Illusion |Harry Styles Fanfic|

#2: Bastet

† ____/Bastet’s POV †

―Bastet…―murmuró el extraño.

Le sonreí levemente.

Él estaba pálido, al parecer sabe de la maldición esa que todo el mundo anda diciendo.

<<La Diosa Bastet estaba enamorada del faraón, pero él tenía esposa, Bastet era tan caprichosa que no se rindió tan fácilmente… Y bla, bla, bla.

Claro, ahora yo era la mala de la historia.  

Bah, idiotas. Era un poco loca pero caprichosa, nunca. Está bien si lo era pero solo un poco.

La única maldición aquí era la mía, aún recuerdo perfectamente el día de aquel juicio injusto.

―Bastet ―vociferó furioso mi padre.

Tragué saliva nerviosamente, seguramente ya le habían ido con el chisme.

― ¿Sí? Padre―dije.

―Estoy muy decepcionado de ti jovencita ―negó con la cabeza. ― ¿Cómo es posible que una diosa esté enamorada de un faraón casado?

Bufé molesta.

―Eso no es verdad ―protesté. ―Yo jamás me enamoraría, sabes que soy una diosa y él está casado, como tú mismo lo haz dicho.

― ¿Entonces cuál es la verdad? ―preguntó incrédulo.

―Somos amigos.

―Tonterías ―gritó. ―Desde ahora en adelante Bastet, estarás maldita para toda la eternidad hasta que algún día te vuelvas a enamorar de alguien que no sea casado, y él se enamore de ti, mientras tanto custodiarás la tumba de tu amado. ―sonrió maliciosamente y lo siguiente que supe fue que había matado a Dyeser por algo que no era cierto.

Recordar aquel suceso hacía que me pusiera triste por mi cruel destino.

Soy una diosa pero ¿Quién dijo que los inmortales no tenemos sentimientos?

Como ya dije antes, todos son unos idiotas.

Observé fijamente a aquel extraño, a decir verdad era muy guapo pero vestía de una manera muy rara.

 ¿Cuántos años habrá pasado desde que estoy aquí?

Tenía el cabello castaño y hermosos rizos que te daban ganas de enredarlos entre tus dedos, unos preciosos ojos verdes esmeralda y labios rosados, ese hombre era perfecto.

―Tú eres la de la maldición ―susurró nervioso.

Suspiré.

―Sí, soy yo, pero antes de que salgas corriendo te diré que la maldición es para mí, no para ti ―le expliqué.

― ¿Qué? ―preguntó arqueando una ceja.

Diablos, se veía sexy haciendo aquel gesto.

―Prométeme que no le dirás a nadie ―lo miré seria.

―Lo prometo.

Había algo en él que me transmitía confianza.

―Bien ―dije y comencé con mi relato.  ―Mira la verdad es que yo estoy maldita para toda la eternidad por algo que ni siquiera hice.

―Explícate mejor ―murmuró.

―La maldición dice que yo estaba interesada en el faraón que era casado y otras tonterías, eso nunca fue así, soy una diosa y él simplemente fue mi amigo, yo jamás tuve nada con él pero la gente inventó cosas que llegaron a los oídos de mi papá― tragué saliva antes de continuar ―Entonces desde aquel día estoy condenada a custodiar la tumba de Dyeser, hasta que… ―me callé de repente, no le iba a decir a este extraño acerca de “las condiciones” de mi padre.