Primera Parte.

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Camina despacio, desganado, con los hombros caídos, la cabeza gacha, su mirada, la que antes brillaba y parecía iluminar a todos los suyos, vacía, sus ojos mieles apagados, su rostro serio, luciendo como un total amargado, ni un pequeño atisbo de sonrisa. Hace meses que no sonríe.

Resopla cuando sabe que ha llegado. Se detiene ante la gran puerta de cristal, como le gustaría estrellarse contra ella. Quizá ni sienta el dolor. Quizá le vendría bien. Se piensa si entrar o no, pero no termina de tomar la decisión por sí mismo; en la puerta se asoma Gaby, con su gran torpeza de siempre la abre para él.

La mira de arriba bajo, se pregunta si tendrá novio, lo más probable es que no, con esas pequeñas gafas adornando su cara, su pelo siempre desordenado, su falda desarreglada y su camisa, que debería estar bien planchada siempre tiene arrugas y mal abotonada. Pobre chica.

Cínico por su parte, ¿acaso se ha visto él? Mejor que no. Mira sus zapatos, su madre, que ahora parece quererlo más que antes le ha obligado a usarlos cuando viniera aquí, se siente ridículo vistiendo elegante, pero ha querido complacerla. Es lo menos que puede hacer después de todo el daño que le ha hecho.

"Buenos días, Justin" le saluda de manera simpática "¿Por qué no pasas?"


"Lo estaba pensando" responde él "pero ya que…"

 

Él da varios pasos hasta entrar, se sienta donde siempre, en el sillón de la esquina, mientras Gaby vuelve a su puesto, a la recepción y la nota observándolo desde allí. Coge un revista, ignorándola, y finge leer mientras espera su turno. Diez minutos después, la puerta del fondo se abre, y sale una chica con una pequeña sonrisa, acto seguido, escucha su nombre.

En pocos segundos, se encuentra en la gran sala. Como siempre, observa a su alrededor, una estantería en la esquina, de caoba que va de punta a punta, desde el techo al suelo, donde se encuentran varios libros, algunas fotografías y un equipo de música. ¿Para que lo necesita aquí? Siempre se lo ha preguntado. Luego sigue su rumbo, sin mirar aún a Anna, que esta sentada en su sitio habitual, mirándole atenta. Mira su gran mesa, con la Mac que ha salido hace menos de tres meses, seguro lo habrá pagado con todo el dinero que le saca a su familia cada semana, se burla. Y observa otras pequeñas decoraciones que tiene ella allí. Es una chica bastante moderna.

"¿Ya has terminado?" le pregunta ella, con voz suave pero firme. Así es ella. Al menos es lo que le parece desde los últimos dos meses que viene aquí, tres días a la semana.


"Si" dice y se sienta en un sillón que le corresponde, agradece que no sea uno de esos en lo que tienes que acostar, como si se tratara del médico y estas sobre la camilla, mientras él/ella te analiza en silencio desde su posición superior. Como odia eso.


"Bien. ¿Cómo estas?"


"¿Nunca te cansas de comenzar las secciones de esta manera?" le pregunta burlón, no sonríe, sólo es burlón de forma cruda, como siempre.


"¿Nunca te cansas de tener esta actitud de mierda?" le replica ella. Él niega con la cabeza.

Le gusta Anna. No gustar del modo chica-con-la-que-follar. En absoluto. Porque él no folla con nadie, no hace el amor a nadie. No desde… ella. Pero le gusta que no intente ser su amiga como los demás psicólogos han intentado ser, que no quiera “metérselo” en el bolsillo o que finja saber todos y cada uno de sus pensamientos. Odia eso. Y hace que los odie a todos.

"Creía que los médicos no decían palabrotas"


"No soy médico." 


"Es cierto. Pero casi. A veces usas esas ridículas batas blancas como ellos, hablas como ellos y has estudiado cosas que ellos" dice y se encoje de hombros


"Bien. No estamos aquí para hablar de lo que soy o dejo de ser, Justin." 


"¿Y porque estamos aquí, Anna?"


"Dímelo tú." 


"Creo que mi familia te paga bastante dinero para que seas tú quien diga como debo pensar, que hacer, como actuar. Para que decidas que esta bien o mal conmigo."


"Yo no quiero hacer eso, deberías de saberlo. Tienes dos meses viniendo aquí."


"Dos meses de mierda" murmuro


"Hoy estas más negativo que nunca, ¿ha sucedido algo?"


"No" dice y bufa "¿Qué de emocionante puede suceder en mi vida? Estoy la mitad del tiempo aquí y la otra mitad en casa, porque, a pesar de que tengo veintidós malditos años, me tratan como un jodido crío de cinco."


"Sabes que solo quieren protegerte."


"¿De que? No hay nadie allí fuera que pueda hacerme daño, ¿sabes? No más daño del que me he hecho a mi mismo."
"¿Eres tú propio enemigo?"


"¿Acaso no lo ves?" dice y se señala así mismo "mi peor enemigo soy yo, y no me importa. Me gusta fingir que todo esta bien, me gusta dejarle creer a los demás que estoy mejorando si eso les hace feliz, si harán que me dejen en paz de una puta vez. Porque no necesito esto" dice señalando a su alrededor "no necesito venir a sentarme tres días durante dos horas a hablar de mi mierda y mis “enemigos”. Mi enemigo soy yo. ¿Cómo se acaba con eso?


"Aprendiendo a quererte, Justin. A perdonarte, a escucharte. No todo lo que hay en ti es malo, o fue malo en el pasado. Deberías pensar en las cosas que te hicieron feliz alguna vez, abrazarte a eso con fuerza, y entonces volver a la realidad, darte que cuenta que ahora es un mal momento pero que alguna vez fuiste feliz e intentar volver a tener eso. Incluso algo mejor."


"Pero que fácil lo pones" él niega varias veces con la cabeza
"Inténtalo. Recuerda los buenos momentos y aprende a sobrellevar los malos."

Justin sigue en silencio. No lo intenta. Ni siquiera lo piensa. Da igual. No funcionará. Nada funciona ya. Nada es lo mismo. Nada nunca lo será. Y todo es responsabilidad suya, culpa de él. ¿Por qué debería de volver a tener felicidad? No la merece.

El resto de la sección es más de lo mismo. Anna suelta frases inspiradoras y reconfortantes que logran hacerlo sentir bien durante un segundo y vuelve a tener un choque de realismo dejando de escucharla. Esto es así. Siempre es así. ¿En que momento su vida terminó de esta manera?.

Odiándose así mismo.

Lo sabe. Pero aún no es capaz de decirlo en voz alta.

Dope | j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora