El sitio ideal

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Arribó cobijada por la Diosa madre cuyo reflejo aparecía prematuramente en esa parte del mundo. Desde el primer instante que pisó San Petersburgo fue invadida por un frío atroz que la petrificaba por momentos y una sensación de estar cerca de alguien añorado, esa impresión era lo que más la extrañaba, estaba consciente de no estar buscando a nadie, pero en pleno recorrido en auto por las calles nevadas de la provincia le parecía como si toda su vida girara entorno a aquella batida de ese ignoto ser, recordó todos los lugares donde estuvo: Berlín, el Caribe, Perú, Ginebra, incluso Nueva York y entonces se dio cuenta que su estado nómada era una búsqueda que al fin concluía. Estaba en el lugar correcto, percibía a esa persona tan cerca de ella que incluso las musarañas de su memoria comenzaban a definirse, apenas como un bulto oscuro, delgado y no muy alto con una figura humana pero andrógina.

--- ¿Quién eres? --- Murmuró suavemente.

--- ¿Está bien señorita? --- Le cuestionó un hombre.

Por un momento se había olvidado que ese sujeto iba sentado a su lado. Se presentó como "Ares" su nombre de mago, ella también se presentó con su nombre de hechicera para corresponder la confianza dada.

--- Si, es sólo que...

--- Se siente familiarizada con la melancólica Rusia.--- Adivinó hábilmente.

Mariah se sorprendió hasta que cayó en cuenta de que estaba ante una persona con la habilidad de leer a las otras, pues era un mago igual que ella, entonces reflexionó el daño que le causó pasar tanto tiempo con simples humanos; era considerable, sin duda.

--- Jamás he estado aquí. --- Musitó.

Miró por la ventanilla, al frente su camino amenazaba con ser truncado ante el puente levadizo que se separaba para dejar pasar un gran barco resplandeciente como la nieve en la ciudad.

--- No tardará mucho. --- Mencionó Ares.

Mariah asintió con resignación.

--- Tu puedes entender lo que estoy sintiendo.--- Indicó retomando el tema.

--- si...

--- No era pregunta, sino afirmación. Tú comprendes cómo me siento, pero lo que sí es pregunta y me gustaría que respondieras es: ¿Por qué me siento así? ¿Alguna vez, en otra vida quizás, he estado yo en Rusia?

--- No, jamás.

Pese a qué le perecieron ciertas las palabras del mago, se tornaban dudosas para ella ante esa familiaridad con toda aquella noche blanca de San Petersburgo.

El auto negro se detuvo frente a un portal de piedra labrada donde la nieve se acumulaba sobre él, pero a sus pies era notable que acababa de ser barrida.

--- ¿Qué te parece, Niahm? --- Le cuestionó Ares llamándola por su nombre de hechicera.

Sacudió alguna pelusa de su aterciopelado traje negro y luego con la misma sofisticación la miró esperando respuesta.

Mariah a penas pudo asentir, estaba embelesada, su vista se perdía en la enorme distancia entre el umbral y la fuente congelada en medio del jardín frontal, era impresionante a pesar de que ya mostraba los estragos de los siglos que pesaban sobre ella enmoheciendo sus paredes de heroica piedra que como un gigante permanecía de pie pero atrapado por las enredaderas secas que trepaban por sus muros hasta los balcones como intrusas en busca de los secretos acumulados, adsorbidas por las energías que dejaron los antiguos inquilinos pero inmortales debido a los conjuros lanzados con anterioridad a esa mansión para que nada ahí muriera nunca.

VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora