistido a ninguna otra reunión y desconocían cualquier actividad de los maestros de la ultima tradición celta.

--- Te lo juro por la gran Diosa. Se enteraron que estaba en Irlanda y decidieron convocarme.

--- ¿Convocarte? ¡Qué emoción! ¿Y para qué?

Jani sacó un sobre con el emblema de la tradición, el sello era rojo y con una frase en latín.

--- Nitimur in Vertitum. --- recitó Mariah perdida en la frase. --- nos lanzamos a lo prohibido.

--- Me usaron como mensajera. No es precisamente lo que esperaba pero viniendo del sagrado consejo Irlandés es un honor. Dijeron que esto era necesario de entregar, pero ninguno podía viajar y no sería correcto entregarlo por paquetería, así que aprovecharon mi estancia y mi cercanía contigo para mandártelo.

Mariah tomó el sobre, con un semblante extrañado.

--- ¿No lo abrirás?--- escuchó cuestionar a su amiga.

A pesar de la cercanía de Jani su voz le pareció lejana, estaba perdida en el misterio, no era un conclave pero su corazón estaba acelerado como si de ello se tratara. Su estomago tenía un hueco profundo y en ella se instaló la un presentimiento que apretaba su pecho.

Le dio un giro al sobre tamaño carta, otro, una leída más como si con ello pudiera anticipar de que se trataba.

--- ¡Ya mujer! No es un conjuro de infertilidad.--- Bromeó zarandeándola para sacarla del trance.

--- Tienes razón. ¿Sabes? Ya debo irme, tengo que preparar la sesión de esta tarde.

Pronto volvió a su casa, en su alma estaba instalada esa sensación de incertidumbre que amenazaba con no irse en un buen rato, no era necesario su talento de vidente para anticipar que aun abriendo ese documento la sensación persistiría.

Por más de una hora rodeó la carpeta como un lobo a su presa, hasta que se decidió a atacar, lo tomó y con rapidez para no arrepentirse lo abrió de un sólo tirón, de él salieron varios papeles muy formales y una carta.

--- ¿Títulos de propiedad? --- Leyó muy desconcertada.

Tenía ante ella las escrituras de una antigua propiedad en un lugar con el que jamás pensó tener relación alguna, sin embargo esos documentos estaban a su nombre, no era una herencia pues conocía bien a su linaje actual, la mayor parte de este estaba muerto y los únicos cinco sobrevivientes no tenían nada que dejarle, su única tía la odiaba, sus abuelos y primo no tenían nada que dar.

Al leer la carta logró comprender ciertos aspectos; la comunidad era quien le cedía dichas propiedades en Leningrado argumentado que era su legitimo derecho como descendiente de la Familia Horthy O'Connell. Mariah conocía muy bien sus orígenes, así que al enterarse de dichos motivos la sorpresa se desvaneció, y sin más que pensar comenzó a hacer sus maletas, en el sobre también había un boleto de avión con fecha para dentro de dos días.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora