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Después de tanto esfuerzo y dedicación, la pintura estaba lista. La contemplé, orgulloso de mi trabajo. Se supone que debía llamar a la señora apenas terminara, pero me costaba un poco pensar en separarme de la pintura. Le había tomado mucho cariño,  y quise esperar un par de días para avisar que estaba lista. Pero tal vez conocería a Julián.

Y no podía esperar por eso. 

Me dirigí a mi encuentro con la señora Eleanor entusiasmado a más no poder. Quizás Julián estaría ahí, nos conoceríamos y sería la experiencia más linda de toda mi vida. Cuando volviera a casa y mi madre me preguntara por amores de verano, esta vez le diría que sí, que había encontrado un amor y una fuente de inspiración. Ignoré por completo esa pequeña voz en mi interior que me decía que, seguramente, yo no le interesaría en lo más mínimo.

Pensaba cuidadosamente en qué le diría, en lo bien que todo saldría y en nuestro futuro juntos; cuando avisté a la señora del pedido sentada en una banca de la plaza. Estaba sola y lucía muy seria, pero eso no me desanimó y me acerqué a hablarle de todas maneras. 

—¡Hola! —Le dije—Muy buenas tardes, ¿cómo está?

—Buenas, estoy b...

La interrumpí—. Aquí le traje su pintura, espero le guste. 

Al destapar el lienzo, su expresión cambió completamente. Sus ojos se humedecieron y su rostro demostraba sorpresa.

—Está hermosa, Matías. Muchas gracias. 

—Ha sido todo un gusto, señora Eleanor.

Ella siguió contemplando la pintura sin decir nada. Me pregunté por qué luciría tan solitaria todo el tiempo, de dónde habría salido tan extraña señora; mas al ver su rostro maravillado se me infló el pecho de orgullo. Había logrado mi cometido.

Pero el silencio y mis ganas de conocer a Julián empezaban a incomodarme.

—Señora...

—¿Si?

—Sobre lo de conocer a Julián...

—Oh, cierto. —Su actitud seria regresó—. Me temo que no será posible. Pero de nuevo, gracias por todo tu trabajo. Se nota que pusiste mucho de ti. 

—Bueno, sí... —Su respuesta me incomodó un poco—. ¿Está segura de que no puedo conocerlo? Es decir, en serio me gustaría, leí todos sus escritos y es admirable...

—No se puede, Matías. 

Me sentí muy frustrado—. ¿Por qué no?

—Simplemente no. 

—Ah, no, no me diga eso —empecé molesto, alzando un poco la voz—Pasé semanas entre montones de sus cosas, no puede esperar que no quiera conocerlo ni que me rinda tan fácilmente. Puse mucho tiempo y esfuerzo en este trabajo, tengo derecho...

—Matías —intentó interrumpirme. 

—... Es decir, yo me lo merezco.

—¡Matías! —También alzó su voz.

—¡¿Qué?! 

—Julián está muerto. 

—Oh. Espere... ¿qué?

—Julián, mi hijo —explicó al borde de las lágrimas—, falleció hace unos meses. Quería esta pintura con su esencia para recordarlo con solo verla, sentirlo ahí. A él le encantaba el arte, y tus pinturas le habrían encantado...

Entré en estado de shock. Viendo las cosas así, todo tenía sentido. No podía creerlo, y tampoco podía seguir escuchando sus palabras, llenas de dolor de un luto que probablemente nunca terminaría. Necesitaba pensar. Me sentí mal por no decirle nada al marcharme, pero no sabía qué debía decirle. Tal vez debí darle el pésame, mas no fui capaz de hacerlo.

 Honestamente, dudaba que alguna de mis palabras fuera de ayuda. 

🌧🌧🌧

Ay, mi bebé Matías, casi vomito escribiendo el inicio de este capítulo. Eres tan dulce e infantil, pero así te amo.

Brindis porque esta canción no la tuve que colocar en vivo. Con The Beatles eso me ha resultado difícil. 

El Chico de la Pintura.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora