El encendedor verde

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Sarah Katherine Paulson. Mi nombre estaba tercero en un largo papel de cartulina blanca, escrito muy discretamente con un plumón verde limón. Lo logré. Había entrado y por cierto mi nombre está mal escrito. No sé cuantas veces se los repetí en la audición.

La verdad no podía creerlo. Sería mi primera obra. Mi primera oportunidad de demostrar que estoy hecha para esto y que puedo luchar por esto, de demostrarles a mis padres que no soy una simple aficionada y que puedo lograr grandes cosas.

Me he perdido totalmente en mis pensamientos, con una sonrisa de estúpida viendo al afiche en medio del corredor.

-Dios. La hora. Son las cinco. Debo salir ahora mismo, hay cena familiar y nos quieren a todos en la mesa a las seis. No debo llegar tarde. Me muerdo los labios tratando de borrar la sonrisa de mi cara y corro hacia la salida.

Jessica estaba en la entrada, escribiendo algo en su cuaderno como de costumbre.

-¡Chica!-le grite mientras golpeo duro su gordo cuaderno azul con lunares blancos.

-K, te he dicho que detesto que hagas eso-exclamó en un tono algo molesto.

Amargada-le dije casi susurrándolo.

-Adivina que perra obtuvo el papel para la obra escolar-le dije en tono alto esta vez.

-No, no, no. ¡Lo hiciste! ¡Lo lograste! Te lo dije chica. Lo mereces. Felicidades.

-Muchas Gracias Jess y obviamente habrá que festejarlo pero quedara para mañana. Si llego tarde ahora se pondrán como fieras en mi casa.

-No se me apetece mucho y además tenemos un proyecto que hacer. Faltan 2 semanas y no hemos hecho absolutamente nada.

-Después de tres shots de tequila se te apetecerá y mucho. ¿Acaso ya no recuerdas la última fiesta?

-En mi defensa no diré nada por lo menos hasta que llegue mi abogado.

-Pues ya está en camino-dije mientras apuntaba a Finn que venía corriendo hacia acá.

Finn era el novio o amigovio o no sé que de Jessica. Siempre que toco el tema prefiere evadirlo. Lo único que se es que Finn está perdidamente enamorado de ella pero la "princesita" es una maldita rogada.

-Me tienes que mostrar lo que has estado haciendo-le dije antes de que pudiera responderme. Salí corriendo el bus pasaría por la estación en 5 minutos. Maldición, no llegaré.

Había unas bicicletas arrimadas a un lado del edificio. Ninguna estaba con candado. Así que no lo pensé dos veces y tome una.

-¡Hey! ¡Paulson!-me gritó alguien.

Parece que la bicicleta era de uno de mis compañeros. Louis. Apenas hablaba con él. Era tan arrogante y presumido. No lo soportaba.

-La dejare en la parada de la salida-grite. Lo siento.

Era una bajada empinada. Sentía que me iba a matar.

Llegue y por unos segundos creí que me iría de cara al pavimento pero por suerte mantuve el equilibrio. Dejé la bicicleta en la estación como lo dije y salí corriendo. Dos segundos después el bus llegó. Vaya, dos segundos de gracia.

El trayecto a casa fue como siempre. Aburrido y apretado. Treinta minutos aproximadamente. Me baje del bus. Aún tenía que caminar. Eran unos 500 metros hasta llegar al portón de mi casa.

Al entrar vi que el convertible rojo estaba ahí. Lo acababan de lavar. Seria mío cuando tenga 18 mientras tanto disfrutaría del muy variado y pintoresco transporte público.

-Llegue-grite.

-Hola Sarah. En 5 minutos, todos en la mesa-dijo mi madre con su eterno tono "sofisticado".

-Vale, no tengo nada más interesante que hacer así que -dije mientras subía las gradas.

Entre a mi cuarto y me tire a la cama. Si fuera por mí comería en mi cuarto. Como siempre. Pero hoy nos quieren a todos atados a la silla por mínimo una hora. No sé que se traen entre manos.

Me lave la cara y me puse unos shorts a rayas y una camiseta verde claro. Mi color favorito.

Baje corriendo las gradas. Moría de hambre.

-¡Hola!-salude en general.

-Buenas tardes Sarah-respondió mi padre con su tono igual de formal que el de mi madre.

-Paulson!- Me grito mi hermano.

-Paulson-le respondí.

Así nos tratábamos desde pequeños.

-La comida demorará un poco así que me gustaría introducir el tema ahora mismo-empezó mi padre. Como saben ambos estamos a punto de cerrar un negocio importante en alianza con una empresa francesa. En algunos meses si el trato se cierra abriremos una sucursal en Paris y yo y su madre tendremos que administrarla personalmente.

Wow, nos dejaran solos. Que novedad.

-No nos iremos a vivir allá pero habrá días seguidos en los que no podremos volver. Entonces dadas las circunstancias Sarah, necesitamos que no solo tomes el control de la casa sino también el de la sede principal de Paulson Entreprises. Tú serás quien vele por el futuro de la empresa familiar.

-¿Que? No...

No pude acabar cuando mi padre me interrumpió.

-Talvez no te sientas totalmente segura al ejercer tu cargo pero nos tendrás a mí y a tu madre para tutelarte en todo momento aunque estemos lejos. Tampoco te preocupes por tus estudios. Empezaras cuando te hayas graduado.

-No, no puedo hacerlo-dije con voz titubeante.

-Y ¿Por qué señorita? Si se puede saber-acotó mi madre. Ahora ella tomara las riendas de la conversación.

-Eso no es lo que quiero para mí y lo sabes muy bien.

-Entonces que quieres Catharine?-me dijo esta vez exaltada. No puedes ser que sigas con esa obsesión en la cabeza. Esa vida bohemia de actriz que quieres no te llevara a ningún lado.

-Madre entiéndelo .No voy a pasar el resto de mi vida haciendo algo que no me gusta.

-Sarah, por favor ya hemos discutido esto. Piensa en tu futuro y en tu familia.

- En 4 meses participare en una obra, "Los miserables". Es mi sueño madre. Solo entiéndeme y entiende que quiero ser feliz. Quiero hacer lo que de verdad me apasiona.

Trate de calmarme. Lo que he aprendido a lo largo de mis 17 años es que gritando no sacare nada más que solo un severo castigo.

-Ahora descuidaras tus estudios. Te necesitamos hija-dijo mi madre.

-Y yo los necesito pero solo soy un error al que quieren arreglar-esta vez toda la calma se fue y grite y me levante.

Subí corriendo las gradas. Cerré la puerta de mi alcoba fuertemente.

Hago de todo. Tengo notas que si no son las mejores del curso son muy buenas. Trato de ser la mejor cada día. Si bien no soy la hija perfecta tampoco soy la peor.

Me cambie de ropa, me puse mi playera blanca, mi chaqueta negra de cuero y mis vaqueros azules .Algo cliché. Y salí por la ventana. Ya era de noche.

Al poner mis manos en los bolsillos de la chaqueta me di cuenta que aún tenía la caja de cigarrillos y el encendedor verde. Encendí un cigarrillo. Tenía tantas cosas en mi cabeza. Necesitaba estar sola. Fumar me ayudaba. Ayudaba a que olvide todo, a que me relaje, a que me desahogue. Hace meses que ya no lo hacía, pero creo que si las cosas siguen así volveré a mi antigua adicción.

La luna se veía en toda su inmensidad y las estrellas adornaban completamente el cielo. Yo seguía caminando sin saber a donde ir ni que debía hacer.


The Green Lines GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora