Pasaron varios días en los que me mantuve encerrado en casa, sin siquiera ver al celular. Intentaba comprender qué me pasaba, por qué me entristecía tanto. Nunca vi a Julián ni tuve contacto con él, pero saber que estaba muerto me llenaba de una nostalgia que no podía entender del todo. Me hacía sentir estúpido, no solo por estar triste, sino porque no pude ver más allá de lo que pasaba.
Porque, pensándolo bien, todo eso de capturar su esencia en una pintura ya era bastante significativo, y no había forma de que me dieran tantas de sus cosas así como así. Pero yo era muy idiota como para notarlo, y me dejé llevar por mis ilusiones sin pensarlo dos veces. Sin embargo, más allá de mis sentimientos personales, había algo en Julián que me llenaba de inspiración.
☔️☔️☔️
—¿Matías? —Entró mi abuela a mi habitación.
Aquella mañana, estaba pintando mientras escuchaba música, así que no había oído sus pasos al venir.
—Dígame, abuela.
—¿Está todo bien, mi niño?
—Sí, abue.
—¿Seguro? Es que hace días que no sales a la plaza, y tienes los ojitos apagaditos... —Hizo una leve pausa—¿Qué pasó con el retrato que estabas haciendo?
—Ya lo entregué.
—Y dime, ¿conociste al muchacho que pintabas?¿Qué pasó con eso?
—Ay, abue, si usted supiera. ¿Alguna vez escuchaste algo de Julián Cáceres?
—¿Cáceres? —repitió. Yo asentí—Es una familia que vive en la colina, pero su único hijo falleció hace unos meses, pobres señores. ¿Por qué la pregunta?
—Era a él quien estaba pintando, abue.
—Oh . —El entendimiento cruzó su rostro—. Ven acá, mijo.
Se acercó a mí y nos abrazamos.
—Yo... no tenía ni idea, abue. En serio quería conocerlo. Él...
—Shhh, ya, mi amor —interrumpió—. Mi pobre nieto, se desilusionó de la peor manera... No te preocupes, hijo, todo va a estar bien.
—¿Eso crees, abuela?
—No lo creo, lo sé. Es parte de la vida: recuerda que cuando tú vas, yo he ido y regresado cientos de veces...
☔️☔️☔️
La tarde siguiente tampoco quise salir, aunque ya había pasado tiempo reflexionando y me había dado cuenta de ciertas cosas. Estando acostado en mi cama, oí unos ruidos afuera de mi cuarto. Al prestar atención, me di cuenta de que mi abuela hablaba con alguien, y mi curiosidad me hizo asomarme a ver quién era.
—¡Matías! —dijo mi abuela—Qué bueno que saliste, estaba por ir a llamarte.
Sentada junto a mi abuela, estaba la señora Eleanor.
—Hola, Matías —saludó, con una sonrisa nerviosa.
—Ho... ¡Ay, abuela! —No pude terminar el saludo, pues mi abuela empezó a tirar de mi oreja.
—¿Cómo es eso de que no le has respondido a Eleanor, jovencito? ¿Dónde quedaron tus modales?
Intenté excusarme, pero la risa de la señora Eleanor me interrumpió.
—No se preocupe, señora Alba. Yo debo disculparme con su nieto, debí haberle aclarado las cosas desde el inicio.
—No —contesté—, en realidad no tiene que disculparse por eso. Después de todo, yo soy solo un extraño. No me debe nada.
—Bueno, te debo dinero.
—No, señora. No me debe nada.
—Matías, no, qué pena. No puedo dejar de pagártelo...
—No, soy yo quien debo darle las gracias. No lo habría admitido antes, pero... —suspiré y desvié la mirada—. Hace mucho tiempo que no me sentía así mientras pintaba. Y ese sentimiento es más valioso que cualquier suma que pueda darme. Debo darle las gracias, señora Eleanor
Hice una pausa antes de volver a mirarla a los ojos. Las dos señoras me observaban atentas.
—Porque en su hijo, Julián, he encontrado una musa.
☔️☔️☔️
Sí, en serio termina así jsjsjs no me odien.
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El Chico de la Pintura.
ContoMatías es artista. Todas las tardes, él sale a vender pinturas en la plaza del pueblo. Un día, una extraña señora aparece y le encarga un retrato. Pero no es cualquier cosa: la señora quiere que Matías capture la esencia de... Bueno, no de ella. S...